La Guardia Urbana de Barcelona está bajo mínimos, según denuncian fuentes sindicales a Metrópoli. "Hay servicios a los que no podemos asistir por falta de efectivos", asegura Alex Payán, portavoz del Sindicato Independiente de la Policía Local (SIP-FEPOL). A pesar de que el cuerpo tiene la plantilla más grande de toda su historia, los agentes se siguen encontrando con varios problemas a la hora de prestar servicio.
El primero de ellos es la falta de Dispositivos de Grabación Personal (DGP). A ojos de SIP-FEPOL es una prioridad dotar a los guardias urbanos de esta herramienta: "De esta manera, se acabarían las falsas denuncias de abusos policiales", dice Payán en unas declaraciones a este digital. En junio del año pasado, el Ayuntamiento de Barcelona compró 150 cámaras para los policías de la ciudad, pero a ojos de las citadas fuentes, no son suficientes. Tal como explican en un comunicado, exigen a la Jefatura que busque presupuesto para licitar la compra de 2.500 dispositivos para 2023, una petición que aún no ha sido estimada por el gobierno local.
CÁMARAS UNIPERSONALES PARA TODOS LOS AGENTES
Las cámaras unipersonales miden 10 centímetros de largo y otros cinco de ancho. Quedan integradas a la altura del pecho y se activan automáticamente pulsando un botón. Están pensadas para intervenciones de riesgo. También registran los 30 segundos antes de picar el botón y el policía no puede modificar las imágenes, que se envían automáticamente al consistorio municipal y a la Comisión de Control de los Dispositivos de Videovigilancia de Catalunya (CCDVC). Con la incorporación de los DGP, se seguiría la trayectoria de grandes ciudades europeas que han sido pioneras en su implementación y que se han traducido en una mejora de la seguridad jurídica de los policías.
Fuentes del Ayuntamiento de Barcelona explican que "hay unas 200, aproximadamente" y que "no es necesario disponer de 3.400 cámaras unipersonales, ya que no todos los agentes realizan tareas para las que están autorizadas estos dispositivos".
DEMASIADO VOLUMEN DE TRABAJO
Otro de los problemas que hay es el gran volumen de trabajo de la Sala Conjunta de Comandament (SCC). Ubicada en la calle de Lleida de la capital catalana, centraliza todas las operaciones que la Guardia Urbana de Barcelona comparte con los Mossos d'Esquadra, los Bombers y el Sistema d'Emergències Mèdiques (SEM). La SCC no descansa nunca: gestiona todo tipo de operativos las 24 horas del día y los 365 días del año.
Desde SIP-FEPOL aseguran que la cantidad de operativos a la que tienen que hacer frente los agentes que trabajan en esa sala es muy elevada y exigen mejoras para mejorar la calidad del servicio. El Ayuntamiento de Barcelona, por su parte, asegura que está previsto el traslado de la sala al nuevo edificio, que se hará en las Tres Xemeneies y que también estará acompañado de actualizaciones tecnológicas.
CÁNCER EN LA SALA CONJUNTA DE COMANDAMENT
No es la primera vez que hay problemas en la SCC. Hasta 2019, se detectaron 25 casos de cáncer en sus trabajadores y varios sindicatos pidieron el traslado de la calle de Lleida para evitar más bajas. “No hay ventilación, hay una mala calidad del aire y los trabajadores estamos expuestos a emisiones de radiofrecuencia de manera permanente”, decía uno de los bomberos de la sala en unas declaraciones a Crónica Global.
El portavoz de SIP-FEPOL también ha aprovechado la ocasión para explicar las dificultades para cumplir el protocolo de decomisiones de los top manta. Con el Pla Endreça, la Guardia Urbana de Barcelona ha incrementado sus actuaciones en la lucha contra la venta ambulante, pero los agentes no pueden hacerlas con garantías. "Es prácticamente imposible", lamenta Payán, que recuerda la presión que sienten sus compañeros al hacer dichas intervenciones rodeados de cámaras de los ciudadanos, que desconocen la dificultad del cumplimiento del protocolo contra el comercio ilegal a pie de calle. No obstante, el Ayuntamiento de Barcelona recuerda que "existe un protocolo de decomisos que se revisó hace poco y que garantiza la línea de custodia en todos los supuestos que se pueden dar en una actuación de venta ambulante no autorizada".
MUCHA CRIMINALIDAD Y FALTA DE EFECTIVOS
A todo esto hay que sumarle la criminalidad de Barcelona. Según los datos del último Balance Trimestral de Criminalidad, los ilícitos penales han subido un 14,8% respecto al mismo periodo del año anterior. El grosor del problema se encuentra en Ciutat Vella y L'Eixample, que son los distritos más peligrosos de la ciudad. Desde SIP-FEPOL aseguran que el volumen de trabajo es tan grande que, en ocasiones, no pueden prestar servicio por falta de efectivos.
Cabe recordar que la plantilla de la Guardia Urbana de Barcelona es la más alta de toda su historia: está conformada por 3.403 agentes. El objetivo de Jaume Collboni es superar los 3.500 policías. No obstante, a ojos del sindicato, sigue sin ser suficiente para frenar la ola de delincuencia que hay en la ciudad. Además, el gobierno local recuerda que hay desplegados unos 6.500 efectivos policiales entre policías municipales y Mossos d'Esquadra, una cifra a la que también hay que sumar los guardias civiles y policías nacionales que trabajan en Barcelona.
Este conflicto de seguridad se ve agravado por la falta de expertos en la materia policial, dice el portavoz, que considera que la mayoría de medidas de seguridad se toman basándose en políticas partidistas en vez de tener en cuenta ciencias como la sociología y la criminología, claves para buscar soluciones el ascenso delincuencial que está atravesando Barcelona. A pesar de que en los últimos ocho años Ada Colau aseguraba que la percepción de la criminalidad no correspondía con la realidad de la ciudad, lo cierto es que es la mayor preocupación de los barceloneses. Así lo corrobora el último Barómetro Municipal, que indica que, para la mayoría de encuestados, es el problema más grave que hay en la capital catalana.
"MIEDO DE ACTUAR"
Para Payán, el aumento de los ilícitos penales ha venido acompañado de una progresiva falta de respeto a la autoridad. A modo de ejemplo: antes, para desalojar a un grupo de jóvenes haciendo actos incívicos en una plaza, con una sola patrulla era más que suficiente, ya que la presencia de los agentes imponía respeto. No obstante, ahora se necesitan muchos más efectivos para el mismo trabajo. "Hay un clima de violencia generalizada y algunos de mis compañeros tienen miedo de actuar", lamenta el portavoz, que es consciente de la magnitud del problema.
Preguntado por la resolución de los retos que supone ser policía en Barcelona, el SIP-FEPOL considera que es fundamental crear consciencia en la sociedad, pero mientras esto no pase, los guardias urbanos tienen que poder trabajar con todas las garantías, algo que solo se consigue con la colaboración y escucha activa por parte de las administraciones públicas.