La triple abstención de los Grupos Municipales de PSC, Demòcrates y ERC y del concejal no adscrito Gerard Ardanuy ha permitido contra todo pronóstico que la propuesta de presupuestos municipales para 2018 de Ada Colau haya superado el trámite de la Comisión de Economía. El apoyo de las formaciones independentistas ha funcionado como un balón de oxígeno, porque tras la votación había un empate a 11 entre los votos a favor (Barcelona en Comú) y los votos en contra (Cs, PP y CUP). El voto de calidad de los comunes ha deshecho el empate y, de esta forma, las cuentas se han aprobado de forma provisional, a la espera de ser ratificadas definitivamente por el plenario.
Pero la pírrica victoria de los presupuestos (que proponen un aumento del 2,4% del gasto corriente y ascienden a 2.642,9 millones de euros) puede acabar en agua de borrajas puesto que las formaciones independentistas han matizado que la abstención es “técnica”. Dicho de otra manera, son una forma de forzar a Colau a negociar si quiere que la mayoría del pleno les de el visto bueno definitivo. Un voto a cambio de algo que no se sabe del todo qué puede ser. “No es un cheque en blanco” sino una puerta al diálogo, ha precisado la portavoz adjunta del Grupo Municipal Demòcrata, Sònia Recasens. Recasens ha recordado que su formación se ofreció a “sentarse y hablar” con los comunes si rompían con el PSC y tras consumarse la ruptura, ha cumplido con su palabra. Y eso que la edil demócrata ha definido el proyecto de presupuestos como triste y “propio de un gobierno asustado y sin ambición”.
El Grupo Municipal de ERC ha calcado la justificación de su abstención de la de sus antiguos socios en Junts pel Sí: "Prometimos tender la mano, pero nos gustaría tener otra mano en el otro lado", ha indicado el presidente republicano, Alfred Bosch, a la espera de que se abra un periodo de negociación. Por su parte, Ardanuy ha considerado que abstenterse era la mejor forma de ganar tiempo para mejorar las cuentas.
El chaparrón ha venido desde el resto de grupos, incluido el PSC recién expulsado del gobierno. La concejal socialista, Montserrat Ballarín -pese a compartir parcialmente los cimientos de las cuentas municipales para el 2018- ha incidido en que no dan respuesta a las consecuencias económicas negativa provocadas por el desafío independentista. Ballarín no se ha mordido la lengua ante lo que parece una alineación de Colau con el bando separatista: "La bandera de Barcelona ha sido substituida por la 'estelada'. Y quiero pensar que no la cambiará por la bandera suiza del 'trust' de Trias", ha disparado la portavoz socialista, sin obviar el turbio asunto de las cuentas del exalcalde convergente en paraísos fiscales .
También ha sido duro el portavoz de Ciudadanos, Paco Sierra, que ha denunciado que la abstención de los antiguos convergentes es realidad un trueque para que Colau "vaya a todas las manifestaciones independentistas". Sierra ha acusado a los independentistas de haber convertido Barcelona en la capital del ridículo y de llevarla a la ruina . El portavoz del PP, Javier Mulleras, también ha vinculado la abstención con el giro político de Colau: "Por fin ha conseguido su papel estelar: pasar de ser protagonista de la ambigüedad a ser la actriz principal del independentismo". Por contra la portavoz de la CUP, Maria Rovira ha basado su voto negativo en que los presupuestos están elaborados con el PSC y ha pedido la retirada de las cuentas y a confección de unas nuevas “más rupturistas”.
En definitiva, los presupuestos de Barcelona para el 2018, que aumentan los recursos disponibles en 62,4 millones de euros y que, según sus impulsores, priorizan combatir las desigualdades sociales, reactivar la economía y reforzar el transporte público, se van a tramitar, pero sin la garantía total de que se acaben aprobando por la vía convencional, El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello (BeC) ya ha alertado de que la propuesta está abierta a todos los cambios que los grupos puedan plantear pero "a partir de unas líneas básicas que son irreversibles como líneas estratégicas".