El actor Jordi Sánchez y una imagen de Barcelona en un montaje

El actor Jordi Sánchez y una imagen de Barcelona en un montaje METRÓPOLI

Horta - Guinardó

Ni Eixample ni Sarrià: el desconocido barrio de Barcelona donde creció el actor Jordi Sánchez

Aunque con el tiempo se trasladó a otros barrios más céntricos y acomodados de la capital catalana, nunca olvidó sus raíces ni la influencia de este barrio, un lugar que moldeó su infancia y su carácter creativo

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Cuando se habla de Barcelona, a menudo los ojos se posan en barrios como Gràcia, Eixample o el Born, lugares llenos de turistas, tiendas y vida cultural. Sin embargo, más allá del bullicio del centro, existen zonas que esconden historias y secretos únicos, donde la tranquilidad se mezcla con la creatividad de sus vecinos y la riqueza de su patrimonio.

Calles menos transitadas, parques escondidos y construcciones con décadas de historia ofrecen un refugio para quienes buscan alejarse del ritmo frenético de la ciudad. Son precisamente estos barrios los que han visto crecer a artistas, actores y músicos que luego llevan consigo la influencia de ese entorno discreto pero lleno de vida.

En estos lugares, la arquitectura, la naturaleza y la vida comunitaria se entrelazan de forma armoniosa, dando lugar a rincones que, aunque poco conocidos, guardan el espíritu auténtico de Barcelona y muestran un lado de la ciudad que muchos desconocen.

Y aunque muchos asocian a Jordi Sánchez con barrios más conocidos de Barcelona o con la fama de sus personajes televisivos, pocos saben que el actor se crió en Montbau, un barrio discreto del distrito de Horta-Guinardó. Reconocido por su papel de Antonio Recio en La que se avecina y antes como Lopes en Plats Bruts, Sánchez guarda un recuerdo especial de su infancia entre calles tranquilas, plazas amplias y la cercanía del Parque Natural de Collserola.

Jordi Sánchez y Nathalie Seseña durante un rodaje de 'La que se avecina'

Jordi Sánchez y Nathalie Seseña durante un rodaje de 'La que se avecina' INSTAGRAM

Historia y arquitectura de un barrio singular

Montbau nació a finales de los años 50 como un polígono de viviendas sociales, proyectado bajo la dirección del alcalde Josep Maria de Porcioles. Los arquitectos Giráldez, Subías y López-Iñigo, inspirados en ciudades europeas como Rotterdam y Berlín, diseñaron un espacio donde la armonía entre edificios y zonas verdes fuera protagonista.

Construido en tres fases, el barrio combina bloques lineales, disposición en L para fomentar plazas públicas y viviendas unifamiliares conocidas como Casetes Blanques, integradas con la sierra de Collserola. Su carácter innovador para la época y su planificación orientada a la interacción comunitaria lo diferencian de otros barrios barceloneses más céntricos.

Naturaleza y patrimonio escondido

Más del 60% de Montbau pertenece al Parque Natural de Collserola, ofreciendo a sus vecinos un pulmón verde para paseos y actividades al aire libre. Entre sus tesoros patrimoniales destacan la ermita de Sant Cebrià, con influencias del estilo Le Corbusier, y fuentes históricas como la de Can Barret o las antiguas de Can Carlets y Can Ribó.

Otro rincón poco conocido es el Capricho de Montbau, también llamado Jardines de Carles Torres, un conjunto escultórico creado por un bombero jubilado que reutilizó materiales de distintas regiones de España para construir columnas, torretas y porches, reflejo del amor de los vecinos por su barrio.

El barrio de Montbau en una imagen de archivo

El barrio de Montbau en una imagen de archivo VIQUIPÈDIA

Un barrio reivindicativo y querido

Montbau ha sido siempre un barrio reivindicativo, con vecinos comprometidos en conservar sus espacios públicos y mantener el espíritu comunitario. Jordi Sánchez reconoce que, aunque se mudó posteriormente a Horta y luego a la más acomodada Font d’en Fargues, siempre guarda cariño por el barrio que le vio crecer. Sus recuerdos de infancia mezclan la tranquilidad de sus calles, la cercanía de la naturaleza y la calidez de una comunidad activa y solidaria, factores que, según él, ayudaron a moldear su carácter y su sensibilidad artística.

El barrio representa un ejemplo de cómo puede ser moderno, verde y lleno de historia, pese a pasar desapercibido para muchos barceloneses y turistas. Su legado arquitectónico, sus espacios naturales y la creatividad de sus vecinos lo convierten en un lugar que, más allá de su discreción, ha marcado a quienes crecieron en él y sigue ofreciendo una calidad de vida única en la ciudad.