Nos pasa a todos cuando cargamos el coche más de lo necesario. Ya se sabe, vienen las vscaciones y quien más quien menos tiene que hacer maletas y mirar que todo entre en el habitáculo. Otra cosa es si dispones de un remolque, que entonces pueden entrar más... hasta que descubres que también te quedas corto.

En el caso de la imagen, evidentemente no se trata de un vehículo de cuatro ruedas, ni tampoco de un remolque convencional. Es uno de los cientos de personas que malviven pillando metal por las calles de Barcelona para luego venderlo al mejor postor. Lo que le ocurrió al buen hombre es que no midió bien la amplitud del carro -ni sus fuerzas- y quedó así, varado en el cruce entre la calle Diputación y el paseo Sant Joan.

Al final se salio con la suya, por cierto.