130 metros son suficientes para posicionarse como una de las calles más reconocidas de la ciudad de Barcelona. Tanto por los propios vecinos como por los miles de turistas que acuden a la ciudad cada año. Así es Petritxol, uno de los rincones más dulces por la alta cantidad de chocolaterías y pastelerías que se asientan sobre ella.
Tanto es así que, con el paso de los años, se ha ganado el mote de la calle del chocolate. Especialmente desde el siglo XVII, cuando de manera espontánea comenzaron a instalarse multitud de granjas a las que la gente iba a merendar los mejores dulces.
EL ARTE DEL CHOCOLATE
De entre todos los locales que sirven chocolate en su interior, son dos los que llaman especialmente la atención. Por un lado, la granja La Pallaresa, situada en el número 11. Esta fue inaugurada en el año 1947 y una de sus los aspectos que la ha hecho perdurar en el tiempo es la calidad de todos sus productos, elaborados de manera artesanal. Dentro de su extensa carta de bebidas y meriendas, destaca su chocolate caliente con nata casera, una experiencia gastronómica que hace que los clientes siempre tengan ganas de volver.
Por otro lado está la granja Dulcinea, situada en el número 2 de la calle Petritxol. Fue en el año 1941 cuando abrió sus puertas por primera vez y, desde entonces, ha dado servicio a multitud de personas. Entre ellas, el pintor Salvador Dalí y el escritor Àngel Guimerà.
Su gran especialidad es el chocolate a la taza y el suizo con nata. Sin embargo, por encima de todo, destaca la decoración del interior del local, en el que parece que no hayan pasado los años.
UN PASO HACIA LA MODERNIDAD
Pese a que la granja Dulcinea y La Pallaresa son los locales más reconocidos de la calle Petritxol, esta no ha podido permanecer inherente con el paso del tiempo. En su recorrido se han desarrollado opciones más modernas y contemporáneas en las que disfrutar de nuestros sabores favoritos. Es el caso de Xocoa, situado en el número 11.
Su carta nos muestra una gran cantidad de productos en los que el chocolate centra toda la atención. Es muy popular entre los barceloneses y uno de los establecimientos más recomendados para los turistas. También lo son sus bombones, tabletas de todo tipo o las generosas porciones de tarta casera, además de los míticos churros o los deliciosos melindros con los que tomar una bebida caliente.
Es una de las granjas más famosas de la mítica travesía barcelonesa. Por las tardes se pueden ver largas colas de personas que esperan el tiempo que haga falta para poder entrar en su interior y merendar las exquisiteces que este pequeño y familiar local ofrece.