
Las escuelas concertadas de barrio de Barcelona
Las escuelas concertadas de barrio de Barcelona, ahogadas por el retraso de los pagos y la infrafinanciación
Varios directores han denunciado que la intención es terminar con el modelo: “Para los colegios pequeños de una sola línea y que no tenemos apoyo de nadie es una sentencia de muerte"
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Ahogadas, con estrés continuado y muy frustradas con las administraciones. Las pequeñas escuelas concertadas de Barcelona están al límite y combaten día a día con un único objetivo: evitar el cierre. Hasta hace poco, su trinchera más grande era conseguir el mínimo de alumnos matriculados para cumplir con las ratios y conseguir el concierto. Sin embargo, el problema se ha agravado.
La financiación que deben aportar el Departament d’Educació de la Generalitat y el Consorci d’Educació no llega. Así, muchos directores y directoras se ven obligados a adelantar de su propio bolsillo el dinero de las subvenciones de los niños de familias vulnerables, las ayudas de comedor y otros gastos de funcionamiento.
Varios directores de escuelas de los barrios más humildes de la capital catalana han contactado a Metrópoli para denunciar una cuestión que va más allá de la bajada de la natalidad y que atenta directamente contra el modelo de escuela concertada. Para evitar represalias de los poderes públicos, han preferido mantener su identidad oculta.
Cierre en masa de concertadas
Desde la pandemia, han sido muchos los colegios concertados que han cerrado. El último en anunciarlo ha sido el colegio Mireia del Fort Pienc, que deberá cerrar sus puertas el curso que viene tras 65 años de historia.
“Ha llegado un momento que sabemos que la escuela concertada pequeña, de una sola línea y de barrios humildes no puede tener beneficios. Lo tenemos asumido, pero una cosa es no tener beneficios y la otra es tener pérdidas”, ha denunciado un director que se ha visto obligado a gastar sus ahorros, el de su plan de jubilación e incluso ha pedido ayuda a la familia para evitar el cierre.
“Estamos ahogados”, ha aseverado. “Ya no sabemos de donde sacar el dinero”, ha confesado con cierto desespero, pues se ha visto obligado a pedir un crédito.

Niños en una clase de Salesians Horta
Las subvenciones no llegan
Una escuela concertada debe pagar con el dinero de las cuotas de sus estudiantes el alquiler, luz, agua, electricidad, gestores, seguridad social, secretaría, IRPF, limpieza y muchos otros gastos de funcionamiento.
También se deben tener en cuenta los sueldos de los profesores que dan clase en los cursos en los que no se ha conseguido cumplir con la ratio mínima de alumnos para lograr el concierto.
Si bien algunos de estos gastos los cubre la Generalitat en un 20% o 30%, los directores denuncian que las subvenciones ya llevan dos meses de retraso.
Becas de comedor
El problema es incluso mayor con las becas de comedor. “Este diciembre hemos cobrado la subvención del curso anterior”, denuncian. Lo que significa que si, por ejemplo, la factura total es de 100.000 euros, son las personas al frente de los colegios concertados los que deben adelantar un dinero que no verán hasta meses más tarde y troceado.

Mesas de un comedor escolar
“Este octubre cobré un 6% de la subvención de este curso y este febrero otro 9%, pero en septiembre tuve que pagar la factura mensual, y en octubre, diciembre… Este enero no he podido pagarlo a tiempo”, ha relatado uno de los directores, que ha asegurado que tiene nueve de cada diez niños becados y la subvención tampoco llega a cubrir todos los gastos.
El comedor no consiste únicamente en el pago de las comidas, sino también los monitores y las personas que trabajan en él.
Infrafinanciación de los niños vulnerables
Tanto el Consorci d’Educació de Barcelona como el Departament d’Esenyament de la Generalitat tienen programas de becas para los niños con necesidades socioeconómicas para ayudar a las familias más pobres: el plan de choque para evitar la segregación escolar por barrios y las Motxilles escolars.
Si bien ambas entidades públicas se han comprometido a financiar estas plazas, las concertadas denuncian más infrafinanciación.
“A mí me pagan unos 980 euros cuando una sola plaza ya me cuesta 1.800 o 2.000 euros. La diferencia tengo que ponerla yo”, ha denunciado uno de los directores, pues el dinero no llega para cubrir la cuota, además del material escolar, la bata, el chándal, libros y excursiones.

