Barcelona todavía está en estado de shock. La ciudad intenta recobrar la calma y sus rutinas. Las manifestaciones y, sobre todo, los disturbios van a la baja, pero el Ayuntamiento sigue sin reponer los contenedores y la basura se acumula en muchas calles del Eixample y del centro. El asfalto también está muy deteriorado en otros puntos, para preocupación de muchos conductores.
Vecinos y comerciantes están hartos y preocupados. Muchos tienen que andar algunas calles para lanzar sus bolsas. Otros se quejan de que no pueden reciclar. Y otros lamentan los malos olores que soportan día tras día. Barcelona todavía vive en un estado de provisionalidad. La sostenibilidad se ha ido al garete con tanto jaleo.
ADOQUINES Y VALLAS
En algunas aceras se acumulan las basuras y las ratas después de que se quemaran entre 400 y 500 contenedores durante los disturbios posteriores a la sentencia del Tribunal Supremo contra los líderes del proceso soberanista. También se arrancaron adoquines y se lanzaron vallas metálicas. Colau, de momento, no mueve ficha y mantiene su calculada ambigüedad.
El precio de los desperfectos supera ya los 3 millones y medio. No está mal. Las aguas parecen bajar ya más tranquilas y tal vez sea la hora de reponer los contenedores quemados y recuperar la cordura.