Girona, una calle para el reparto no para los peatones

El panorama diario de una buena parte de las calles pacificadas y supuestamente devueltas a los peatones, una vez expulsados los automóviles, es el que ilustra la fotografía que acompaña estas líneas.

Fue tomada a las 11 de la mañana del jueves pasado en el tramo de la calle Girona que discurre entre Mallorca y Valencia. No es algo extraordinario, sino el día a día. Camionetas de reparto y vehículos de industriales que han encontrado aparcamiento gratuito donde antes circulaban y estacionaban coches particulares. Se ha producido un reemplazo: coches que antes atravesaban el Eixample de mar a montaña por camionetas y furgonetas metiendo la primera y la marcha atrás entre los alcorques de los árboles y las jardineras para aparcar dejando espacio suficiente para que salgan el resto de los operarios que han tomado la calle.

Los peatones deben estar contentos porque, aunque no hayan ganado espacio, seguro que soportan menos ruidos. Al menos, los que viven en la parte central de la manzana; no los más cercanos a la calle Valencia que ahora se traga también la ciurculación desviada de Consell de Cent.