Los vecinos del barrio de Gràcia cargan contra la polémica discoteca Draco, a la que califican como "un foco de problemas y peleas", un problema que persiste desde hace 40 años, aseguran los afectados a Metrópoli

Este local de ocio nocturno --situado en la calle de Ca l'Alegre de Dalt-- está en el mismo establecimiento donde se ubicaba la mítica discoteca KGB. "Siempre generó problemas de convivencia, como cualquier otra discoteca", asegura Jorge, uno de los vecinos afectados. Tras su cierre, el local se transformó en La Canela y cambió completamente su ambiente, pasando de un público rockandrollero a otro latino. A partir de ese momento, el incivismo se intensificó y acabó cerrando sus puertas durante la pandemia por irregularidades en su licencia.

Exterior de la discoteca Draco de Gràcia AFECTATS CANELA-DRACO

El Ayuntamiento de Barcelona abrió un expediente sancionador contra el local en diciembre de 2019. El motivo principal fue que la discoteca operaba con un titular de licencia diferente al de la gestión. Por lo tanto, estaba funcionando sin la autorización correspondiente.

Los problemas de la discoteca Draco

A pesar de este conflicto, tres años más tarde, los propietarios buscaron reabrir, renombrando el local como Draco. Con una asociación legal con los antiguos dueños del KGB, lograron reanudar la actividad, pero los conflictos con los vecinos continuaron. Desde su reapertura, Draco ha sido objeto de numerosas quejas por peleas y ruido. La situación ha llegado a tal punto que los vecinos se han organizado para denunciar públicamente los problemas que generan algunos de sus clientes. 

Lo hacen bajo la plataforma Afectats Canela-Draco (ex-KGB), donde comparten las agresiones y peleas que se producen en las inmediaciones de la discoteca. La polémica más reciente pasó hace escasas semanas, cuando los porteros echaron a unos clientes por comportamiento incívico y, ante la negativa de ellos de abandonar el local, se generó una discusión, que se saldó con agresiones con palos de hierro y de madera.

Agresiones entre porteros y clientes

Según Pedro, miembro de Afectats Canela-Draco, esto es solo la punta del iceberg de un problema que persiste desde hace "demasiado tiempo". "Desde su apertura, las peleas han ido a más. Ya no solo entre clientes, sino entre el personal de la discoteca y los asistentes. Hemos visto a trabajadores quitarse el cinturón para apalizar a los clientes, lanzándoles piedras... Este grado de violencia se genera por la misma discoteca".

Los vecinos pierden el litigio

A ojos de la entidad vecinal, la solución es sencilla: que se les suspenda la licencia, una licencia que, según ellos, se ha obtenido a través de una "trampa legal". No obstante, tal como explica Fernando Martínez Iglesias, director general de la Federación Catalana de Locales de Ocio Nocturno (FECALON), no se trata de una trampa, sino de dos sentencias judiciales --a las que ha tenido acceso Metrópoli-- donde se desestiman los recursos presentados por los vecinos.  

Martínez Iglesias ha sido el letrado de los responsables de la sala y explica que la propuesta que presentaban los denunciantes era que se indemnizaran a los nuevos propietarios y que se cerrara la discoteca para buscar otra alternativa comercial. "Perdieron el litigio y ahora están presionando", explica el abogado, que ha aprovechado la ocasión para remarcar que el problema "es de la gente de la calle", no del interior de la sala. 

"La batalla legal la han perdido"

"No hay constancia de que los controladores agredan a los clientes, actúan articulando la mínima fuerza indispensable", explica el letrado. Preguntado por las acusaciones de los vecinos, reitera que "no hay pruebas de lo que dicen". "Es una reclamación legítima, se quieren quitar la discoteca de en medio y están intentando hacer ruido, pero la batalla legal la han perdido", reitera.