Atrás quedaron los jueves de monólogos, los viernes y sábados de cena con conciertos en acústico, los domingos de vermut rumbero o los tardeos de chill en el Egalité, ubicado en el interior del Club de Tennis de Sant Adrià de Besòs. El famoso bar restaurante que atraía a centenares de clientes de todo el Barcelonès cerró sus puertas dejando al municipio sin ocio nocturno. ¿El motivo? Un convenio entre el ayuntamiento y el club deportivo que no podía renovarse por la necesidad de realizar unas obras de adecuación en el espacio.
Tres años después, los trabajos necesarios para reabrir el negocio no han llegado. Y el recinto, que antes se llenaba de clientes dispuestos a pasar un buen rato, se encuentra ahora inservible. La clausura del Egalité fue un mazazo para jóvenes y adultos, pero todavía lo fue más para su entonces propietario: Oscar Maneus.
Una "falta de honestidad"
Oscar lleva más de 20 años creando escuela en Sant Adrià. Antes de aventurarse con Egalité, fue dueño de uno de los bares de copas que más funcionaba en la ciudad hace una década: el Alternativa, actualmente Blue, junto a la plaza de la Vila. De ahí dio el salto al local del Club de Tennis, donde estuvo otros 10 años más al frente del negocio. Hasta que, unos meses antes de su cierre, el gobierno municipal le dijo que tendría que irse.
En conversación con Metrópoli, Oscar lamenta enormemente la "falta de honestidad" del equipo de Filo Cañete: "Me avisaron unos meses antes y me dijeron que era cosa de los técnicos". Tras ello, una reunión tras otra en la que los políticos le aseguraban que en unos meses el problema estaría solucionado y que el local se sacaría a concurso para que él pudiera presentarse. Una ilusión, la de resucitar el Egalité, que no llegó a hacerse realidad.
De un negocio a otro
El mítico hostelero adrianense ha estado estos tres años esperando que las promesas del PSC se hicieran realidad: "Pero, en vez de ser honestos y decirme la verdad, cuando llegaba la esperada fecha, siempre había un cambio". Su sustento principal de vida, por lo tanto, se esfumó.
Por ello, Oscar decidió invertir en la terraza que se montaba cada año en el paseo de la Rambleta, justo detrás del Col·legi Sant Gabriel. La iniciativa fue todo un éxito ese verano. El también vecino de Sant Adrià organizó espectáculos con DJs en directo y sus ya conocidos monólogos, pero duró poco: al año siguiente, el cubículo dejó de estar disponible y también desapareció. "Lo arrancaron", expresa contundente el hostelero.
"El ocio molesta"
La conclusión a la que llega el empresario después de todo este tiempo es que el "ocio nocturno y la cultura en Sant Adrià molesta". Y es incongruente, añade, porque el público que su Egalité atraía "era más familiar y de adultos, que problemático". Además, ambos negocios están alejados de edificios o calles residenciales, por lo que los problemas vecinales eran escasos.
El fin de un ocio nocturno prácticamente inexistente en la ciudad que obliga a sus residentes a trasladarse a ciudades vecinas para disfrutar de la noche. Ya lo avanzó este medio en julio del año pasado: el ayuntamiento lleva desde 2017 sin conceder licencias para bares de copas.
Chiringuito en Montgat
Una serie de piedras en el camino, por lo tanto, que han hartado a Oscar: "Es una pena. Me prometieron que las cosas iban a ser rápidas y ya han pasado años. Ha habido una falta de agilidad y me he visto obligado a montar ocio en un pueblo donde actualmente no hay".
Se trata del nuevo proyecto de Oscar en Montgat, que continúa con el lema francés: el hostelero inaugurará a finales de año el Liberté, un "Egalité 2.0", describe a Metrópoli. El gran complejo, también ubicado en un club de tenis y pádel, contará con una sala con cabida para unas 100 personas y una inmensa terraza con jardín: "Mezclará el ocio, la cultura, el deporte y la gastronomía", promete el hombre.
¿Un posible retorno?
Aun así, y tras la denuncia que incide en explicar a este medio con un tono moderado, Oscar no pierde la ilusión. Espera que en unos años las obras pertinentes se realicen y pueda optar, de nuevo, a dirigir el bar restaurante en Sant Joan Baptista.
Poniéndolo todo en una balanza, añade: "Molestábamos, tal vez, a un 1% de la población frente a todo un pueblo que estaba a gusto". Aunque por ahora, la batalla está perdida.