Los toldos de plástico de diferentes colores están siempre bajados en los pisos del edificio de la calle riera alta 44 del Raval. Una epidemia de palomas vive desde hace años en las estructuras de metal que sujetan la azotea del inmueble. Desde que se instalaron les han perdido el respeto a sus vecinos, a los que llenan de sus excrementos cuando la necesidad les aprieta. Poble Sec es otra presa de columbas, que encuentran refugio en los escombros del derribo de un edificio en la calle Piquer, 12, atrayéndolas como imán.

Los residentes afectados en ambas zonas de Barcelona señalan un responsable común: los dueños de los inmuebles. En el Raval, la estructura antigua favorece la presencia de aves, y los inquilinos solicitan una reforma por parte del propietario del edificio. Del mismo modo, en Poblesec, los arrendatarios reclaman la limpieza de los restos de construcción, pero el propietario hace caso omiso.

Toldos impregnados de excrementos

Como todo ser vivo, las columbas también precisan expresarse a través de sus característicos sonidos, a la vez que melódicos, los cuales inquilinos como Lorenzo, tildan de "insoportables". El residente de la calle riera alta 44 del Raval lucha desde hace 15 años contra el ruido y la suciedad generados por estas aves.

Sin embargo, lo que más le preocupa son las enfermedades que pueden transmitir a través de sus heces: "Se quedan impregnadas en el toldo", asegura Lorenzo a Metrópoli, quien expresa que siempre lo tiene puesto porque si no "le mancharían toda la ropa tendida".

Cuando las evacuaciones de estos animales tiñen toda la cubierta del balcón, decide cambiarla, ya que le inquieta como pueda verse desde el exterior: "Queda antiestético además del olor que hace, aun así hay vecinos que ya se dan por vencidos y se quedan con las cagadas en el toldo de forma permanente", explica. 

Excrementos impregnados en los toldos de viviendas del Raval Lorenzo

Aumento de palomas

Lorenzo vive en el inmueble de alquiler junto a su mujer y su hijo desde hace 15 años. Su pareja residía en la vivienda con sus padres mucho antes de conocerlo y este se vino desde la avenida del Paral·lel a vivir con ella, sin prever "el sufrimiento" que le aguardaba con la epidemia de palomas. "El número de estas aves ha ido en aumento en los últimos años", señala. 

El residente atribuye gran parte de este problema a la antigüedad del edificio: "Tiene una estructura propicia para que las aves se asienten", dice, a la vez que añade que debería ser el propietario del edificio "quien se encargara de hacer algunas reformas", pero no es capaz ni de proponérselo, pues ya sabe la respuesta. 

Excrementos impregnados en los toldos de viviendas del Raval Lorenzo

Poble sec, otra presa de las palomas

Al igual que Lorenzo, se encuentra María José, Josep y Ramón en el barrio de Poble Sec, quienes también han caído en la presa de las palomas por la dejadez del propietario del edificio donde viven en la calle Piquer, 12. 

María José vive junto a su marido Josep en el ático cuarta de uno de los pisos que forman un rectángulo con otros edificios juntos. Su rutina siempre le lleva a lo mismo: ahuyentar a las palomas que se ponen en la barandilla de su balcón cada mañana al despertarse. Ahora utiliza un método nuevo que le dijeron: unos sacos que "parece que a veces las espanta".

Los escombros del derrumbe, su refugio

Los vecinos también hacen malabares en encontrar sistemas que asuste a estas aves. "Algunos ponen pinchos en las barandillas, otros utilizan botijos en forma de búhos, pero las palomas no son tontas", dice Josep. Ramón, en cambio, tiene la suerte de que su balcón da a la parte exterior y le afecta en menor medida. Aunque eso no quita que no lo sufra: "Una vez entraron en el comedor porque dejamos la puerta abierta".

Según relatan, la presencia de estas aves se remonta a la caída del techo de un edificio que da al patio interior, el cual dejó una gran cantidad escombros: "Más de 1.000 palomas se resguardan ahí desde hace años y nadie limpia el destrozo del derrumbe", asegura María José, quien subraya que los escombros también propician la aparición de humedades y atraen la presencia de ratas.

El propietario, el único responsable

Ante esta situación, los afectados han contactado con el propietario de los pisos para que limpie los residuos de construcción y acabar con las palomas y demás animales y humedades. "No nos hace ni caso, no le interesa ni invertir tiempo ni dinero en limpiar los residuos de construcción", afirma con hartazgo. 

La inacción del responsable ha conducido a los vecinos a pedir soluciones al ayuntamiento. Sin embargo, la respuesta es contundente: "Cuando los problemas afectan a propiedades privadas, es responsabilidad del propietario tomar las medidas correspondientes de protección", expresan fuentes del consistorio a los vecinos y a este digital.

Ayuntamiento

Según ha podido saber Metrópoli, en este momento, el ayuntamiento realiza una prueba piloto en colaboración con el Servicio de Gestión de Conflictos para abordar el problema de la superpoblación de palomas causado por personas que las alimentan en exceso.

Estas acciones se centran en grandes alimentadores, personas que proporcionan más de dos kilos de comida diariamente a las palomas. Pero también se ha trabajado con alimentadores activos (personas que comparten parte de su comida o dejan caer migas) y alimentadores pasivos (personas que abandonan comida en la calle, principalmente turistas).

Esta prueba se ha realizado en siete espacios de la ciudad. Los resultados obtenidos permitirán configurar una estrategia para la ciudad en relación con los alimentadores, situaciones que a menudo están asociadas con otras complejidades que requieren una intervención integral.

Sobre esta iniciativa, María José, Josep, Ramón y Lorenzo se muestran escépticos acerca de su efectividad. Consideran que no se aborda la causa raíz de su situación, relacionada con los escombros generados por el derrumbe y el diseño antiguo del edificio que favorece su presencia. A pesar de ello, reconocen que es la única medida a la que se pueden agarrar por parte del ayuntamiento.