La candidata del PDeCAT a la alcaldía de Barcelona, Neus Munté, ha recibido un regalo envenenado de Carles Puigdemont: su “compromiso para trabajar con el objetivo de recuperar Barcelona”. No sería extraño el ofrecimiento si no fuese porque el expresident no piensa aflojar en su intento de controlar hasta el último vestigio de una candidatura unitaria independentista en la capital catalana para las elecciones del 2019. Fuentes del PDeCAT consultadas por Metrópoli Abierta señalan que el objetivo de Puigdemont “es trabajar para una lista unitaria”. Por tanto, el apoyo a Neus Munté no deja de ser un formalismo “en cuanto no haya una sola lista. Pero para eso han de darse aún algunas circunstancias”.
Munté, junto a Mercè Homs, máxima directiva del PDeCAT del Barcelonès, se entrevistó con el expresidente en Berlín el pasado miércoles. Las relaciones entre Puigdemont y el partido no son todo lo buenas que cabría esperar, pero ni a uno ni a otro les interesa ahondar en la fractura abierta. De hecho, Puigdemont había hecho un feo a la cúpula del PDeCAT hace dos semanas, cuando citó a la presidenta de honor, Neus Munté, a la presidenta del partido, Mercè Conesa, y a la coordinadora general, Marta Pascal, en Berlín, para darles a conocer el nombre de su sustituto como presidenciable. Pero antes de que el avión aterrizase en tierras alemanas, el círculo más próximo a Puigdemont filtró el nombre de Quim Torra a la prensa, por lo que cuando la cúpula del partido llegó al hotel la reunión fue simplemente un encuentro para ratificar el nombre ya publicado. Este desaire sentó a cuerno quemado en las filas del PDeCAt, algunos de cuyos dirigentes no se privan, en petit comité, de criticar con dureza al mandatario fugado.
ÁNIMOS MÁS CALMADOS
Tras el encuentro de esta semana, la situación se había suavizado. “Hemos trabajado juntos. A parte de honesta y honorable, es una persona muy cercana, muy empática, de buen carácter, de buen tono”, dijo la candidata postconvergente. Puigdemont alabó la campaña de primarias que había realizado el PDeCAT. Oficialmente, el partido hizo público el total apoyo del expresident a Munté como candidata y difundió una frase contundente: “Barcelona necesita jugar este papel [el de capital de un país]. Y no puede estar en mejores manos que las tuyas. No puede estar en mejores manos que las de Neus Munté”.
¿Hasta qué punto es honesto este ofrecimiento? Desde algunos sectores del PDeCAT se reconoce que “Puigdemont quiere mandar demasiado, mandar en todos los lados. Por eso a veces se producen ciertos roces. Pero somos conscientes de que todos nos necesitamos”, explican las fuentes citadas.
Por otro lado, no hay que perder de vista a Ferran Mascarell, que es uno de los comodines que Puigdemont podría jugar para controlar finalmente la lista única. De hecho, Artur Mas lo recomendó como sustituto de Puigdemont a la presidencia del Govern, pero para ello tendrían que dimitir al menos nueve diputados, lo que hace imposible la vía Mascarell hacia la Generalitat.
LA ESTRATEGIA OCULTA DE PUIGDEMONT
Este martes, el que fue alto cargo socialista y luego conseller de Cultura con el independentismo y último delegado del Govern en Madrid, dejó la puerta abierta a ser el cabeza de lista de una candidatura unitaria. La paradoja es que ya hay tres candidatos independentistas que han anunciado su candidatura: el republicano Alfred Bosch, que repite al frente de ERC; Neus Munté y el filósofo Jordi Graupera, auspiciado por Demòcrates de Catalunya y uno de los tapados del propio Puigdemont. Mascarell sería el cuarto en liza. En su conferencia del Ateneu, el otrora dirigente socialista, no tuvo inconveniente en admitir que participaría en unas primarias del independentismo. CVon ello, redondearía la estrategia oculta de Puigdemont ya desvelada por este diario hace unas semanas.
“Puigdemont va a la suya. No consulta jamás con nadie del partido sus próximos pasos, lo que crea incerteza dentro del PDeCAT. Y eso le puede pasar factura. En estos momentos, ya tiene a uno de sus peones en la Generalitat, pero le falta todavía el control de la capital, de Barcelona. Sin ese control, Puigdemont nos erá nada. De todos modos, es muy difícil conseguir y, sobre todo, mantener un control sobre todos los resortes de la política estando tan lejos. Poco a podo, su poder y su margen de maniobra irán disminuyendo”, vaticina un alto cargo postconvergente.
Tiene algunos datos a su favor: El PDeCAT ya parece conformado con el hecho de que no concurrirá con sus siglas en las municipales del año que viene. Dentro del propio partido, ha cobrado fuerza la idea de presentarse bajo la denominación de Junts per Barcelona, remedando el Junts per Catalunya que tan buen resultado le dio a Puigdemont en las últimas autonómicas. Pero el dominio de Junts per Barcelona ya está registrado desde el 12 de marzo de 2016 a través de una empresa con sede en Malgrat de Mar. Curiosamente, Junts per Catalunya, el nombre de la candidatura de Puigdemont, no se llegó a registrar hasta el 18 de septiembre de 2017, es decir, antes incluso de que se celebrase el fallido referéndum de independencia, a través de la misma empresa.
Fuentes conocedoras del tema explican a Metrópoli Abierta que “en aquellos momentos, Puigdemont estaba ya pensando en convocar elecciones autonómicas y se curó en salud reservando el dominio”. Muy similar, precisamente, al Junts pel Sí unitario con que se habían presentado Convergència y ERC en las autonómicas de septiembre de 2015. Lo que nadie sabe con certeza es si el nuevo nombre está férreamente custodiado por el círculo más íntimo de Puigdemont o podría pasar a ser propiedad del PDeCAT. Y eso, aunque parezca una insignificancia, es también un dato a tener en cuenta en la casi cruenta lucha por el Ayuntamiento de Barcelona.