La audiencia pública del distrito de Ciutat Vella del pasado viernes fue tensa. La concejala del barrio, Gala Pin, rompió la aparente tranquilidad con un durísimo y frontal ataque al gremio de hostelería de su distrito: “Lamento que teniendo un tejido de restauradores como distrito, con mucha voluntad de trabajar con el barrio y buena relación, el sector restaurador esté tan mal representado por el gremio que tiene ahora mismo”, dijo la concejala. Ante ello, el presidente del Gremio de Restauración, Roger Pallarols, exigió la inmediata retirada de esas palabras y une rectificación pública de la edil. Pero ya se sabe que el equipo de gobierno de Barcelona tamiza todas sus actividades por la ideología y el retracto no forma parte de su diccionario. De hecho, era otra andanada ideológica de un equipo de gobierno que ha ido de tropiezo en tropiezo –y de enfrentamiento en enfrentamiento con los sectores sociales– desde el inicio de la legislatura.
Pero, ¿quién es Gala Pin? Para empezar, es una de las pocas integrantes del núcleo duro de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Ya antes de ser elegida concejala era de las íntimas de Colau. Formaba parte de un pequeño núcleo de privilegiados que solía compartir mesa y mantel en un restaurante de la calle Sicília, donde irónicamente se decía que conspiraba la nueva izquierda que encabezaba la actual alcaldesa. Si se quiere resumir la historia de Gala Pin en pocas palabras y en una sola frase, la más acertada sería: “Del cuartel al Ayuntamiento”. Del cuartel okupado, por supuesto, al Ayuntamiento en llamas tras las continuas meteduras de pata y conflictos con sectores vecinales y sociales.
No es de extrañar, pues, que tras las elecciones municipales de 2015, Gala Pin ocupase un puesto a la derecha de la madre. Colau le encomendó lo que debía ser un regalo envenenado: ser la responsable del distrito de Ciutat Vella, una zona en la que los problemas se amontonan y en que la ciudadanía se encuentra entre la espada y la pared. Tres años después, el distrito es poco menos que una ciudad sin ley, con los problemas de narcopisos en aumento, los pisos turísticos campando a sus anchas, el top manta convirtiéndose en problema social, la oferta de sexo y drogas en la calle aumentando constantemente, las mafias controlando calles y negocios y con una evidente degradación de la vida ciudadana.
UN REGALO… ¿ENVENENADO?
Pero la elección de Gala Pin para llevar el conflictivo distrito no fue casual. La concejala, de hecho, había sido una de las protagonistas de la reciente historia de los movimientos alternativos del barrio e incluso había oficiado como okupa en ocasiones.
La actual llegó a Barcelona en el 2003 y se implicó en los movimientos alternativos. Especializada en comunicación digital (en su curriculum no consta trabajo alguno), fue okupa en Miles de Viviendas, el movimiento que okupó un antiguo cuartel de la Guardia Civil en la calle Joan de Borbó, en Ciutat Vella. Tras la demolición de este edificio en 2007, continuó la lucha alternativa en otro edificio histórico, en el que se fundó el Espai Social Magdalenas (Colau y Pin estuvieron en ambas ocupaciones) y que fue desalojado en el 2010.
También se significó en las luchas vecinales desde la Asociación de Vecinos de l’Òstia. En el curriculum distribuido por BeC se destaca que “redactó el Plan de Barrios por Montserrat, Parcelas Casas y Fortuny del Ayuntamiento de Reus y es coautora de varios libros y artículos sobre temáticas de ciudad”. También destaca que se involucró en “la defensa del derecho a la vivienda y a la ciudad y en el movimiento vecinal de la Barceloneta (…) Desde 2009, está vinculada al trabajo por la defensa de los derechos y las libertades en la Red y la implementación de prácticas de tecnopolítica y democracia digital. En el año 2012 entró en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH)”. Ahí –y eso es lo que no dice– es donde Colau le otorgó la responsabilidad de llevar la comunicación por Internet de la plataforma.
DE EXCURSIÓN POR RUSIA
Más explícito y completo es una breve reseña biográfica publicada en La Vanguardia con motivo de una entrevista en 2016: Gala Pin es aficionada al baloncesto, deporte que practica desde los 10 años, y estudió en “un colegio alemán de Valencia, donde estudió toda la etapa preuniversitaria (…) Y eso que durante la carrera estuvo un año de Erasmus en Tréveris, una pequeña ciudad de Renania”. En esa época, trabajó como camarera en una cervecería y estuvo tres semanas recorriendo Rusia con mochila, durmiendo en albergues e intentando aprender el idioma, empresa que terminó por enterrar. No deja de ser curioso, no obstante, el hecho de haber estudiado en “un colegio alemán”. De hecho, en Valencia sólo hay un Colegio alemán, un centro elitista que abarca una manzana completa. Además, no llegó a terminar la carrera de Filosofía que había comenzado.