Imagen de material escolar en un pupitre
Más retrasos
Por si fuera poco, estas subvenciones también han empezado a llegar con retraso. “No nos pagaron las subvenciones de los niños de familias vulnerables en verano, justo cuando tocaba pagar el IRPF y la seguridad social, pero el dinero no llegó hasta luego”, ha explicado un director.
El mismo ha admitido que llegaron a entrar en números rojos, ya que tampoco recibieron ingresos de las cuotas de las pocas familias que pagan por ser julio y agosto.
“Pensamos que era cosa del verano… pero no. La cosa se está alargando y prácticamente la mitad de mis alumnos son vulnerables. Si no me pagan los gastos, no puedo pagar a los profesores, la calefacción, el agua…”, ha lamentado.
La justificación de la Generalitat
Desde el Consorci, atribuyen los retrasos en los pagos a la Generalitat, han explicado los directores, pues quieren calcular a todos los niños vulnerables para repartir el dinero equitativamente. “Lo que pasa es que hay mucho movimiento recién llegado cada mes y la subvención no llega hasta que termina el curso entero, han aclarado los directores.
Este medio ha preguntado a ambas entidades públicas por la problemática, pero no ha obtenido respuesta.

La consellera d'Educació, Esther Niubó
Reparto desigual
El Consorci d’Educació aprobó en el año 2019 un plan de choque contra la segregación escolar para evitar que los alumnos de familias más pobres se concentraran en unas pocas escuelas.
Para ello, adquirió competencias para gestionar a los niños y repartirlos entre los diferentes centros educativos de los diferentes distritos de Barcelona.
Los directores de las concertadas han denunciado que este reparto es desigual y se busca favorecer a la escuela pública en detrimento de la concertada.
“Se está favoreciendo desde hace mucho a la escuela pública. Primero con este ahogo económico -que no sé si es a propósito, pero huele mal- y ahora con el ahogo de la gestión del día a día y de recursos”, ha aseverado uno de ellos.
30 alumnos en un mes
En un mes, ha asegurado, le han llegado 30 alumnos vulnerables a los que les tendrá que adelantar todos los gastos, sin olvidar que el alumnado nuevo que llega es de alta complejidad y con muchas dificultades para el aprendizaje.
“Estamos de acuerdo en recibir a los niños, pero no tenemos los recursos humanos ni económicos para atenderles”, ha admitido.
La escuela de este director se ubica en el distrito de Horta-Guinardó, un barrio que ha tenido mucha llegada de inmigrantes en los últimos años y que describe como el Consorci los está sobrecargando de alumnos del plan de choque.
Perder el concierto
En el otro extremo, una escuela de Sant Martí ha explicado como el año pasado perdió el concierto en I3 y el Consorci no se molestó en enviarle ningún alumno para que llegara a la ratio mínima, cuando en los colegios de alrededor no paraban de llegar.
De hecho, el director ha revelado que incluso le pusieron trabas para conseguir matricular el alumno que le faltaba de cara a este curso. Ha explicado que una familia que estaba interesada en matricular a sus dos hijos había acudido a la escuela, pero como para matricularse están obligadas a pasar por el ente público, este los terminó enviando a otro centro escolar.
“Acabamos pensando que hay mala intención…”, ha confesado.

Imagen de varios niños en un aula
Las familias se niegan a pagar
Por otro lado, varios directores han relatado como desde la entidad pública se les dice a las familias vulnerables que no deben pagar “ni un duro”, pese a que deberían asumir los gastos del seguro médico de sus hijos y otros como la psicopedagoga del colegio.
“Cuando se les dice desde el centro que tienen un gasto obligatorio, se niegan a abonar el dinero. Así, somos nosotros los que pagamos el seguro y la psicóloga de nuestro bolsillo y nadie nos va a dar una subvención por ello”, han criticado.

Niños jugando en una calle del barrio de Horta de Barcelona
Acabar con la concertada
Todas estas actuaciones, según los directores, responden a un único plan: terminar con la escuela concertada. Y las primeras en caer serán las pequeñas.
“Para los colegios pequeños de una línea, que no tienen una estructura de escuelas como Jesuïtes o Vedruna que se ayudan entre ellas, el hecho que nos ahoguen económicamente como lo están haciendo es una sentencia de muerte”, ha lamentado un director.
“Como han visto que ha bajado la natalidad, lo que quieren los políticos es llenar sus escuelas, así se ahorran el dinero que nos tienen que pagar y lo pueden destinar a la pública”, ha argumentado otro.
Una lucha lenta
A pesar de todos los obstáculos, las concertadas siguen en pie de guerra para evitar el cierre de sus escuelas.
Los últimos años han surgido iniciativas que han terminado con logros como la cobertura del pago de una parte de los gastos de funcionamiento y diversos cambios en la resolución del plan de choque contra la segregación.
Un director del distrito de Sants ha matizado que han sido años muy intensos, y que aunque continúan desamparados, ahora se organiza el reparto de alumnos "algo mejor" que en el 2019.
Aun así, reconoce que todavía queda “mucho camino”, en tanto a la inversión en educación como terminar con el prejuicio de la escuela concertada es elitista. “Según qué partido gobierne estamos peor vistas y no, la escuela concertada hace una labor social que se debe reconocer”, ha concluido.