Mucho antes de que el fast food se convirtiese en un imperio gastronómico y llenase cada local vacío de la ciudad de comida para llevar, hubo un tiempo que la gente daba prioridad a la calidad y el sabor de los productos frente a otras cualidades, como por ejemplo el precio y la rapidez en la preparación. En la actualidad, esta tendencia ha vuelto a resurgir y cada vez gana más presencia en restaurantes y mercados.

slowfood bcn

 

En contraposición a lo que muchos piensan, cuando hablamos de slow food no solamente nos referimos a productos como las hortalizas o la fruta, si bien es cierto que es lo primero que se nos viene a la mente. La diferencia principal reside en el origen de todos ellos: cuanto más naturales, mejor. Eso significa que, durante el proceso de siembra, cultivo y cosecha, el número de productos químicos que se emplean sea el más bajo posible o zero. Además, este movimiento también pone de relieve la sostenibilidad de los modelos de consumo; el protagonismo de las recetas locales y el deleite en el sentido del gusto.

Aunque BARCELONA cuenta con varios locales que ofrecen este tipo de comida, el ratio desigual entre establecimientos comúnmente denominados de “comida basura” y locales que sirven slow food sigue siendo más que evidente. El auge del turismo de sol y playa, junto con la diferencia en el precio, no se lo ponen nada fácil. A pesar de ello, restaurantes como CINC SENTITS -que cuenta con una estrella MICHELIN- o Rasoterra han obtenido la distinción que otorga la asociación KM0 SLOW FOOD, que ya cuenta con 65 establecimientos de estas características en toda Cataluña y poco a poco va sumando más.

Un indicador que nos ayuda a entender el alcance de este fenómeno en la actualidad son las recientes aperturas de supermercados eco y la celebración de mercadillos donde los productos de proximidad son los protagonistas. Un claro ejemplo es el MERCAT DE LA TERRA, que se celebra los sábados de febrero y marzo en el barrio de SANTS y que busca dar a conocer el producto local, sostenible y de calidad. Habrá que esperar un tiempo para ver cómo avanza este fenómeno, pero es innegable que ha entrado en nuestra ciudad para quedarse.