L’Hospitalet de Llobregat, con 260.000 habitantes, es la segunda ciudad más grande de Cataluña. La crisis económica se cebó con esta población del Baix Llobregat, castigada por la alta densidad de algunos barrios y liderada desde 2008 por Núria Marín (L’Hospitalet, 1963). Para combatir los problemas de seguridad, la alcaldesa (PSC) pide más refuerzos policiales a la Generalitat mientras sueña con su proyecto de convertir L’Hospitalet en la capital biomédica de Europa y lucha por enterrar las barreras físicas (vías del tren) y sociales de su ciudad. A Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, le pide una visión más metropolitana y, defensora de la colaboración público-privada, se desmarca de los procesos de remunicipalización. Desde 2019 es la presidenta de la Diputació de Barcelona.
¿Cuáles han sido los principales cambios de L’Hospitalet desde 2008, cuando sustituyó a Celestino Corbacho en la alcaldía?
En L’Hospitalet hemos vivido una crisis muy dura y larga que nos ha obligado a luchar contracorriente. Hemos intentado generar proyectos económicos para generar riqueza y trabajo. Hemos desarrollado la plaza Europa, el turismo de negocios y estamos a punto de finalizar el proyecto biomédico de Bellvitge. Cataluña ha vivido una crisis política que ha impactado en las instituciones locales y nosotros hemos pensado en el ciudadano, en trabajar internamente y en posicionar L’Hospitalet en el área metropolitana y en el mundo.
¿Cuáles son las prioridades de la alcaldesa de L’Hospitalet para este mandato?
Nosotros ponemos la ciudadanía en el centro de nuestra acción. En estos cuatro años trabajaremos los temas biomédicos, tecnológicos y culturales. Queremos que L’Hospitalet se convierta en un distrito cultural potente del área metropolitana. Barcelona no puede ofrecer las mismas ubicaciones y precios que nosotros. La marca Barcelona ayuda a todas las poblaciones del área metropolitana a posicionarnos en el mundo. Hace 50 años, Barcelona expulsaba las cosas negativas que no quería y muchas llegaban a L’Hospitalet y otras poblaciones limítrofes. Ahora, Barcelona se ha quedado pequeña y no puede abarcar todas las cuestiones positivas.
¿Qué ha perdido L’Hospitalet con la suspensión del Mobile?
Ha perdido lo mismo que las otras poblaciones del área metropolitana y de Cataluña. El Mobile tenía un impacto económico de casi 500 millones de euros, generaba 14.000 puestos de trabajo y tenía una gran incidencia en el sector hotelero y la restauración. Impactaba directamente en estos establecimientos, pero no sabemos el impacto en términos porcentuales que ha tenido su cancelación para L’Hospitalet.
La seguridad, según el último barómetro del Ayuntamiento de Barcelona, es el gran problema de la ciudad. ¿Cómo afecta este aumento de los delitos a L’Hospitalet?
Es un problema habitual en las grandes poblaciones y L’Hospitalet es la segunda ciudad más grande de Cataluña. Somos una población representativa de lo que ocurre en el área metropolitana y el problema de la seguridad lo manifiestan muchos ciudadanos. En L’Hospitalet, el incremento de la delincuencia no ha sido tan grande como en Barcelona, pero la población percibe este problema como propio por el impacto que ha tenido en la gran ciudad. En L’Hospitalet reclamamos a la Generalitat, que tiene la competencia en materia de seguridad ciudadana, que incremente el número de efectivos de los Mossos en nuestra ciudad. Sin más policías es más difícil que mejore la percepción de que somos una localidad segura.
¿En qué barrios se tiene que incidir más en la lucha contra la inseguridad?
Es evidente que en algunos barrios pueden tener una percepción de inseguridad más elevada que en otros, pero es un problema general que debemos gestionar. Acabamos de poner en funcionamiento nuevos guardias urbanos y esperamos que se puedan incorporar lo antes posible a la ciudad. No somos la única población que ha aumentado su dotación de policías locales, pero insistimos en pedir más efectivos a la Generalitat porque los Mossos son esenciales. La policía local acompaña y colabora, pero son los Mossos quienes marcan las estrategias. Como ciudad ferial que acoge muchos eventos, y que pronto ampliará la Fira en más de 60.000 metros cuadrados, necesitamos más efectivos para garantizar una seguridad que no puede recaer en la plantilla ordinaria de la ciudad.
