Las escaleras, un infierno para los ancianos de La Mina. Los vecinos más veteranos que llevan décadas viendo cómo el barrio se transforma se enfrentan desde hace años a una problemática que no les permite desarrollar su día a día: la accesibilidad en los edificios. Los afectados lo explican a Metrópoli tras una de sus sesiones semanales de gimnasia en el Casal de Gent Gran. Mencionan concretamente dos espacios: el Pla de Besòs y el Consorcio de La Mina.
Las intrínsecas escaleras de los edificios imposibilita cualquier trámite que los ancianos quieran realizar hasta el punto de que mandan a sus hijos o familiares en su lugar. En ocasiones, son los propios trabajadores o los vigilantes de seguridad los que se dirigen a la planta baja para recoger los papeles que los afectados desean presentar. "Un despropósito", se quejan.
FATAL ACCESIBILIDAD
La señora Ana, que va con muletas, es una de las vecinas afectadas por la falta de accesibilidad a estos edificios. En ellos se tratan y resuelven temas de todo tipo, desde la vivienda hasta cuestiones sociales, laborales o sanitarias, por lo que son diariamente frecuentados por una gran cantidad de residentes de la zona. "Ella es la titular del piso, así que hay veces que por mucho que nos pida que vayamos nosotros, tiene que presentarse", explica a este medio su hija, que ha acompañado este lunes a su madre al casal.
En la misma línea, Dolores ha dejado de acudir también a estos servicios públicos: "Yo vivo aquí desde que La Mina es La Mina. Vine del Campo de la Bota", narra la mujer. "Y esto cada vez está peor".
LA MINA, SU HOGAR
En el acceso al Consorcio de La Mina se instaló una silla mecánica para paliar los efectos de la subida, pero los ancianos aseguran que "nunca" la han visto en funcionamiento.
Se trata de un problema, el de la accesibilidad, que todos los reunidos en el Casal comparten, pero no es el único: "Es uno de tantos", explican a Metrópoli.
SUCIEDAD
Remedios, la presidenta del Casal, secunda las palabras de sus vecinos y añade otra problemática que sufren mucho porque tienen que estar "mirando todo el rato al suelo para ver qué pisamos": la suciedad.
Este medio ya se hizo eco del incivismo que salpica el barrio y que tiene a una parte de la población indignada: "Por mucho que limpien, si luego los mismos de siempre lo vuelven a ensuciar todo, no hay nada que hacer", dicen los ancianos. No solo basura y residuos: denuncian también los orines humanos y excrementos de animales por las calles. "Ahora en invierno aún se disimula más, pero en verano el olor es insoportable", explican los más veteranos, que se niegan a irse del barrio que los ha visto crecer.