En Sabadell hay 27 familias que llevan más de 50 días sin luz. Se trata de los residentes del bloque Guillem Agulló, okupado por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Metrópoli se ha acercado a la calle de Puig i Cadafalch para conocer en primera persona cómo es vivir en estas condiciones. Los vecinos han abierto las puertas de sus casas para que todo el mundo pueda ver la realidad a la que se enfrentan día tras día. 

Los residentes son personas vulnerables, víctimas de la burbuja inmobiliaria de 2008. El bloque de pisos pertenece a un fondo de inversión y, hace más de nueve años, la asociación por el derecho a la vivienda decidió okuparlo para dárselo a las personas más necesitadas. Conviven una gran diversidad de vecinos: jóvenes, ancianos y familias con niños pequeños. 

APOYO MUTUO ENTRE LOS VECINOS

A pesar de las diferencias culturales que hay entre los afectados, el clima que se respira en este edificio es de comunidad y unión. Están perfectamente coordinados y se ayudan mutuamente en todo lo que pueden. Se sienten abandonados institucionalmente y no les queda otra alternativa. 

El calvario de los residentes del bloque Guillem Agulló comenzó el 12 de julio. Los Mossos d'Esquadra se presentaron en el edificio y les explicaron que Endesa les cortaría el fluido eléctrico. El motivo que alega la compañía hace referencia a las irregularidades en la instalación, que al estar pinchada el riesgo de incendio era muy elevado.

ENDESA CORTA LA LUZ A LOS OKUPAS

Tal como explican fuentes de la compañía eléctrica a este medio, recibieron un aviso de que la luz estaba instalada de manera fraudulenta. Cuando los técnicos se acercaron para comprobarlo, pudieron ver que no disponían de contador ni de ninguna medida regulada. "Ante esta situación, es nuestra obligación cortar la luz. Prevalece la seguridad de las personas y los inmuebles", dicen desde Endesa.

La cocina de Remedios, utilizando una bombona de butano a falta de luz / GALA ESPÍN

Las citadas fuentes explican que los afectados habían contratado a una persona que les hizo un apaño, pero como seguía incumpliendo la normativa, tuvieron que cortar el suministro. "No tenían ningún contrato, pero ahora se está tramitando. El Ayuntamiento de Sabadell se ha puesto en contacto con ellos para ofrecerles un contador social de emergencia de manera temporal".

Fuentes del consistorio municipal explican que están haciendo negociaciones con la Generalitat, Endesa, la PAH y la propiedad del inmueble, ya que se han encontrado con la situación de que el contador general del bloque no queda recogido en el convenio signado entre la Generalitat y la empresa. Ese es el culpable de que se esté ralentizando tanto el proceso de distribución de la luz, ya que hasta que no se solucione no se podrán instalar los contadores sociales. "Estamos pendientes de sí la última propuesta en la que hemos estado trabajando da sus frutos y nos permite poner el contador general", concluyen desde el Ayuntamiento de Sabadell.

Ainhoa sacando un cartón de leche para desayunar / GALA ESPÍN

Endesa reitera su voluntad de poder resolver el conflicto: "Todo el mundo tiene derecho a tener electricidad, pero debe tenerlo de manera segura", concluye. Mientras tanto, los vecinos del bloque Guillem Agulló llevan casi dos meses sin luz. Tampoco saben cuando la van a recuperar, pero la situación se está convirtiendo en un infierno para ellos.

EL BLOQUE GUILLEM AGULLÓ DE SABADELL

El nombre del edificio no es casual. Guillem Agulló fue un joven de 19 años que tuvo un papel clave en los movimientos sociales de la década de los 90. El 11 de abril de 1993, lo asesinaron brutalmente a cuchillazos en Castellón de la Plana. Algunos testimonios declararon que los autores de los hechos lo habían matado por sus ideales, pero el caso se cerró con un solo condenado por una agresión mortal sin tintes políticos

Bloque de pisos Guillem Agulló donde viven familias vulnerables que Endesa les cortó la luz hace un mes / GALA ESPÍN

A pesar de la condena, para los activistas, ese caso fue un asesinato político y han querido rendirle homenaje dando su nombre al bloque de pisos okupado en Sabadell. En él viven 27 familias que quieren recuperar la luz a toda costa. Es el caso de Reme, que tiene 71 años y es okupa en contra de su voluntad. Asegura que no tiene otra opción y lucha para conseguir un alquiler social.

VÍCTIMAS DE LA BURBUJA INMOBILIARIA

Como tantas otras personas, ha sido una víctima más de la burbuja inmobiliaria. Con sus casi 700 euros de pensión, le resulta imposible pagar una vivienda. La PAH no dudó en ayudarla ofreciéndole un piso en los bajos del Guillem Agulló. "Entiendo perfectamente a la propiedad. Me da vergüenza decir que soy okupa, pero no tengo otra alternativa", lamenta la mujer.

Remedios, una de las vecinas afectadas por el corte de luz de Endesa en el bloque Guillem Agulló / GALA ESPÍN

Lo que está siendo más duro para esta anciana es la comida. No funciona ni la nevera ni el congelador y esto se suma a sus problemas digestivos. Come con asco porque teme ingerir algún producto en mal estado. Lavar la ropa, cargar el móvil o ducharse también es un drama. Los días más duros fueron los de la ola de calor, cuando se llegaron temperaturas extremas a las que tuvo que hacer frente sin siquiera un ventilador.

ESTÁN EN UNA SITUACIÓN LÍMITE

Ainhoa vive en la quinta planta con su pareja y es otra de las afectadas. Es diabética e, igual que su novia, no tiene trabajo. Antes vivían en otro bloque de la PAH, hasta que se mudaron al edificio de Guillem Agulló. "Lo hemos pasado muy mal, ya no solo por la economía, sino por el calor. Estos días han sido horribles".

Ainhoa refrescándose con paños de agua fría para poder soportar la ola de calor / GALA ESPÍN

Esta joven de 27 años espera que se pueda solucionar pronto el problema. La situación ha llegado a tal punto que se ha visto obligada a utilizar toallas mojadas para sobrellevar el calor nocturno. Actos tan simples como comer o ducharse se han convertido en una odisea. Ya no solo para ella, sino para el resto de sus vecinos. Muchos de ellos tienen hijos menores y situaciones personales muy duras. Amanecen cada día con la esperanza de que vuelva su derecho a la energía.

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