¿Cómo condiciona sus políticas de seguridad que haya muchos barrios con una alta densidad en L’Hospitalet?
Es una realidad. De haber mantenido la dinámica de los ayuntamientos predemocráticos, L’Hospitalet no tendría hoy 260.000 habitantes sino 500.000, porque era el objetivo de los gobernantes de entonces. No sé cómo estaríamos de haberse cumplido esas previsiones. L’Hospitalet ha pasado de ser un suburbio, una ciudad marginal a la que estábamos abocados, a ser una ciudad moderna, con oportunidades. El nivel de densidad es importante, pero comparativamente es inferior al del Eixample, en Barcelona. Nuestro trabajo consiste en esponjar poco a poco. No es un tema fácil ni sencillo porque la ciudad ya está construida, pero queremos multiplicar por nueve el número de hectáreas verdes de la ciudad desde que se instauró la democracia en España. Si empezáramos de cero, haríamos una ciudad diferente, pero hemos situado L’Hospitalet en una dinámica muy distinta a la que tenía hace 40 años.
¿Por qué Bellvitge ya no forma parte de la crónica negra de L’Hospitalet?
Es un barrio que le tengo mucho cariño porque yo estudié en un instituto del barrio, cuando no había centros educativos en todos los barrios de L’Hospitalet. Recuerdo que en mi época había mucho barro en Bellvitge y el día que llovía era muy complicado llegar al instituto. Todo esto ha cambiado. Los ciudadanos que llegaron hace 40 o 50 años lucharon para cambiar su imagen, su estigma de barrio marginal y suburbial, por un barrio en el que sus vecinos están muy orgullosos de ser de Bellvitge. En el pasado, muchos trabajadores pararon la construcción de algunos bloques y lucharon por la dignidad de sus vecinos, por las escuelas y los comercios. Desde las discrepancias, en L’Hospitalet siempre hemos trabajado conjuntamente por mejorar las condiciones de vida de Bellvitge, que hoy es un barrio fantástico.
¿Cómo le gustaría ver L’Hospitalet en 2030?
Sueño con una ciudad sin barreras, tanto físicas como sociales y medioambientales. Me gustaría ver L’Hospitalet sin las vías del tren, con un espacio de 120.000 metros cuadrados que ganamos de zona verde, con edificios llenos de científicos e investigadores que trabajen en el tema biomédico y generen mucha actividad económica. También quiero que L’Hospitalet sea más amable, más respirable. Sueño con una ciudad moderna, dinámica, que cuide a la gente grande, que ponga en el centro de su acción la educación como elemento esencial para que todos tengan las mismas oportunidades. Y sueño con L’Hospitalet como mejor ciudad del mundo.
¿Tiene más ventajas e inconvenientes vivir en una gran población limítrofe con Barcelona?
Tiene muchas ventajas, porque L’Hospitalet siempre ha sido una ciudad muy bien comunicada, muy bien dotada culturalmente. También tiene inconvenientes, aunque menos ahora. Muchas veces había un ambiente difuso entre la personalidad de L’Hospitalet y lo que es Barcelona. A principios de la democracia había una falta de autoestima que poco a poco hemos ido cambiando y hoy los ciudadanos se sienten orgullosos de su identidad. Esto nos ha hecho fuerte, con un carácter muy abierto, moderno y acogedor.
¿Barcelona tiene una visión metropolitana?
Depende. En general, Barcelona sí tiene una mirada amplia. Recuerdo la Barcelona metropolitana de Pasqual Maragall, que fue su máximo impulsor, pero desgraciadamente no siempre ha tenido esta mentalidad.
Las previsiones indican que el 75% de los habitantes vivirán en grandes ciudades en 2050.
