De instituto de enseñanza a escenario de una de las series más populares de TV3. Y, de ahí, a sede de okupas. Esta ha sido la trayectoria del colegio Menéndez Pidal que se encuentra en el barrio de Sant Genís dels Agudells, en el distrito de Horta-Guinardó.
El centro escolar vivió su último curso en los años 2011-12. Entonces, las autoridades educativas decidieron clausurar el centro por falta de alumnos. Y eso que en la década de los 80 del siglo pasado tuvo hasta siete líneas por curso. Pero la construcción de nuevas escuelas e institutos en el barrio fue poco a poco haciendo descender el número de alumnos. En el último curso, había poco más de 200 estudiantes desde infantil hasta bachillerato.
A los profesores se les despidió y se cerraron las puertas. Y las instalaciones del instituto quedarón casi en desuso. Salvo para algunas actividades deportivas, el centro permaneció vacío durante meses.
Un buen día llegaron las cámaras, los actores y todo lo necesario para grabar una serie de televisión en la que se habla, curiosamente, de las bondades de la educación, de la necesidad de los alumnos de aprender para formarse de cara al futuro. Se le cambió el nombre, y pasó de ser el Menéndez Pidal al Àngel Guimerà. Y de tener alumnos, profesores e historias reales a recibir un mundo ficticio. Y la serie de convirtió en todo un éxito no solo en TV3, sino allí donde se ha emitido y se continùa emitiendo. Miles de espectadores seguían las evoluciones de Merlí, sus colegas y sus alumnos, todos ellos ajenos a la realidad que vivía el edificio.
Poco a poco, el centro se ha ido degradando por la ausencia de actividades y de cuidados. Y ahora han entrado los okupas. Según los vecinos, hay dos grupos. Uno formado por georgianos que, presuntamente se dedican a actividades delictivas y que ya han provocado la intervención en alguna ocasión de los Mossos d'Esquadra alertados por los vecinos por las peleas que protagonizan.
El otro grupo está formado por okupas que han optado por crear un centro social, llamado El Kole. Pretenden arreglar el edificio y abrirlo a la participación de los ciudadanos, dándole usos como la realización de clases de yoga, circo y baile. Por ello, las asociaciones vecinales podrán usar las instalaciones que rehabiliten los miembros del colectivo para llevar a cabo las actividades que se adecuen a las instalaciones del edificio.