Las elecciones municipales de Barcelona serán clave para el futuro del PDeCAT, el heredero del partido heredero de Convergència, que no hace mucho tiempo era mayoritario en la ciudad y que en la última legislatura oficiaba de segunda fuerza municipal tan sólo a un puñado de votos de Barcelona en Comú (BeC). Los resultados del próximo 26 de mayo, no obstante, decidirán si finalmente se rompe esta formación o sigue bajo la batuta del fugado Carles Puigdemont, que maneja los hilos desde Waterloo.
“Hasta la fecha de las municipales, no nos moveremos, pero luego habrá que tomar alguna decisión. El resultado del 26 de mayo marcará el futuro del partido”, dice a Metrópoli Abierta un alto dirigente del PDeCAT. En esta formación, añaden las fuentes, “hay un sector enfadado, otro sector que se quedará en casa y otro que aguardará y aguantará para relanzar el partido después de las municipales”.
La intención de los rebeldes posconvergentes es volver a recuperar el centro político e independizarse del estricto control de Puigdemont, al que acusan de maniobrar exclusivamente por intereses personales. No hay que olvidar que fue Puigdemont precisamente quien dinamitó las opciones de una lista encabezada por la ex portavoz del Govern, Neus Munté, que había ganado las primarias en la capital catalana.
Así las cosas, según los altos dirigentes del PDeCAT, “el día después de las municipales nacerá una opción sólida que se posicionará en el mercado, pero no será como la que se está moviendo ahora”. Admiten, no obstante que si el resultado en Barcelona es bueno, la actual estrategia se verá reforzada y, por tanto, Puigdemont se sentirá más legitimado para seguir manejando los hilos desde la distancia.
BARCELONA, PIEZA CLAVE
En esa estrategia, la capital catalana se convierte en la pieza clave. “Un mal resultado en Barcelona provocará un intenso debate interno sobre qué hacer. O el PDeCAT se convierte en lo que tenía que ser o estará condenado a desaparecer”. Lo que parece seguro es que los posconvergentes sufrirán un severo revés en Barcelona. Así lo pronostican casi todas las encuestas, que reducen su peso en el consistorio de 10 a cinco o seis concejales.
A pesar de todo, desde las filas de la formación independentista aseguran también que “cada día cobra más fuerza la necesidad de aportar savia nueva al partido”. Esta savia nueva, aseguran, está “bien estructurada y tiene a mucha gente detrás. Todo lo demás que se haga son escarceos que no nos llevan a ningún lado”.
La discusión sobre el futuro de la formación saca a la palestra otro tema: el de los liderazgos. Si la ex coordinadora general, Marta Pascal, dejaba la puerta abierta a crear otro partido, lo cierto es que muchos altos cargos que provienen de Convergència son partidarios de utilizar la estructura del actual PDeCAT y arrinconar a los que quieren una deriva radical y unilateral.
EL PAPEL DE ARTUR MAS
En la batalla, comienza a sonar de nuevo el nombre de Artur Mas, que en realidad hasta dentro de casi un año estará en el dique seco debido a su inhabilitación para cargos públicos tras su condena por organizar la pseudoconsulta del 9 de noviembre de 2014. “En el PDeCAT nadie duda de que Mas se volverá a presentar a unas elecciones. Además, en estos momentos le interesa que haya mucha confusión, un totum revolutum que provoque el que le pidan que vuelva para poner sentido común. Y él, aunque sea a regañadientes, volverá y se ofrecerá a liderar de nuevo y a tomar el control del partido”.
Los cuadros del PDeCAT tienen muy claro que en estos momentos “no hay un líder de la formación”. De David Bonvehí señalan que “hace lo que puede, pero está atado de pies y manos por Puigdemont, que es quien maneja los hilos desde Bélgica”. Al expresident le echan en cara que intentase expulsar de las listas electorales a Neus Munté, que fue quien ganó las primarias para presentarse a alcaldesa de Barcelona.
“Por un lado, predica democracia radical, pero por otra, tanto el Govern como el partido son dirigidos a dedo y con criterios personales, pasando por encima de los intereses o de las votaciones de la militancia. El PDeCAT, en estos momentos, es una organización descabezada y casi inútil, ya que ha sido barrida literalmente de las listas electorales a favor de la marca Junts per Catalunya, controlada exclusivamente por Puigdemont y los suyos”, acusan desde el partido. Lo que pase en Barcelona el 26 de mayo, pues, podría dar un vuelco a esa situación y revitalizar la marca heredera de Convergència.