Publicada
Actualizada

Catalunya atesora un patrimonio histórico y cultural de una riqueza excepcional, fruto de siglos de convivencia entre civilizaciones, estilos y tradiciones.

Desde los vestigios romanos de Tarragona hasta los monasterios medievales del interior, pasando por la arquitectura modernista de Barcelona o los pueblos de piedra del Pirineo, el territorio ofrece un mosaico único que combina arte, historia y paisaje. Cada comarca guarda su propio legado, testimonio de un pasado diverso que ha dejado huella en castillos, iglesias, masías, caminos rurales y centros históricos perfectamente conservados. 

A poco más de una hora de Barcelona, en el corazón de la comarca de Osona, se alza una de las fortalezas más singulares de Catalunya: el Castell de Taradell, también conocido como Castell d’en Boix.

Las ruinas del castillo de Taradell WIKIPEDIA

Suspendido literalmente sobre una gran roca a más de 800 metros de altitud, este castillo milenario combina la majestuosidad de la arquitectura medieval con la armonía natural del paisaje que lo rodea. Su silueta irregular, moldeada por la propia orografía, le confiere un aspecto único, casi escultórico, que lo distingue de cualquier otra fortificación de su época.

Una construcción de defensa

Construido entre los siglos IX y X, el Castell de Taradell fue en sus inicios un punto estratégico clave en la defensa del territorio. Desde su posición elevada, entre el Coll de Taradell y el Puiggriñó, controlaba las rutas y pasos naturales de la zona, convirtiéndose en un bastión imprescindible para los señores feudales que dominaban la comarca.

Su primera mención documental data del siglo IX, cuando pertenecía a los señores de Taradell, aunque con el tiempo pasaría por manos de familias nobles como los Vilademany en el siglo XII y los Cruïlles en el XVI.

A lo largo de los siglos, el castillo ha vivido sucesivas transformaciones que reflejan la evolución de su función, pasando de ser una fortaleza defensiva a una residencia señorial.

Interior del castillo de Taradell CASTILLOS PENINSULARES

En ruinas

Las distintas fases constructivas, aún visibles en sus muros, permiten distinguir técnicas propias de la Alta Edad Media junto con ampliaciones y reformas posteriores. Su torre circular noroeste, el núcleo más antiguo, servía como torre de vigilancia, mientras que las murallas que rodean el recinto muestran la pericia de sus constructores para aprovechar cada irregularidad del terreno.

Los muros curvos del castillo —una rareza en la arquitectura militar catalana— se adaptan con precisión al contorno de la roca, integrando el edificio de manera natural en el paisaje.

Pese a su deterioro, el Castell de Taradell conserva vestigios que narran su pasado con elocuencia. En el interior del recinto aún se pueden observar los restos de la capilla de la Santa Creu, de planta rectangular, que pone de relieve el carácter residencial y religioso que adquirió en sus últimos siglos de uso.

También destaca una cisterna excavada en la roca, un ingenioso sistema que garantizaba el suministro de agua a los habitantes de la fortaleza durante los asedios o los largos inviernos.

Bien protegido

El castillo se encuentra parcialmente en ruinas, pero su valor histórico y arquitectónico lo ha convertido en un Bien Cultural de Interés Nacional (BIC). Gracias a esta protección, se han llevado a cabo trabajos de restauración y excavaciones arqueológicas, especialmente entre las décadas de 1980 y 1990, que han permitido consolidar las estructuras y rescatar parte de su legado.

El Castillo de Taradell en una imagen de archivo Ayuntamiento de Taradell

Acceso gratis

El acceso al castillo es libre y se realiza a pie mediante un sendero señalizado que parte a unos dos kilómetros del centro de Taradell.

El recorrido, de dificultad moderada, serpentea entre bosques de encinas y pinos y ofrece vistas espectaculares de la Plana de Vic, el Montseny y los valles circundantes. Llegar hasta su cima no solo permite descubrir un testimonio vivo del pasado medieval catalán, sino también disfrutar de una de las panorámicas más impresionantes del interior de Catalunya.

Para los amantes de la historia, la arquitectura o las rutas al aire libre, el Castell de Taradell es una escapada imprescindible: un enclave que resume más de mil años de memoria, leyenda y belleza suspendida sobre la roca.

Cómo llegar

Llegar a Taradell es sencillo y cómodo desde distintos puntos de Catalunya. Desde Barcelona, el trayecto en coche no supera la hora de duración: basta con tomar la C-17 en dirección a Vic y, antes de llegar a la ciudad, desviarse por la salida 60 hacia Taradell.

Una vez en el municipio, la señalización turística indica el camino hacia el castillo, donde se encuentra un aparcamiento habilitado en las afueras. Desde allí, un sendero bien marcado conduce hasta la cima del promontorio donde se alza la fortaleza.

El recorrido a pie, de dificultad moderada y con algunos tramos de pendiente, recompensa con vistas panorámicas de la Plana de Vic, el Montseny y todo el entorno natural de Osona, convirtiendo el acceso en parte de la experiencia.

Noticias relacionadas