Las jeringuillas tiradas en el patio interior de un edificio de Pubilla Cases (L'Hospitalet de Llobregat) sorprendieron a los agentes antidroga de la unidad Kilo de la Guardia Urbana. Era 2018 y la policía había descubierto el primer narcopiso de la segunda ciudad más poblada de Cataluña. Ese día informaron a los Mossos d'Esquadra de la presencia de traficantes en un piso okupado en el que también se consumía. De manera casi insólita, un juez autorizó la entrada y registro para ese mismo día. La policía tumbó la puerta y detuvo a tres personas.

El dispositivo marcó el inició de una colaboración estrecha e intensa entre los dos cuerpos policiales, obligados a trabajar juntos para hacer frente a un fenómeno que hace tiempo dejó de ser un problema únicamente barcelonés. En cuatro años, la ciudad vecina ha visto florecer decenas de puntos de venta de droga, algunos de ellos narcopisos. Son salpicaduras de una mancha de aceite originada en su inicio en la capital catalana.

30 PISOS INVESTIGADOS EN 2021

Barcelona registra una fluctuación de esta actividad. En la actualidad el Raval apenas cuenta una decena de puntos de venta, según la entidad Acció Raval. En L'Hospitalet, fuentes policiales señalan que los agentes han investigado durante este 2021 un mínimo de 30 pisos, entre los que se encuentran narcopisos. Algunos se desmantelan en las distintas operaciones de Mossos y Urbana, otros dejan de estar activos durante un tiempo y otros cesan su actividad para prevenir la acción policial y judicial.

La última operación tuvo lugar el 23 de diciembre en el barrio de La Florida. Allí, los mossos arrestaban a un hombre de 55 años de origen dominicano. Tenía antecedentes por vender cocaína. Ahora vendía basuco, la base sucia de la coca, más barata y adictiva. Antes, el 6 de diciembre, los agentes cerraban otro narcopiso en Collblanc y detenían a cuatro hombres

UN GRUPO CONTRA LOS NARCOPISOS

La proliferación de narcopisos en una ciudad 264.657 habitantes ha obligado a los Mossos d'Esquadra a mover ficha. La comisaría de L'Hospitalet de Llobregat ha creado un grupo dedicado a ubicar los puntos de venta de droga en el que participan agentes de la Guardia Urbana.

Un portavoz de la policía catalana explica que participan directamente en las investigaciones a excepción de algunos procesos como por ejemplo las escuchas telefónicas, pues no están autorizados. Con este nuevo "grupo estable" policial, los Mossos buscan "prevenir un repunte de delitos" contra la salud pública. "Es importante trabajar de manera preventiva. Se debe actuar de forma incipiente", señala el portavoz.

LOS CHIVATAZOS DE LOS CONSUMIDORES

Especializados en la lucha contra la droga y el trabajo de incógnito, los Kilo conocen bien el trasiego de la droga en la ciudad. La entrada y salida constante de consumidores de un edificio indica la presencia de un narcopiso. Los agentes lo saben porque, al pararles, apenas llevan sustancias encima. Realizan seguimientos, intervenciones y decomisos de droga en la calle. La declaración del consumidor en un atestado revelando la ubicación de un piso es muy valiosa.

Instrumentos de medición de droga intervenidos durante una operación antidroga / MOSSOS

 

Los chivatazos también circulan en dirección contraria y los narcotraficantes saben por sus clientes cuando la policía le pisa los talones. "Con el tiempo han mejorado su manera de operar. Cuando notan que les investigan djean de tener actividad en ese piso y se desplazan a otro. De esta manera el trabajo policial se complica."

Metrópoli ha intentado, sin éxito, conocer la versión oficial de la Guardia Urbana sobre la situación de los narcopisos en L'Hospitalet. Una portavoz del Ayuntamiento señala que la investigación de estos pisos es competencia de los Mossos d'Esquadra. Sin embargo, el trabajo del grupo antidroga de la policía local es intenso y aportan información valiosa en los operativos conjuntos con la policía catalana. Son ellos, por ejemplo, los que marcan las puertas de los pisos de madrugada segundos antes de que una decena de mossos irrumpa en un piso tras derribar el acceso con un ariete.

EL RAVAL RESPIRA: "ESTAMOS CONTENTOS"

En Barcelona la presión policial ha logrado en los últimos meses mantener a raya los narcopisos. Así lo reconoce Ángel Cordero, portavoz de Acció Raval, siempre vigilante a la actividad de los narcos. "En el punto álgido tuvimos 70 puntos de venta,  ahora tenemos 10. Es un avance. Hay una buena respuesta policial que impide que esto crezca. Estamos contentos y existe una cierta tranquilidad en ese sentido", explica el activista. 

En L'Hospitalet los vecinos también son una fuente de información, aunque en muchos casos impera el miedo a las represalias. Lo confirman dos líderes vecinales. "Yo no he detectado pisos donde se consuma, pero los pisos y locales en los que se venden sí existen. Cuesta erradicarlo", cuenta Daniel Jiménez, presidente de la asociación de Pubilla Cases. "Nos preocupa la indefensión que sentimos los vecinos. Vemos detenciones, pero al poco vuelven a la calle", lamenta Loli Colàs, presidenta de la asociación Collblanc-Torrassa.

¿QUIÉN GESTIONA LOS NARCOPISOS?

Los narcopisos de L'Hospitalet están gestionados, principalmente, por grupos de origen dominicano y pakistaní. También hay españoles, pero son una minoría. Operan por separado aunque en la práctica, señalan las mismas fuentes policiales, "se conocen todos". Este 2021, la Unidad Kilo ha realizado 100 detenciones, la inmensa mayoría por un delito contra la salud pública (un 80%). El resto de detenciones son por autoridad a agente de la autoridad, resistencia o desobediencia.

El proceso judicial para intervenir policialmente uno de estos pisos es lento. Pasan varios meses desde que los agentes conocen de la existencia de la venta de droga hasta que un juez ordena la entrada y registro. En el interior encuentran camellos y compradores. También prostitutas, algunas menores de edad. Los detenidos tienen navajas, machetes y pistolas de fogueo escondidas en cajones y cojines. Muchos pisos funcionan las 24 horas con alguien que duerme en viviendas sucias y degradadas, con restos de comida esparcidos que invitan a las cucarachas.

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