Hace más de 10 años que no pisa un zoo o un acuario. La primera y última vez que lo hizo fue con una excursión de su escuela al Zoo de Barcelona para ver el espectáculo de delfines. Como cualquier niña inocente de sólo cinco años, pensó que estaban en libertad y que, como ella, regresarían a su casa con su familia. Sin embargo, sus padres le explicaron la cruel realidad que se escondía detrás del delfinario. En aquel momento supo que de mayor quería luchar por su liberación. Ahora, con sólo 17 años, Olivia Mandle (Barcelona, 2006), apodada como la Greta Thunberg barcelonesa, es una de las activistas ambientales más importantes de España. Ha cumplido con el objetivo que se planteó desde muy pequeña y participó en el cierre del delfinario del Zoo, aunque reconoce en esta entrevista con Metrópoli que no quedó satisfecha con el resultado.
PREGUNTA: ¿Cómo empezó tu lucha climática?
RESPUESTA: Fue en 2019 cuando mi activismo se materializó. Visité a mis abuelos en Nueva York y fuimos a una exposición sobre el impacto del cambio climático. No era realmente consciente de la presencia de microplásticos en el océano. Volví a Barcelona muy pensativa. Empecé a buscar información y descubrí que el problema era más grave de lo que pensaba. Para aportar mi granito de arena decidí crear el Jelly Cleaner, un utensilio hecho con materiales reciclados que encontramos en casa y que sirve para limpiar microplásticos de la superficie de los mares.
Tu trabajo se centra especialmente en los delfines. ¿Por qué este animal en concreto?
Es mi animal favorito y he crecido viendo documentales sobre estos animales. Son inteligentes y muy sensibles y nadie los considera suficientemente importantes.
De hecho, tuviste un papel muy importante en la liberación de los delfines del Zoo de Barcelona.
Cuando vi el espectáculo de delfines con mi escuela me quedé alucinada. Era la primera vez que veía en directo a mi animal favorito. Pero salí del zoo con sentimientos encontrados. Había crecido con la idea de que los delfines eran libres y no haciendo espectáculos como en el zoo. Cuando llegué a casa pregunté a mis padres si después del espectáculo, los delfines volvían al mar con su familia, pero me respondieron que no. Años después lancé mi primera campaña en change.org pidiendo al Zoo de Barcelona y al Ayuntamiento que trasladaran a los delfines a un santuario marino. Sin embargo, el Zoo los trasladó a otro zoo en Atenas, donde actualmente siguen haciendo espectáculos. Lo que hizo Barcelona es un mal ejemplo de cómo no actuar con los delfines. Con esta decisión se lavan las manos y se presume de no tener delfines.
¿En qué se diferencian un santuario de un zoo o un acuarium?
Un santuario marino es una parte protegida del océano donde trasladan a los animales y los biólogos ayudan a que recuperen sus instintos, como el de caza o cómo interactuar con otros de la misma especie.
Pierden su instinto de caza y viven en soledad. ¿Es así cómo les afecta el cautiverio?
El cautiverio provoca muchos problemas. Para empezar que no están en su hábitat natural. Es un circuito cerrado, por lo que están todo el día dando vueltas sobre un mismo espacio. Para ellos, el tanque es como una taza. El cautiverio también les afecta a su forma de comunicarse. Los cetáceos tienen un sexto sentido que es la ecolocalización, que ocurre cuando un animal emite una onda de sonido que rebota en un objeto y devuelve un eco que proporciona información sobre la distancia y el tamaño de dicho objeto. Lo usan para cazar. Como están en un tanque de cemento, los sonidos rebotan contra las paredes y provoca eco. Si a esto le sumas el ruido de los visitantes, les vuelve locos. Algunos animales caen en depresión, otros se suicidan sin salir al exterior para respirar.
Una de tus críticas es que hay una falta de educación sobre el ecosistema marino y el bienestar animal.
Debería ser parte del currículum escolar. Si educamos a los más pequeños, serán ellos los que en un futuro puedan concienciar a los que les rodean y puedan cambiar las cosas.
Cuando uno va al Zoo o al Aquàrium siempre ve grupos escolares. ¿Es una visita obligada?
