El Rock Fest ya es mucho más que un festival en Santa Coloma de Gramenet. Cada verano, durante cuatro intensos días, la ciudad se transforma en un punto de peregrinaje para miles de amantes del rock y el heavy metal.
El Parc de Can Zam, epicentro del evento, late al ritmo de guitarras afiladas, camisetas negras, cerveza en mano y una pasión compartida por la música.
Asistentes al Rock Fest de Santa Coloma
Ambiente familiar
Desde el jueves, 26 de junio, y hasta el domingo 29 los alrededores del recinto bullen de actividad. Llegan familias enteras, grupos de amigos, parejas de mediana edad que repiten año tras año, y jóvenes que pisan por primera vez el césped colomense atraídos por leyendas internacionales como Scorpions, Judas Priest o King Diamond.
Los vecinos, de hecho, ya están acostumbrados a convivir con el sonido ensordecedor de los conciertos y con calles tomadas por camisetas de Iron Maiden, chalecos con parches y mucha, mucha actitud.
Asistentes al Rock Fest de Santa Coloma
Una cita marcada en rojo
El festival, que arrancó su primera edición en 2014, se ha convertido en un referente europeo del género.
Santa Coloma, tradicionalmente alejada de los grandes circuitos musicales, acoge con orgullo este evento que no solo dinamiza el comercio local, sino que también sitúa a la ciudad en el mapa cultural del verano catalán.
Asistentes al Rock Fest de Santa Coloma
“Viene gente de toda Europa, te saludan en inglés, alemán o italiano y todos vienen a lo mismo: disfrutar sin líos”, comentan fuentes municipales.
Más que música: gastronomía, motos y atracciones
El Rock Fest no solo ofrece decibelios. La experiencia se completa con una variada oferta de ocio y gastronomía. Decenas de puestos de comida sirven desde burgers gourmet y tacos mexicanos hasta propuestas veganas, con zonas para sentarse al aire libre que se llenan entre concierto y concierto. El olor a parrilla se mezcla con el de la cerveza fría.
Entrada al Rock Fest
Una de las grandes sorpresas de este año ha sido la exhibición de motos clásicas y customizadas que se ha instalado junto a la entrada principal, donde decenas de amantes del motor se han detenido para fotografiar auténticas joyas de dos ruedas.
Además, entre los elementos más curiosos del recinto destaca una atracción estilo tren de la bruja… pero con gafas de realidad virtual. Un guiño original que ha atraído a grandes y pequeños y ha arrancado risas entre los más rockeros, demostrando que el festival también se reinventa más allá del escenario.
Rock, buen rollo y cero incidentes
El ambiente es festivo y familiar. Aunque el cartel está plagado de grupos de estética agresiva, el Rock Fest es, en realidad, uno de los festivales más tranquilos de Catalunya. No hay grandes aglomeraciones fuera de control, ni altercados reseñables, tal y como indica a este medio la Policía Local. Hay respeto, entusiasmo y muchas ganas de pasarlo bien.
Una exhibición de motos en el Rock Fest
El público se mueve entre los escenarios con una cerveza en la mano, comparte recomendaciones, se hace fotos con desconocidos ataviados con máscaras y celebra con aplausos incluso los problemas de sonido. Porque aquí, el protagonista es el amor por una música que ha sobrevivido a modas, décadas y generaciones.