Pero eso no le importó nunca lo más mínimo. Cuando Ada Colau creó su propio partido, Guanyem, lo tuvo claro: se fue con su amiga para articular una nueva plataforma de izquierdas y alternativa en Barcelona de manera similar a la que en el resto de España había surgido con Podemos. De hecho, ambas formaciones surgieron del movimiento 15-M.
EL ÚLTIMO PLEITO
La última batalla de Gala Pin es el pleito que tiene contra MK Premium, una promotora a la que la concejala acusó, en marzo del año pasado, de “violencia inmobiliaria”, de “mentir” y de “coaccionar a los vecinos”, por lo que fue denunciada por calumnias. Le piden que se retracte y 3.000 euros de indemnización por “los graves daños y perjuicios morales”. En éstos se engloban tanto los “daños a la imagen y al prestigio” de la compañía como el “lucro cesante” derivado de los negocios que pueda haber perdido por los ataques de la concejala.
La estrategia de MK Premium es comprar edificios enteros, aunque tengan inquilinos, preferentemente con contratos de alquiler a punto de extinguirse. Pin la acusaba de mala praxis en un caso concreto de un edificio, pero los directivos de la firma (MK Premium es una empresa familiar) adujeron que las rescisiones de los contratos de alquiler se hicieron de forma amistosa y que sólo uno de los inquilinos seguía teniendo contrato en vigor, por lo que las declaraciones de la concejala era tendenciosas, infundadas, desproporcionadas y lesivas, realizadas para “dañar la reputación y la imagen de la empresa, perjudicando sus intereses económicos”.
Pero Gala Pin no piensa lo mismo y generaliza: “Hay empresas que sienten cierta impunidad en sus prácticas, que no están acostumbradas a que desde el Ayuntamiento o las instituciones se les critique su forma de hacer y su voluntad de vaciar los barrios de vecinos con menos recursos”, dijo Pin este lunes, cuando fue a declarar a los juzgados por la querella. Y anunciaba que lo que le molestó a la empresa fue “esta denuncia pública que no dejaremos de hacer ni yo como concejala no el resto del gobierno”.
Un comunicado de Barcelona en Comú salió en defensa de la concejala. Los argumentos para ello son que MK Premium le resulta más rentable tener pisos vacíos que con inquilinos. “Sus prácticas están orientadas a vaciar los edificios de vecinos”. Resalta el comunicado, en este sentido, que la obligación de la concejala “es velar por el bienestar de estos vecinos y vecinas”. También su íntima Ada Colau acudió en su ayuda: “La concejala Gala Pin no ha hablado por ella sola. Lo hizo en nombre de un gobierno. Y lo diremos tantas veces como haga falta: haremos todo lo que esté en nuestras manos para defender a los vecinos y vecinas de la especulación. Ninguna querella nos detendrá”, tuiteó la alcaldesa en las redes.
DEVOLUCIÓN DE LAS DIETAS
Este domingo, la concejala, siempre muy activa en las redes sociales, acudía de nuevo a Twitter para lanzar un SOS: “Para mañana teníamos 7 desahucios. A pesar de los esfuerzos municipales y hasta que no cambien las leyes estatales que fomentan la especulación, convocamos a las 9.20 a la calle Assaonadors 10, propiedad de un gran fondo de inversión”. No deja de ser curiosa la llamada a la protesta realizada por una concejala del propio Ayuntamiento.
Gala Pin cobra 2.200 euros netos mensuales por 14 pagas al año, según el código de obligatorio cumplimiento firmado por todos los concejales de BeC. El resto lo donan para actividades sociales, aunque el partido nunca ha detallado cómo se realizan esas donaciones ni a dónde van a parar.
Pero también es famosa una anécdota que tuvo lugar poco después de que los comunes llegasen al consistorio: se trata del sobre con las dietas que los concejales cobraban por asistir a las reuniones del consejo de administración de Port 2.000. A Gala Pin le correspondían 307,44 euros, que rechazó. Luego, publicitó el caso, lanzando por las redes sociales una foto de su sobre con las dietas. “Primera reunión de Port 2000. Cuando llegué, había un sobre con mi nombre y las dietas. Ya les he dicho que no cobramos”. Era el 23 de septiembre de 2015. El organismo en cuestión es un ente formado por el Puerto y el Ayuntamiento de Barcelona, con un consejo de administración de ocho personas, de las que dos son concejales de la ciudad. Se iniciaba así una nueva forma de actuar. Lo malo es que en algunas ocasiones algunos se pasan de frenada.