Este tipo de instalaciones se basan en tres excusas: la educación, la ciencia y la conservación. Es verdad que tenemos la oportunidad de ver animales que no vemos en nuestro día a día, pero esto no es una excusa para verlos en cautiverio. Fomentar las excursiones a estas instalaciones es mala educación. ¿Qué vas a aprender de un animal si no se comporta de manera natural?
Una ciudad como Barcelona, ¿debería cerrar este tipo de instalaciones y apostar por santuarios marinos?
Sí, el Zoo y el Aquàrium de Barcelona se deben cerrar. Al final estamos en el siglo XXI y España quiere ser líder en transición ecológica. Pero ¿cómo va a serlo si sigue teniendo animales encarcelados? Lo mismo pasa en Barcelona, que presume de ser una ciudad verde.
De hecho, el Port aprobó una inversión de 13 millones de euros para remodelar el Aquàrium.
No tiene sentido que se invierta tanto dinero. Se debería destinar a algo que realmente ayudara a los animales, por ejemplo en santuarios, que hay muy pocos en el mundo.
¿Por qué crees que no hay más santuarios?
Porque al final es un negocio, un negocio terrorífico, como lo llamo. La captura, que muchas veces es ilegal, el comercio y la cría y reproducción en cautiverio. Es un círculo vicioso que nunca acaba y que da mucho dinero.
También pides que se reduzca el tráfico de barcos cerca de las costas barcelonesas. ¿Realmente tiene tanta implicación en los cetáceos?
Además de los problemas de contaminación que generan las emisiones de CO2, también producen efectos negativos en el mar. Los cetáceos tienen un oído muy sensible y el sonido del motor se multiplica debajo del agua. Los barcos, a menudo, cortan la cadena de transmisión y los animales no se pueden comunicar. Si un grupo quiere comunicarse con otro para cazar y justo pasa un crucero, corta su vía de comunicación y no saben si ha llegado el mensaje. Esto provoca que se separe el grupo, se desorienten, ballenas varadas en playas, crías de delfines desubicadas... Y ya no hablamos de las colisiones.
¿En nuestras costas hay muchas especies de cetáceos?
Hasta finales de mayo se produce el cruce de cetáceos que van hacia Liguria (Italia). Nuestras costas son muy importantes en este proceso. Hay que limitar la circulación de los barcos, sobre todo durante esta temporada, para que no haya ninguna colisión y no afecte a la comunicación entre especies. Es importante que los animales lleguen a su destino para que continúen con el ciclo.
Con este cruce de cetáceos también vemos que se amplía la oferta del turismo de avistamiento.
El problema no es que haya turismo de avistamiento. El problema es que se hace mal. Hay el turismo responsable que sigue las regulaciones para avistar cetáceos, como mantener las distancias y apagar el motor. El turismo en masa con grandes barcos se lo saltan. Van a por los delfines o ballenas y los asustan.
Tu apodo es la Greta Thunberg barcelonesa. ¿Te gusta que te llamen así?
Para mí es un referente porque fue ella la que alzó la voz sobre el cambio climático y ha movilizado a miles de jóvenes.
¿Hay algo que te diferencie de ella?
Son las mismas luchas, pero a la vez son diferentes. Las dos luchamos por un mundo mejor. Ella lo hace con un tono más agresivo, pero es entendible porque a los jóvenes no se nos hace caso y es un sentimiento de impotencia. Yo soy más pacífica.
Has sacado un libro que se titula 'Sí es cosa tuya' en el que pides más implicación a la ciudadanía. ¿No hacemos suficiente?
Cuántas veces escuchamos la frase: "Por qué tengo que reciclar si los ricos van en jets privados". Pero es que no sólo es reciclar. Debemos ser conscientes de la producción de plásticos y microplásticos. Hay que ir a la raíz del problema y prohibir este material. Con el libro animo a los lectores a actuar.
¿Cómo ves el futuro?
Si actuamos todos y nos implicamos de verdad podremos cambiar muchas cosas. Si sólo lo hacemos cuatro jóvenes no. Estamos buscando vida en otros planetas, pero primero tenemos que intentar salvar el que tenemos.
Olivia Mandle tiene una campaña en chane.org #noesPaisparaDelfines para el cierre programado de los delfinarios en España.