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Siguen acumulándose las agresiones a trabajadores en el centro de menores L'Alzina. En las instalaciones, ubicadas en Palau Solità i Plegamans y que albergan a menores conflictivos tras la comisión de delitos, continúan dándose casos de ataques por parte de los internos hacia el personal.

Según han relatado empleados del centro de Metrópoli, se dieron otras dos agresiones durante la última semana de noviembre. La primera de ellas tuvo por víctima a una profesora. La docente recibió un escupitajo mientras dirigía una actividad el pasado 25 de noviembre.

Varios internos se encontraban realizando un taller mientras hablaban en árabe. El centro no permite hablar el idioma durante las actividades por cuestiones de seguridad. "Al no entenderles, hay veces que aprovechan para tramar cosas o trazar planes", matizan.

La docente recordó que durante el horario de la actividad era obligatorio que hablara en catalán o castellano, lo que causó el enfado del interno. "Viendo que estaba montando un pollo, decidió mandarlo a su habitación", añaden las fuentes consultadas. Pero antes de irse, escupió a la profesora en la cara.

El problema de los fluidos

En este sentido, recuerdan que son muchas las agresiones que se producen dentro del recinto utilizando heces, orina o saliva. Más allá del dolor físico, el problema radica en que hay "internos con enfermedades contagiosas que, por cuestiones de privacidad, no se comunican" al personal.

Centro de justicia juvenil L'Alzina, en el que un menor atacó a tres vigilantes con una barra de hierro CRÓNICA GLOBAL

Así las cosas, existe un verdadero "miedo" entre la plantilla a ser víctimas de contagio de alguna enfermedad sin saberlo e incluso de "extender el contagio" entre sus respectivas familias.

Agresión a un vigilante

Esa misma semana, un vigilante del centro fue víctima de un nuevo suceso. El pasado jueves, 27 de noviembre, un interno del centro se encerró en el baño, por lo que varios vigilantes tuvieron que entrar a cogerlo y llevarlo a su habitación.

Hecho esto, se comunicó que se le debía llevar a aislamiento como castigo. Al ir a entrar en la habitación, se abalanzó sobre uno de los vigilantes, llegándole a propinar varios puñetazos en la cara. "Afortunadamente, el vigilante es veterano, con 15 años de experiencia en centros, y pudo esquivar gran parte de los golpes".

Muro exterior del centro de justicia juvenil L'Alzina, en Palau-solità i Plegamans CRÓNICA GLOBAL

Impunidad

Ha quedado herido leve, con algunas magulladuras y señales en la cara. Lo que sí ha quedado es "esa sensación de impunidad de que a los trabajadores pueden agredirnos sin que haya consecuencias para los agresores", critican.

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