El Ayuntamiento de Barcelona ha abierto un concurso internacional para que un grupo de especialistas en diversas áreas se encargue de transformar la emblemática vía. Según tiene previsto el consistorio, las obras deberían empezar en 2019. Una fecha demasiado lejana para els Amics de la Rambla. Su presidente, Fermín Villar, pide que por lo menos se actúe ya sobre aquellos elementos que el concurso no contempla porque deben ser retirados.
Por la Rambla cada año suben y bajan 100 millones de transeúntes. De hecho, en un solo día laborable se producen 300.000 desplazamientos por sus baldosas en forma de oleaje. Y la pregunta del millón: ¿Cuántos de ellos son turistas? El 80%. Un elevado porcentaje que se busca contrarrestar con la reconquista del espacio público por parte de los barceloneses.
LA RAMBLA, DE IZQUIERDA A DERECHA
“El problema no es que haya turistas, sino que solo haya turistas”, ha puntualizado la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz. “Sabemos que los barceloneses y barcelonesas ya no van, por eso queremos que los ciudadanos vuelvan a ramblear”, añadía. El concurso internacional lo que busca es “conseguir un equipo interdisciplinar, que no solo la diseñe urbanísticamente y la piense longitudinalmente, sino que se geste transversalmente”, ha apuntado la regidora.
De la rambla producto a la rambla ciudadana, pero... ¿cómo? De ello, en lugar de encargarse el Ayuntamiento, se responsabilizará un equipo multidisciplinar, el cual deberá presentar una propuesta socio-urbanística y la redacción del proyecto en base a las ideas iniciales. Una responsabilidad entorno a la recuperación vecinal que las entidades ven como demasiado optimista.
¿EXCESO DE OPTIMISMO?
“Recuperar la rambla es una palabra que se está utilizando bastante y nos gusta, pero creemos que es un poco optimista; primero lo que hemos de hacer es evitar que los vecinos se vayan”, señala el presidente dels Amics. En su opinión, este punto se debe solucionar por vía de la normativa de civismo y no de planes urbanísticos.
Para que los vecinos vuelvan a sentirse seducidos por una vía que hoy por hoy se congestiona con las mareas de turistas, Villar apunta que la Rambla precisa de una oferta enfocada al ciudadano barcelonés. “Sant Jordi es el ejemplo clarísimo que cuando hay vida la gente vuelve, pues hay que buscar un conjunto de actuaciones, actividades y descanso nocturno”, recuerda al consistorio.
Algunos elementos que serán inalterables en la reforma de la Rambla son los quioscos, cuya concesión no caduca hasta 2030. En cambio, las pajarerías tendrán los días contados, ya que el ejecutivo no contempla que sean un elemento característico de la vía. Por último, destacar que la vocación internacional del concurso va vinculado a su misma publicación en el boletín de la Unión Europea. El encargo contará con una partida presupuestaria de 661.000 euros si el equipo no incorpora la dirección de obras. En el caso de contar con esta dirección, el Ayuntamiento prevée dotar con 890.000 euros sin IVA al equipo ganador.