El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, pactaron en secreto que la Guardia Urbana no actuase durante el referéndum del 1 de octubre retirando urnas y papeletas o cerrando colegios. Además, ese pacto iba más allá y encerraba un acuerdo tácito para realizar una ofensiva en toda regla contra el Gobierno central y, paralelamente, contra el PP, según ha podido saber Metrópoli Abierta de fuentes municipales de Barcelona.
Cuando la alcaldesa anunció que no abriría sedes electorales durante la jornada del referéndum, pero que en la capital catalana se permitiría votar, estaba realizando la cuadratura del círculo. Sin embargo, tras admitir que había hecho un pacto con Puigdemont, la cosa se comprende mejor. “La cuestión del pacto iba más allá: Ada Colau no pondría impedimentos a que los colegios abriesen e incluso puso a disposición las Cotxeres de Sants para poner urnas. Pero, al mismo tiempo, hay un pacto para visualizar la unidad de acción de las instituciones catalanas frente a Madrid. La foto de este lunes, con el Gobierno de la Generalitat en pleno y la cúpula del Ayuntamiento de Barcelona realizando una concentración a mediodía en la plaza de Sant Jaume forma parte de ese pacto. No es una foto gratuita, sino que simboliza un frente en toda regla”, explican a este diario fuentes cercanas a la alcaldesa de Barcelona.
El posicionamiento de Colau, afirman sus colaboradores, no ha variado, sino que siempre ha sido el mismo. “Su intención era mantenerse al margen del tema de la independencia y del referéndum. Pero, como consecuencia del pacto, dio órdenes a la Guardia Urbana de no actuar”. Esa iniciativa le valió un serio disgusto con la Policía local. El jefe de la fuerza, Evelio Vázquez, le dijo a la alcaldesa que había sido convocado a Fiscalía y le habían dado instrucciones muy precisas y que él, en tanto que policía judicial, estaba obligado a obedecer esas órdenes.
LA VISTA GORDA
Sin embargo, la cúpula política acabó imponiéndose. “Hubo mucha tensión, porque los mandos de la Urbana tenían la orden de salir a cerrar colegios. Puigdemont ya sabía que podía contar con la inactividad de los Mossos d’Esquadra y necesitaba que la Guardia Urbana de Barcelona hiciese también la vista gorda porque, si se cerraban los colegios de la capital, el referéndum ya estaba muerto de antemano”, aseguran las fuentes consultadas. Colau argumentó a favor de su posicionamiento que la Guardia Urbana debía atender a temas de seguridad ciudadana y que los operativos de cierre de colegios y requisamiento de material debían hacerlos la Policía Nacional y la Guardia Civil. Además, de se modo, se liberaba de la ingrata tarea de enfrentarse a la ciudadanía.
Las tensas reuniones con Evelio Vázquez dieron, al final, el resultado apetecido: la desactivación de los urbanos. El jefe de la Policía Local salió visiblemente contrariado de la última reunión con la cúpula política del Ayuntamiento en la víspera del referéndum pero luego envió a sus subordinados una circular y les adjuntaba las instrucciones judiciales. Con eso, de paso, se cubría las espaldas,
LA SEGUNDA PARTE DEL PACTO
La segunda parte del pacto secreto entre Puigdemont y Colau es el que hace referencia a un frente común ante el Gobierno central. Y ahí cuentan con otro aliado: Pablo Iglesias, líder de Podemos, también interesado en desgastar al Gobierno central y cuya prioridad es desalojar al PP de Moncloa. Se trata, en realidad, de una pinza anti-PP en la que las dos partes pueden salir beneficiadas. “Ada Colau sabe que este pacto tácito con Puigdemont le da buenos resultados, porque se garantiza que no se meterán con ella los independentistas y, por el otro lado, tiene las manos libres para captar el voto de los socialistas, que son sus principales rivales”.
El acuerdo también se extendería a un apoyo implícito de Colau para internacionalizar el proceso (de ahí que la alcadesa obviase cartes a 27 alcaldes la semana pasada) y a un apoyo, explícito, a la "huelga de país" convocado para el pasado martes, iniciatias que Colau aplicó al pie de la letra.
En resumidas cuentas, Colau “ha hecho lo que ha querido. Por un lado, quedó bien con Puigdemont y los suyos y, por otro, no dio la excusa al PP de meterse con ella por abrir colegios o situarse al margen de la ley”. Y, de paso, se garantizaba que el PSC, con Jaume Collboni a la cabeza, seguirá apoyando al Gobierno municipal. “El PSC está que trina, porque Colau va demasiado por libre, pero también es verdad que no les ha dado motivos para protestar o romper los pactos. Además, saben que si se van del Gobierno, el PSC tendrá muchas dificultades para mantener su cupo electoral”. La primera edil de Barcelona, pues, hizo una fina jugada de encaje de bolillos y salió airosa del trance.