Este dato nos tiene que hacer reflexionar hacia dónde debe ir Barcelona. Los objetivos de desarrollo sostenible, la agenda 20-30 y el cambio climático nos obligan a tener una visión más amplia, más allá del ámbito local. Ésta es una realidad con una riqueza muy grande. Desde mi posición de presidenta de la Diputació de Barcelona también tengo una perspectiva más amplia incluso del área metropolitana. Tenemos un territorio fantástico en el que convive una gran conurbación como es Barcelona con espacios naturales de primer nivel y poblaciones muy pequeñas. Toda esta realidad la hemos de trabajar conjuntamente. Si lo hacemos así, todos saldremos ganando. Esta mirada tan pequeña no favorece que la ciudadanía pueda tener oportunidades.
¿Es un contrasentido que el PSC sea el partido más votado en el Área Metropolitana de Barcelona y Colau sea su presidenta?
Es un acuerdo que se materializó hace unos años y me parece, y lo digo con sinceridad, que se puede cambiar, modificar.
¿Qué relación tiene con Colau?
Una relación correcta. Como alcaldesa de L’Hospitalet, y en beneficio de mis ciudadanos, siempre he de tener una relación institucional correcta con todas las instituciones: con Barcelona, con las poblaciones vecinas, con el Área Metropolitana de Barcelona, con el gobierno de la Generalitat, con el gobierno de España y, si puede ser, con el de Europa. Con buena sintonía, los proyectos estratégicos de L’Hospitalet se podrán desarrollar más rápido.
¿Qué mejoras prioriza para la movilidad de L’Hospitalet?
La movilidad es un aspecto muy importante para el desarrollo económico de un territorio. Ahora tenemos el reto de mejorar la red de cercanías y no lo digo porque L’Hospitalet tenga la pieza clave para que funcione la red de toda Cataluña. También hemos de soterrar las vías para hacer todos los cambios. Por otra parte, tengo mucha confianza en Rosa Alarcón, la actual presidenta de TMB, que era una colaboradora muy directa hasta hace unos meses. El área metropolitana necesita un transporte público muy eficiente que nos permita desarrollarnos económicamente.
La gestión del agua también tiene una visión metropolitana. El vicepresidente del AMB, Eloi Badia, insiste en remunicipalizar el servicio pese a las sentencias judiciales contrarias
Yo no comparto la visión de Eloi Badia con el agua ni en otras materias. En L’Hospitalet valoramos distintas propuestas y modelos, y llegamos a la conclusión de que el sistema actual es el mejor. También pasó con el sistema para la recogida de la basura. Soy una defensora de la colaboración público-privada. La empresa privada genera riqueza y puestos de trabajo, que pueden ser orientados desde la administración publica. Con la colaboración todos salimos ganando.
¿Las mujeres ganan protagonismo en la política municipal?
Sí. Hay toda una generación que empezó a andar con la instauración de la democracia. Los cambios que se introdujeron en el mundo económico y social también han llegado a la esfera política. Es razonable que haya muchas alcaldesas escogidas por sus formaciones y por los ciudadanos porque representamos el 50% de la población. En el PSC somos feministas y creemos firmemente en la igualdad entre hombres y mujeres. Y en el mundo local, sobre todo en tiempos de crisis y dificultades, la valentía de muchas mujeres explica su elección.
¿Cuál es su prioridad como presidenta de la Diputació de Barcelona?
Poner la institución al servicio de todos los municipios. Es una institución muy importante y queremos que nuestros planes económicos y financieros puedan aterrizar en los 311 municipios de la provincia de Barcelona.
Se ha entendido el pacto entre el PSC y Junts per Catalunya?
Yo sí.
¿Es extrapolable a otras administraciones?
Se dieron las circunstancias para que el PSC, el partido más votado en las últimas elecciones municipales en la provincia de Barcelona, pudiera hablar con otras formaciones para gobernar la Diputació. Exploramos diferentes posibilidades y llegamos a un acuerdo con Junts per Catalunya porque nos unía un trabajo colaborativo con los ayuntamientos, no por un tema ideológico o identitario. Todos teníamos dudas con esta alianza, algunos más que otros, pero está funcionando muy bien. Nos entendemos desde un punto de vista práctico de poner en marcha las prioridades. Es una buena alianza.