El actor Álvaro Cervantes, conocido por su sensibilidad artística y compromiso con cada uno de sus personajes, ha encontrado en la gastronomía un universo tan creativo como el cine.
Con el estreno de su nueva película, Esmorza amb mi, se ha dejado ver más cercano y auténtico que nunca, hablando no solo de amor y desamor, sino también de comida, emociones y recuerdos.
Álvaro Cervantes, un actor con alma de cocinero
Además de brillar en la gran pantalla, Álvaro es un declarado apasionado de la cocina. “Me gusta mucho cocinar, viene de casa”, afirma en una entrevista con Hule y Mantel.
A lo largo de sus viajes ha aprovechado para aprender recetas en países como Marruecos o India, y aunque nunca ha pisado una escuela de cocina, sus platos caseros cuentan con una elaboración y cariño únicos.
Uno de sus favoritos: el pescado al horno. Cuida cada detalle, desde el punto de cocción hasta el momento exacto para poner las patatas.
Cocinar, para él, es también un termómetro emocional: “Cuando me cocino es porque me estoy cuidando”, dice con franqueza.
El barrio barcelonés que guarda sus recuerdos más sabrosos
Aunque nació en el Raval, pronto se trasladó al Poblenou, otro de los rincones que forman parte de su identidad.
Sin embargo, fue durante la adolescencia que reconectó con el Raval gracias al director Iván Morales. Hoy, ese barrio es también protagonista en su vida y en su última película.
Uno de los lugares que más atesora es el Bar Mendizábal, donde los bocadillos se convirtieron en algo más que comida: eran pura inspiración.
Bar Mendizábal en imagen de archivo
“Aquellos bocadillos son mi magdalena de Proust”, confiesa. La terraza del Mendizábal, en plena calle Junta de Comerç, fue testigo de encuentros creativos y momentos personales inolvidables.
Mari y Rufo: el restaurante donde Álvaro se siente en casa
Pero si hay un lugar que Álvaro no duda en recomendar en Barcelona, ese es Mari y Rufo, ubicado cerca del Mercat de Santa Caterina. ¿Por qué? Porque allí se sentía como en casa. “Tienen un producto increíble y un equipo con mucho cariño”, destaca.
Ese cariño ha pasado de generación: el hijo de los fundadores abrió Somsis, en la calle Montsió, manteniendo viva la esencia.
Un plato del restaurante Mari y Rufo
Para Álvaro, ambos restaurantes simbolizan afecto, calidad y autenticidad. Lejos del lujo excesivo o el postureo gastronómico, estos locales le ofrecen algo mucho más valioso: conexión emocional y sabor real.
Su mirada crítica a los desayunos de lujo
Curiosamente, uno de los momentos más íntimos de su personaje en Esmorza amb mi ocurre durante un desayuno.
Sin embargo, en la vida real, Cervantes se muestra crítico con la tendencia de convertir los desayunos en un artículo de lujo. “Me da rabia pagar un dineral y formar parte de la gentrificación”, dice.
Por eso, prefiere los desayunos hechos en casa: pan con tomate, queso, jamón, o una tortilla francesa. Incluso se ha unido a la tendencia del aguacate con huevo, pero siempre en un entorno más íntimo y menos comercial.
Gastronomía más allá de las estrellas Michelin
Aunque le gusta explorar los restaurantes con estrella Michelin, no se deja llevar solo por eso. Para él, la calidad del producto y la experiencia del lugar pesan más.
Disfruta tanto en locales de renombre como en sitios pequeños con alma y sabor.
La escena madrileña también lo conquista
Actualmente, vive en Madrid y tiene sus rincones favoritos. Desde El Brote, especializado en setas, hasta la taberna andaluza Sanlúcar, el gallego O’Curruncho o el peruano Kausa Madrid, donde ha redescubierto los sabores del país tras su paso por Perú.
Imagen de archivo de un plato del restaurante favorito peruano
Aunque ha considerado abrir su propio restaurante, es consciente del sacrificio que implica. Le interesa más la cocina desde el placer y el amor, no desde la presión empresarial.
Por ahora, prefiere seguir cocinando para amigos, para él mismo, y mantener esa relación íntima con la comida.
La cocina como refugio creativo
En definitiva, la gastronomía es mucho más que un pasatiempo para Álvaro Cervantes. Es su manera de conectar con el presente, con su entorno y consigo mismo.
Su restaurante favorito en Barcelona, Mari y Rufo, representa todo lo que valora: calidad, cercanía y un ambiente donde sentirse como en casa.