Las grandes ciudades pierden habitantes. En concreto, Barcelona perdió en sólo un año 10.000 residentes, que se trasladan a municipios del área metropolitana mucho más asequibles y bien conectados con transporte público. La población de la capital catalana se ha “renovado”. Ahora aparece un perfil de inmigrante temporal, con alto poder adquisitivo, que poco a poco se está apoderando de la ciudad: los famosos expats.
Según el último padrón municipal del Ayuntamiento hay 391.991 extranjeros. Barcelona ha pasado en sólo tres décadas de tener una población muy homogénea –en 1991 el peso de los extranjeros no llegaba al 1,5%-- a contar con un 23,6% de residentes de 177 nacionalidades. Aunque no hay una cifra exacta, se calcula que los expats representan el 10% de la población barcelonesa, es decir, unos 100.000 habitantes.
El precio de la vivienda, el principal factor
Juan Antonio Módenes lleva años estudiando los movimientos de población en el Centre d’Estudis Demogràfics de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Módenes explica a Metrópoli que la llegada de expatriados se debe porque Barcelona es una ciudad “cosmopolita, que está de moda en el circuito internacional”. Sin embargo, asegura que esto deja “una población local más frágil y marginada”.
Barcelona vive un creciente flujo de expats, personas jóvenes muy cualificadas y con un nivel adquisitivo alto que les permite acceder sin problemas al mercado de la vivienda de la ciudad. Su precio es el factor que más refuerza la renovación de población en la ciudad. Según Módenes, los precios de la capital catalana están alineados con el de ciudades europeas. “Tenemos rentas por debajo de la media, pero el precio del parque residencial es el mismo que en ciudades con un nivel de renta muy superior”, detalla el experto. Para Módenes, aquí se encuentra la raíz del problema. “Si las condiciones variasen, se abrirían más posibilidades para la población local”, afirma a este digital.
De hecho, según el informe anual de Idealista Hipotecas de 2023, los expats, con una renta media de más de 5.000 euros al mes, compran viviendas de unos 213.000 euros, un 20% más caras que la media de España. Los datos evidencian este proceso de gentrificación que sufre Barcelona, que no tiene suficiente oferta de pisos ni se construyen más para remediar el problema.
Hábitos y estilos de vida diferentes
Pero a diferencia de los locales, los expats viven en la ciudad de forma temporal y no crean vínculos. Los estilos de vida son diferentes. “No vienen a formar una familia. Vienen a disfrutar de las condiciones que ofrece la capital catalana durante un tiempo y se van”, asegura Módenes. Cada vez más la ciudad está hecha para los expatriados, mientras que un joven barcelonés cuyo objetivo sea formar una familia se tiene que marchar de la ciudad.
Ante la llegada de expats, en Barcelona se puso en marcha la plataforma Barcelona International Welcome Desk, un servicio del Ayuntamiento que se centra en el talento internacional que quiere residir a la ciudad. Tiene como finalidad “facilitar la acogida y el establecimiento en Barcelona para que las personas puedan desarrollar todo su potencial profesional y personal”. Los expats buscan relacionarse entre ellos. Difícilmente conviven en un entorno con los residentes locales, ya sea por las diferencias culturales o la lengua. Por este motivo también existe la asociación Barcelona Expat Life, impulsada por Mirjam Maarleveld, procedente de Países Bajos y que ayuda a los expatriados a adaptarse a la ciudad.
El perfil de los 'expats'
Como explica Módenes a este medio, la mayoría de expats que llegan a la ciudad son jóvenes muy cualificados, unas características que corroboran los datos oficiales. Según el padrón municipal, la mayoría de extranjeros europeos tienen entre 25 y 39 años, a diferencia de la población local, que se mantiene sobre los 44 años de media. Los jóvenes barceloneses son los que más sufren esta problemática y son el colectivo que más se marcha de la ciudad, según el experto.
Sobre el perfil académico de los extranjeros, un 43,2% tienen estudios universitarios o un Ciclo Formativo de Grado Superior. Si sólo se tiene en cuenta los de la Unión Europea, los titulados superiores alcanzan un 64,9%, una proporción que se acerca al doble de la población local.
Inmigración laboral
Módenes desconoce si esta tendencia se agravará con el paso de los años porque depende de muchos factores. “Puede que el teletrabajo desaparezca, que haya un cambio estructural por la Inteligencia Artificial, que Barcelona deje de estar de moda…”, enumera el experto del Centre d’Estudis Demogràfics. No obstante, reconoce un tipo de inmigración que sí que perdurará en el tiempo. “La inmigración laboral, con un poder adquisitivo más bajo, siempre será necesaria”, concluye el experto.