El que fuera teniente de alcalde de Barcelona Joaquim Forn, actualmente encarcelado por haber formado parte del último gobierno de Carles Puigdemont, ya ha dicho que sí a encabezar la lista municipal del PDeCAT por Barcelona. La propuesta le fue formulada por la propia Neus Munté, que había ganado las primarias de su partido el pasado mes de mayo frente a su oponente, el militante Carles Agustí.
¿Es otra maniobra de imagen del PDeCAT para marcar perfil y llamar la atención? Ni mucho menos. La oferta al exconseller encarcelado no es una locura ni una jugada de efecto. Si acaso, es la bofetada más sonora que la todavía candidata oficial a alcaldesa, Neus Munté, ha dado en el rostro de Carles Puigdemont.
Fuentes municipales señalan a Metrópoli Abierta que Forn “será el cabeza de cartel, aunque la candidata de facto será Neus Munté”. Pero detrás de esta nominación hay toda una historia que pone los pelos de punta y que hace vislumbrar el mal ambiente que existe dentro del PDeCAT y la lucha sin cuartel entre cuadros del partido y Carles Puigdemont.
EL CONTROL DE PUIGDEMONT
La intención del ‘expresident’ es controlar hasta el último detalle de la candidatura del PDeCAT en Barcelona. Que Neus Munté no es persona de su agrado es bien sabido. Por eso, desde hace meses comenzó una labor de zapa que dura hasta la actualidad. Primero fue el nombre de Ferran Mascarell el que puso sobre la palestra. Luego, vinieron otros, incluido el de Jaume Alonso-Cuevillas, su propio abogado. Pero lo cierto es que ninguna de ellos tiene apoyos dentro del partido.
En las últimas semanas, Puigdemont sondeó a nombres más mediáticos, en un intento desesperado por dar la campanada y desplazar a Munté de la carrera electoral. Contactó con el doctor Bonaventura Clotet, que le dio calabazas. Contactó con el periodista Antoni Bassas, que también le dio calabazas. Y contactó con Pilar Rahola, que al parecer puso sobre la mesa determinadas condiciones que son difíciles de cumplir, especialmente las económicas. Lógico, teniendo en cuenta que sus colaboraciones en TV3 y en el grupo Godó están muy bien remuneradas.
Sin embargo, el nombre de Forn fue la respuesta de Munté, para que el expresident fugado deje de meter baza y de hurgar en la lista municipal. ¿Quién se atreve a desplazar ahora a un preso político para poner a una cara mediática? ¿Quién tiene narices de cortar el paso a un represaliado, lo que equivale a decir a un icono?
CANDIDATOS OBEDIENTES
Eso fue, precisamente, lo que hizo Neus Munté: proponer como cabeza de lista a un candidato icónico para que Puigdemont no siga jugando con el futuro de la candidatura y proponiendo a candidatos que le sean obedientes a él y que, sobre todo, no sean del partido ni tengan ningún compromiso con el mismo.
De ahí que en los ambientes municipales se asegure que “la oferta a Forn hay que leerla en clave interna del PDeCAT. Es una manera de decirle a Puigdemont que en la Federación de Barcelona mandan los militantes, que el PDeCAT es un partido serio y de seny y que es la gente de Barcelona la que ha de escoger a su candidato o candidata. En otras palabras, le dicen que deje de meter baza y de buscar candidatos alternativos”.
La idea de presentar a Forn es vista de manera muy positiva dentro de las filas del PDeCAT, no ya por la experiencia que tiene de la administración municipal, sino también porque de ese modo le rinden homenaje por su encarcelamiento. “De hecho, Puigdemont jamás se interesó por los presos. Siempre ha ido a la suya. Sólo de vez en cuando ha hecho referencia a Jordi Sánchez y, en muy contadas ocasiones, a Turull y Rull”, señalan fuentes posconvergentes a este diario.
PATITO FEO Y CISNE BLANCO
Además, el exconseller goza de buena reputación entre sus rivales políticos, que le ven como una persona dialogante y que mantiene sus compromisos contar viento y marea. “¿Puede competir su nombre con otros más mediáticos como Maragall o Valls? Ya se verá. Puede ser que sí”, auguran desde el PDeCAT. Es cierto, reconocen estas fuentes, que no tiene “el perfil de líder que puedan tener otros rivales, pero tiene experiencia”.
Por si fuera poco, en su favor a la hora de captar el voto independentista juega el hecho de que esté encarcelado, lo que le podría garantizar a priori un puñado de votos extra. “Ha demostrado que es un buen gestor, que mantiene sus principios y que es honesto. Ése es un aval”, argumentan las fuentes. En realidad, Forn era quien manejaba las interioridades del consistorio en la época en que Xavier Trias era alcalde, aunque siempre se le criticó por su poca imagen política. Su habilidad para negociar y para llegar a acuerdos con la oposición era sólo comparable con la de su huida de las cámaras. Por si fuera poco, era precisamente esa imagen de cerebro en la sombra la que le había barrado el paso para postularse como sucesor de Trias en la candidatura posconvergente. Pero, ahora, el hombre gris de Convergència, el que manejaba el Ayuntamiento pero cuya figura nunca se proyectaba fuera de las bambalinas, puede convertirse ahora en el foco de atención de los ciudadanos. El patito feo se puede convertir en el elegante cisne blanco.