La mayoría de los partidos de la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona han decidido retrasar su voto a los presupuesto hasta el próximo pleno. Tan solo el PP ha dado a conocer su postura y, como era de esperar, votará no a los presupuestos que presenta el equipo de Ada Colau.
El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, ha defendido las cuentas que presenta el Ayuntamiento para este año asegurando que “pretendemos trabajar para la cohesión social y para una reactivación económica sostenible”, y ha asegurado que “la ciudad tendrá presupuestos”.
Y así parece si se hace caso de las informacionesque apuntan al cambio de cromos que han hecho los comunes con dos de los partidos de la oposición, PDeCAT y ERC. Al parecer, ambas formaciones han llegado a un acuerdo: ninguno de estos dos partidos votará no a los presupuestos y, a cambio, los comunes se han abstenido en la elección del presidente del Parlament.
Y aunque desde el PDeCAT se han criticado duramente estos presupuesto, el grupo que encabeza Xavier Trias ha garantizado a los comunes que se abstendrá en la votación, aunque en ningún caso votarán sí. “Son unos presupuestos sin ambición, tristes y de frenada de la economìa”, ha afirmado Sònia Recasens, concejal del grupo demócrata.
Tampoco ERC parece estar muy satisfecho con estos presupuestos, aunque es muy probable que voten sí a los mismos tras las negociaciones que han mantenido ambas formaciones.
Desde el PSC, hasta hace poco socios de gobierno de Ada Colau, han criticado los presupuestos calificándolos como “colauvergencia” y han asegurado que la alcaldesa ha renunciado a sus principios en temas tan importantes como en el del tranvía y que su política se ha desdibujado tanto que casi ha desaparecido.
Muy dura ha sido también la líder de Ciudadanos, Carina Mejìas, que ha afirmado que Colau está pagando favores polìticos, y le ha cambiado el nombre al partido de la alcaldesa llamándolo “Convergència en Comú”.
Desde las filas del PP, Javier Mulleras ha afirmado que el equipo de gobierno del Ayuntamiento usa Barcelona como moneda de cambio, mientras que Eulàlia Reguant, de la CUP, ha acusado al equipo de Colau de ceder a las presiones del Grup Demócrata en temas como el de los manteros.