Las playas de Barcelona están en riesgo de desaparecer. Los temporales de octubre han hecho retroceder las playas del área metropolitana y se han llevado entre 20 y 40 metros de su ancho en un solo mes en los puntos que han sufrido mayor impacto del viento y del fuerte oleaje.
Las pérdidas de anchura más graves se han producido en las playas de les Barques del municipio de Montgat y la Nova Mar Bella de Barcelona. Son datos del informe que cada mes publica el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) con el registro de la anchura de las playas del entorno de la capital catalana, hecho público este viernes en un comunicado.
SITUACIÓN GRAVE
Se tratan de las afectaciones más graves registradas en esas playas en tres décadas: en Montgat, desde que se construyó el espigón en 1980; y en la Nova Mar Bella de Barcelona, desde que se hizo la misma playa en 1992.
"Nos enfrenamos a cambios repentinos, como los de este octubre, derivados del cambio climático, cosa que hace más difícil prever la evolución de las playas y planificar las actuaciones pertinentes", ha advertido el jefe del servicio de playas del AMB, Dani Palacios.
TEMPORALES
El informe ha comparado datos extraídos con GPS en dos momentos diferentes: a mediados de octubre, y entre el 6 y el 15 de noviembre. Los sucesivos temporales Aline, Bernard, Ciaran y Domingos han provocado una configuración rápida del litoral metropolitano, dice el AMB, con vientos del suroeste y olas de hasta 4,5 metros de alto que han impactado de lleno en las masas de arena.
DIFICULTADES
El AMB ha matizado que se espera que parte de la anchura de las playas se pueda regenerar de manera natural gracias a la dinámica del fondo marino del litoral catalán, con un flujo de norte a sur que transporta sedimentos de las desembocaduras de los ríos.
Pese a ello, la situación de extrema sequía también implica menos aportación natural de sedimentos al mar a causa de la disminución del caudal de los ríos Llobregat, Besòs y Tordera, las tres principales fuentes de sedimentos que alimentan las playas barcelonesas.
Estudios previos, ha añadido el AMB, también han demostrado que la existencia de infraestructuras marítimas impide la llegada de sedimentos desde las desembocaduras de los ríos hasta las playas, como pasa con el espigón sur del río Llobregat y, en el caso del Tordera, con los puertos del Maresme.