El deporte por excelencia de los naipes, en riesgo de extinción en Barcelona. Tras la pandemia, el número de aficionados en los clubes de bridge ha caído en picado, llevando al cierre de más de la mitad de locales físicos en la capital catalana. Entre los últimos supervivientes se encuentra la Escola de Bridge, el House, Slam, el Turó y el Barcelona Club de Bridge, el gran decano de todos los clubes de España, fundado en 1932.
Pese a que en España el bridge se introdujo a principios del siglo XX, sus raíces se remontan en el whist, un juego de cartas inglés del siglo XVIII que practicaba la alta sociedad europea durante el siglo XV y XVI. Su popularidad en Barcelona creció tras constituirse el Barcelona Club de Bridge, alcanzando su apogeo en los 90.
'Boom' de aficionados
En conversación con Metrópoli, el director del club Escola de Bridge, Xavi Goberna, asegura a este digital que en los 90 y 2000 se produce un boom de aficionados que encontraron en este juego de estrategia un punto de encuentro de interacción social donde ejercitar su mente. "Muchas personas buscaban actividades que no solo fueran entretenidas, sino también desafiantes intelectualmente", explica.
Durante estos años, hubo un "aumento significativo en la organización de torneos y competiciones de bridge a nivel local, nacional e internacional, con amplia cobertura mediática", atestigua Boberna. Lo que no solo "atrajo a jugadores competitivos, sino que también elevó el perfil del juego, haciéndolo más visible y accesible para nuevos aficionados".
A su vez, hubo un esfuerzo concertado por parte de las asociaciones de bridge para promover el juego y educar a nuevos jugadores. "Se organizaron clases, talleres y eventos para enseñar este juego en universidades, centros cívicos, clubes de tenis y golf, facilitando que más personas se interesaran y se unieran a la comunidad de jugadores", afirma.
Descenso acelerado por la pandemia
Diez años después, este auge de aficionados "ha menguado paulatinamente", expresa la administradora del club Turó, Maria Rosa Guiu. "Antes, la mayoría de las mujeres no trabajaban y podían dedicar sus tardes a jugar al bridge, pero esto ha cambiado con el tiempo. Ahora, el 90% de ellas trabaja y no puede dedicar el tiempo que requiere este deporte", argumenta.
Sin embargo, tanto el Turó, el House y la Escola de Bridge coinciden en que la pandemia del coronavirus fue el detonante que aceleró la decadencia del bridge. "Con las restricciones de movilidad y la necesidad de distanciamiento social, muchos jugadores comenzaron a jugar online", subraya Goberna. "Cogieron miedo a venir tras la pérdida de algunos jugadores debido a la enfermedad", explica Luc Soudal, director del House.
Comodidad y recorte de gastos
La comodidad y el recorte de gastos son otros de los motivos que, según Guiu, han llevado al descenso de aficionados en los locales físicos. "Los más mayores se han acostumbrado a jugar desde casa, ya que es mucho más accesible y reducen los costes asociados con el juego en línea", justifica.
Debido a este y a los otros factores mencionados, los clubes que todavía se mantienen en pie luchan por sobrevivir con los pocos jugadores fieles que todavía asisten presencialmente. "Hoy en día a penas alcanzamos un tercio de lo que teníamos", lamenta Soudal. "Han caído cerca de un 60% de aficionados", resalta Goberna.
Falta de relevo generacional
La escasa asistencia de jugadores, sumada a la falta de jóvenes interesados en aprender, pone a estos clubes contra las cuerdas. "El relevo no es tan rápido como el descenso", afirma Soudal. A pesar de haber intentado revertir esta situación mediante programas de formación dirigidos a estudiantes de institutos y colegios, los esfuerzos han sido en vano. "No se ha logrado nada", concluye Goberna.
Para Guiu, la inversión de tiempo que requiere aprender y jugar a este deporte dificulta que surja un interés y una dedicación genuina por parte de jóvenes y adultos. "Cada partida dura tres horas, y con el poco tiempo libre que tienen las personas hoy en día, es poco probable que lo dediquen a un juego de cartas que, además, no es fácil de aprender".
Clubes extinguidos
A medida que disminuye la cantidad de socios, muchos de los clubes emblemáticos, que durante años han sido mucho más que simples salas de juego, empiezan a desaparecer.
Espacios como el Impasse, el Pedralbes, el Santaló, el Whist, el Mayda y el Pique, que aunque su rótulo ya no figura en las calles, siguen vivos en el corazón de cientos de aficionados que encontraron en estas salas refugios donde forjar vínculos, crear recuerdos y dedicar sus tardes a su mayor pasión: el bridge.