Parece casi imposible que un oficio artesanal, con más de 600 años de historia, sobreviva al siglo XXI. En un mundo cada vez más industrializado y digital no, casi no queda espacio para las cosas hechas a mano. Oficios respetados hace décadas, ahora están abocados a la desaparición. Aunque hay uno que se resiste a desaparecer: la cerrajería.
A más de uno seguro que le ha salvado la vida un cerrajero con su arte para abrir puertas. Con un pequeño movimiento de muñeca, la puerta se abre como por arte de magia. En Barcelona, los pequeños negocios de cerrajería intentan sobrevivir a una ciudad en la que se puede encontrar de todo a cualquier precio. Son un claro ejemplo Joan y Jesús, que llevan trabajando más de 40 años, cada uno en sus respectivas tiendas de la capital catalana. Aunque se dedican a lo mismo, tienen perspectivas diferentes sobre el futuro del oficio.
Un futuro incierto para la cerrajería
Para Joan Colás, los pequeños artesanos están en peligro de extinción. "Quedamos muy pocos", asegura a Metrópoli. Después de cuatro décadas al frente del negocio en el distrito de Gràcia, cierra por jubilación. Aunque Joan ya no frecuentará la tienda, la cerrajería Colás no bajará la persiana porque lo relevará un trabajador. "En mi caso falta relevo generacional. Mi hijo ha estudiado Periodismo y no se dedica a este oficio", explica Joan.
Pero Jesús González considera que los cerrajeros no corren peligro "en absoluto". "Por mucha Inteligencia Artificial que haya, nunca tendrá la opción de cambiar una cerradura", asegura a Metrópoli.
Jesús González también es presidente del Gremi de Serrallers de Catalunya. Aunque señala que es un oficio que todavía resiste, los datos aportados muestran un descenso de los negocios. Actualmente, hay 350 empresas agremiadas en Catalunya, de las cuales un 80% están en Barcelona. No obstante, hace unos 10 años atrás, la cifra ascendía hasta las 750.
Un negocio rentable, pero con falta de especialización
Aunque ambos cerrajeros discrepan sobre el futuro del oficio, coinciden en que hay desconocimiento y falta de especialización. "No hay escuela de cerrajería, son oficios artesanos. Yo he tenido la gran suerte de tener un maestro, pero la mayoría de gente no conoce esta figura que enseña el oficio", explica González a este medio. Esta especialización provoca que haya quien "lo hace todo", desde fontanero hasta electricista, pasando por cerrajero, lamenta Joan, que añade que "esto ha afectado mucho al pequeño negocio".
Además, en los últimos años ha crecido el interés por este tipo de negocios, porque resultan "muy rentables". Esto ha propiciado la aparición de "estafadores que se aprovechan de gente mayor para cobrar grandes cantidades de dinero para un simple trabajo", denuncia González. También están aquellos que "trabajan en negro". "No puedes competir con ellos. Tú haces un presupuesto y los clientes se van a otros porque es más barato", detalla Joan.
A pesar de todo, el presidente del Gremi de Serrallers es optimista. Desde el gremio forman a personas para que en un futuro sean grandes profesionales, aunque luchan para que haya una escuela reconocida. Entienden que lo que ofrecen es calidad, por lo que es necesario que sigan a flote.