Las denuncias por incivismo se desploman en Barcelona. Las multas impuestas han caído un 13% en un año y un 30% en dos años. El año pasado se impusieron en la ciudad 93.308 multas frente a las 107.453 que hubo en 2017 y las 133.978 de 2016. Los datos los ha dado a conocer este miércoles el concejal del PP en Barcelona, Alberto Fernández, para quien este descenso de las sanciones pone en evidencia la permisividad del gobierno de Ada Colau y el fracaso de su gestión en materia de seguridad.
"Colau ha renunciado a perseguir el incivismo" y ahora en la ciudad hay barra libre de infracciones de leyes y ordenanzas", afirma Fernández. Particularmente preocupados se muestran los populares por el descenso de las sanciones relacionadas con el top manta, que acumulan ya un 31% de bajada desde 2016. De las 79.255 multas en 2016 se pasó a 54.648 en 2018. Solo entre 2017 y 2018, la caída es del 14%.
74,6 MILLONES SIN COBRAR
Imponer una sanción en Barcelona tampoco es sinónimo de cobrarla. Según el PP, Colau acumula en lo que va de mandato, es decir los últimos cuatro años, 74,6 millones de euros sin cobrar de multas por incivismo. Solo en 2018, el Ayuntamiento ha dejado de embolsarse 18.505.000 millones de euros por el mismo concepto, según los datos que manejan los populares a partir de la liquidación de los presupuestos del consistorio.
Concidiendo con estos datos, y para mitigar los efectos negativos por los pésimos datos de las denuncias impuestas y cobradas, el Ayuntamiento ha anunciado un endurecimiento de las multas por consumir alcohol en la vía pública y por orinar y defecar en la calle. Los importes de las multas suben entre un 11% y un 50%. Por orinar en la calle, la Guàrdia Urbana podrá poner sanciones entre 50 y 200 euros; por defecar, entre 70 y 280 euros, y por consumir alcohol en la calle, de 75 a 300 euros. La Ordenanza permite un endurecimiento de las multas sin modificar la norma.
Curiosamente, Colau tenía como uno de los objetivos del mandato revisar la Ordenanza de civismo para rebajar el importe de las multas y no perseguir la pobreza. Uno de los aspectos más polémicos de la norma, en los 14 años que lleva vigente, ha sido las sanciones a las personas sintecho, también por dormir en la vía pública. Sin embargo, la reforma planteada por los comuns se ha quedado en vía muerta por la falta de acuerdos con la oposición, recuerda la regidora de Ciutadans, Carina Mejías.
Mejías considera que "Colau ha convertido Barcelona en un espacio de impunidad y ha provocado un efecto llamada. Barcelona necesita un gobierno que ponga orden y haga cumplir la ley y eso implica perseguir y sancionar las conductas tipificadas en la Ordenanza del civismo, subraya la edil naranja. Mejías añade que ahora las conductas incívicas no se persiguen, casi no se ponen sanciones y las que se ponen no se cobran.
MUCHA SUCIEDAD
A los datos sobre incivismo también se ha referido el concejal del PDeCAT, Jaume Ciurana. El regidor, que ha recordado que la inseguridad es el principal preocupación de los barceloneses, ha puesto sobre las mesa algunos de los datos que, en su opinión, demuestran que la ciudad empeora en este capítulo. Citando el informe de la comisión de seguimiento de la Ordenanza de Civismo, Ciurana ha dicho que un 40% de los barceloneses ven el problema de suciedad en sus barrios como grave y muy grave y ha concretado que el número de quejas globales por incivismo se encaramaron en 2018 hasta las 58.000 frente a las 57.000 de 2017.
Desglosados, los datos arrojados por el PDeCAT han desvelado que las quejas por incumplimientos de las ordenanzas en el espacio público han aumentado (de 1.900 a 2.150), al igual que las reclamaciones por la degradación visual del entorno (de 630 se ha pasado a 833) y por contaminación acústica. En este apartado, "un tema que no es menor", las quejas han subido notablemente, de 33.000 a 35.000 en un año, ha subrayado el edil del PDeCAT, que no repetirá en las filas de su partido.