Montaje con la ciudad donde nació Lluís Marco

Montaje con la ciudad donde nació Lluís Marco METROPOLI

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A pocos minutos de Barcelona y nació Lluís Marco, la zona que es un oasis de paz y tranquilidad: "Los vecinos se daban un abrazo sin temor al ridículo"

Un entorno que hoy describe como un verdadero oasis de paz y tranquilidad, muy distinto al ajetreo que caracteriza la vida urbana actual

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A escasos kilómetros del bullicio de Barcelona, en el corazón de Badalona, nació uno de los actores más emblemáticos del teatro y la televisión catalanes: Lluís Marco.

En una época "en blanco y negro", como él mismo la describe, creció en un barrio humilde donde el mar formaba parte del paisaje cotidiano y los vecinos compartían más que palabras: compartían afecto y comunidad.

Oleaje en una playa de Badalona

Oleaje en una playa de Badalona EUROPA PRESS

“Los vecinos se daban un abrazo sin temor al ridículo”, recuerda Marco, evocando una infancia marcada por la cercanía humana, la sencillez y un profundo sentido de solidaridad.

Un entorno que hoy describe como un verdadero oasis de paz y tranquilidad, muy distinto al ajetreo que caracteriza la vida urbana actual.

Primeros pasos en el escenario

Ese pequeño barrio no solo le dio raíces, también lo empujó a soñar. Las calles eran su escenario improvisado, y el centro parroquial, su primera escuela de interpretación.

Desde niño representaba obras con otros chicos, sintiendo ya la necesidad casi física de estar sobre un escenario. “Me daba respeto, pero no miedo”, afirma.

Su vocación teatral venía de familia: su tío Josep Marco trabajó con la Bella Dorita, y su otro tío, Lluís Marco, con Enric Borràs.

Cuando necesitaban a un niño para alguna función, lo subían a escena. “Subir al escenario me volvía loco de alegría”, recuerda, con esa mezcla de respeto y fascinación que aún conserva.

La cara de médico más famosa de la televisión

Aunque el teatro fue siempre su gran pasión, la televisión le dio fama. Durante años, Marco interpretó numerosos papeles de doctor: ginecólogo, cirujano, psicólogo… en series como Hospital Central. “La cara de médico me persigue”, bromea. Tanto es así que durante un viaje a Nueva York terminó firmando autógrafos a turistas catalanes.

Esa etapa fue tan intensa que, tras ella, rechazó papeles de médico durante dos años. “Aprendí mucha medicina. Era como hacer un máster”, dice.

Una imagen de archivo del teatre Lliure de Barcelona / EUROPA PRESS

Una imagen de archivo del teatre Lliure de Barcelona / EUROPA PRESS

A pesar de la popularidad, Marco nunca abandonó su vocación teatral. Fue en el Teatre Lliure donde confirmó su lugar: “Soy un vocacional, no un profesional”, afirma con orgullo.

Teatro como militancia

Marco no concibe el teatro sin compromiso. Para él, actuar no es solo entretener, sino decir lo que otros no pueden decir. “Éramos una generación ávida de mensaje.

De eso tuvo la culpa Franco”, explica. En aquella época, el escenario se convertía en una trinchera cultural donde se explicaban pasiones, celos y denuncias sociales.

Ahora actúa en El somni d’una nit d’estiu, interpretando a Oberón, el rey de las hadas. En esta etapa de su vida, lo que más le emociona no es el personaje, sino el contacto con el público, el hecho de seguir hablando desde el escenario. “La palabra desde el escenario nunca desaparecerá”, sentencia con firmeza.

La voz como reflejo del alma

A lo largo de los años, Marco también dejó huella en el mundo del doblaje, prestando su voz a grandes actores, incluido Bruno Ganz en su interpretación de Hitler.

Una experiencia dura, que le obligó a entrar en una dimensión emocional compleja. “Hitler no hablaba, ladraba”, comenta.

Su voz, inconfundible, ha sido su gran herramienta de trabajo. Una voz que él mismo define como “cascada, extraña y cariñosa a la vez”.

Proviene de aquellos años de juventud bohemia, donde el café, la copa y el puro formaban parte de la rutina nocturna. “Son voces de luz de luna y copa de mar”, dice, refiriéndose a Sabina, Ibáñez o Barril.

Bilingüismo sin conflicto

Hijo de madre murciana y padre alicantino, Marco se crió en castellano, pero aprendió catalán con la naturalidad de quien respeta y ama su tierra.

En casa habla ambas lenguas, y defiende con fuerza el valor del bilingüismo sin confrontación. “Es una riqueza, no una trinchera”, lamenta.

Le duele ver cómo la lengua se ha convertido en un campo de batalla político. Para él, cambiar de idioma con facilidad debería ser un orgullo, no una fuente de conflicto. Su dominio del catalán y el castellano ha sido una ventaja escénica, pero también un reflejo de una identidad compleja y plural.

Una familia de vocaciones

La vocación, esa palabra clave en su vida, también define a su familia. Su hijo, Lluís Marco Jr., es segundo entrenador del Manresa y camina firme hacia su destino como entrenador.

Su hija, Marta, ha seguido sus pasos en el teatro y prepara una obra en la que dirigirá a su propio padre.

“Será la modernidad con la visión joven de mi hija”, dice con una mezcla de emoción y orgullo. Pero, como abuelo, su mejor obra no está sobre un escenario: es su nieto. “Y espero que sea médico”, añade entre risas, cerrando el círculo con el humor que le caracteriza.

El eco de Badalona en cada palabra

En cada función, en cada escena y cada monólogo, resuena aquel niño que jugaba a ser actor en Badalona. Ese lugar donde los vecinos se abrazaban sin miedo al ridículo, donde el mar estaba cerca y la cultura comenzaba en una iglesia.

Donde la vocación era más fuerte que la precariedad, y donde un joven actor soñaba con vivir del teatro.

Platja dels Pescadors de Badalona

Platja dels Pescadors de Badalona Ayuntamiento de Badalona

Lluís Marco no ha olvidado de dónde viene. Y mientras la voz le responda, seguirá hablando desde el escenario. Porque, como él mismo proclama, el teatro es mucho más que una profesión: es una forma de estar en el mundo.