Los trabajadores del turno de noche del Hospital de Bellvitge corren el peligro de quebrarse. La carga de trabajo en ciertas secciones de la institución ha puesto al límite a todo el personal sanitario. Ven como cada día tienen que atender una carga de trabajo que ha desgastado la mente y el cuerpo de los técnicos de un sector especialmente castigado por los años de pandemia.

Según han relatado a Metrópoli trabajadores del centro e integrantes del sindicato SATSE, las actuales condiciones laborales llevan mucho tiempo poniendo a prueba la salud física y mental de los trabajadores. Una trabajadora del turno nocturno de los martes, uno especialmente duro, ha explicado a este medio que sufre de dolores musculares, lumbalgias y cefaleas desde hace tiempo, además de la carga emocional con la que tiene que lidiar debido a la dureza del servicio y la escasa conciliación familiar.

"El turno de noche es un turno más", analiza, "solo que contamos con menos plantilla". Asegura que el número de pacientes no desciende y hay que proporcionar la misma calidad de los cuidados. La lógica de que el paciente por la noche descansa no funciona, porque "cuando un paciente empeora, empeora sea de día o de noche". La diferencia es que el número de sanitarios durante el día puede ser entre dos y tres veces superior al que hay disponible por la noche.

Para suplir la carencia de personal durante los picos de trabajo, suele haber un personal de refuerzo cuya ayuda se puede solicitar. El problema es que ese personal de refuerzo es insuficiente por varios motivos. Relatan que, en primer lugar, una parte importante de la plantilla está de baja médica por dolencias físicas derivada del propio trabajo. Otros están de baja por estrés y ansiedad, consecuencia de los estragos de la pandemia, pero también por cuestiones como tener que acostumbrarse a cenar a las 3:00 de la mañana, la tensión permanente por si hay que atender a algún paciente y el tener que convivir constantemente con la enfermedad. "Algunos hemos tenido que lidiar con la muerte de muchos seres queridos durante la pandemia. Yo por ejemplo perdí a mis dos padres", narra una enfermera. "Lo sobrellevamos como podemos", prosigue.

EL PROBLEMA DE LOS PACIENTES

Los sanitarios consideran que cada vez es más complicado atender a los pacientes. Y es que debido al aumento de la esperanza de vida, el perfil medio del ingresado es una persona mayor pluripatológica, es decir, que sufre distintas enfermedades o afecciones, lo que dificulta el trabajo a la hora de darle una atención completa. A ello se enfrentan médicos, enfermeros, auxiliares y celadores, que atienden todas las necesidades porque "la prioridad siempre es el paciente". Por eso, insisten: "se piden refuerzos, no para poder descansar, sino para poder atenderles mejor". Las secuelas las pagan los trabajadores, que tienen los ánimos cada vez más bajos y el estado físico cada vez más resentido. "A mí cada mes me toca pagar sesiones de fisioterapia para tratarme los dolores", relata una enfermera.

Sanitarios hacen frente a la tercera ola en la UCI del Hospital Universitario de Bellvitge / EFE - Enric Fontcuberta

Ella pondera que, si para mantener los estándares de calidad en el servicio se tiene que perjudicar a los trabajadores del centro, "perdemos todos". "Pierden lo sanitarios, que tienen que elegir entre cenar o dedicar más tiempo a un paciente; pierden los pacientes, cuya calidad de la atención empeora por la falta de manos y, finalmente, pierde el hospital, que ve su reputación comprometida", considera.

LA DIRECCIÓN: ¿ENQUISTADA EN LAS RATIOS?

Según explican desde el sindicato, las conversaciones con la dirección son constantes para redistribuir mejor las cargas de trabajo y para destinar los refuerzos disponibles donde más se necesitan. Detallan que hay personal de apoyo, pero no es estructural, es decir, no hay una parte de la plantilla cuya función fija sea la de asistir allá donde más se les necesita.

Bellvitge realiza intervención pionera en el mundo con un corazón trasplantado / HOSPITAL DE BELLVITGE

En el hospital hay plantas en las que es más común que se necesite refuerzos. Las plantas quirúrgicas, por los cuidados post-operatorios, es un ejemplo de ello. Si hay refuerzos disponibles, la institución los gestiona, "pero cuando no hay, no hay", y tienen que asumir la sobrecarga entre los que están

Por su parte, la dirección cuenta con una serie de ratios, un número de personal que consideran suficiente para atender a determinada cantidad de pacientes y, siempre según los profesionales contactados, "no se quiere subir" dicha ratio, a pesar de que "se tiene conocimiento" de las demandas y necesidades de los trabajadores. Desde el propio hospital, por otra parte, confirman la existencia de estos baremos que afectan tanto a enfermeras como auxiliares de enfermería. 

Y añaden que es la misma para todos los turnos. En este sentido, consideran que siempre que son necesarios refuerzos, estos se envían para reforzar la plantilla "como sea necesaria".

Desde la dirección del Hospital de Bellvitge también comentan que existe un diálogo fluido con los sindicatos y los trabajadores, y aclaran que los problemas que pudiera haber prefieren solucionarlos por la vía interna.

ESTRESADOS, ANSIOSOS Y PENSANDO EN IRSE

En concreto, explican, en el turno de los martes por la noche puede respirarse el estrés, la ansiedad y el hastío por parte de los empleados. Así, advierten que "el estrés psicológico es muy malo, es una sensación constante de agotamiento que te puede exponer a errores y necesitamos la mente despejada, de ahí puede derivarse, por ejemplo, problemas en las dosis de medicación administradas". 

Sanitarios hacen frente a la tercera ola en la UCI del Hospital Universitario de Bellvitge / EFE - Enric Fontcuberta

Con todo, alertan de que una parte considerable de la plantilla está barajando irse, ya sea "migrando a la Atención Primaria", abandonando la profesión o buscando otras alternativas y creen que desde la dirección del centro "no pueden imaginarse el agotamiento que se vive".

SE SIENTEN "OLVIDADOS"

Cuando estalló la pandemia, las Comunidades Autónomas se apresuraron a contratar nuevo personal sanitario. En este contexto, el Hospital de Bellvitge, como otros, recibió una dotación de personal que ayudó a tratar a los pacientes. A medida que se ha ido estabilizando la enfermedad, los contratos se han dejado de renovar y ahora, el centro médico lidia con la carga permanente que supone el virus, con todo el trabajo paralizado y acumulado durante estos años (como operaciones aplazadas) y lo que va surgiendo en el día a día. Pero esta vez, sin esas manos tan necesarias.

Dos técnicos de emergencias médicas ingresan a un enfermo en el Hospital de Bellvitge de Barcelona / EFE - Alejandro García

Una trabajadora explica que "la sensación que se tiene es que son un número". Durante la pandemia se les dio un aplauso y luego, llegó el silencio. "Me gustaría que se tuviera en cuenta que somos personas y tenemos nuestras necesidades y nuestras vivencias", porque "no necesito un aplauso para saber que hago bien mi trabajo, necesito medios para hacer mi trabajo", añade.

Asimismo, siente que tras la estabilización del covid-19 se ha "olvidado" a los sanitarios, algo que nota no solo en las condiciones de trabajo, sino también en el trato con pacientes y familiares. Finalmente, recuerda que llegue o no otra pandemia, "son personas, les duele que se les haya olvidado" y que "son necesarios" para la sociedad.

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