Ada Colau potencia a dos concejales en el Ayuntamiento de Barcelona con quienes tiene muy buena sintonía: Janet Sanz (segunda teniente de alcaldía) y Laura Pérez (cuarta teniente de alcalde). En cambio, ha optado por esconder o minimizar las apariciones de su concejal más polémico: Eloi Badia.

Badia, concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, parece haber caído en desgracia. Sus apariciones públicas son cada vez menores. Su perfil bajo durante este mandato contrasta con el primer gobierno de Ada Colau, cuando Badia se erigió como una pieza clave de los comunes. Aterrizó en sustitución de Raimundo Viejo, del que heredó la concejalía de Gràcia -donde no vive--. Pronto acumuló un gran poder a sus espaldas, siendo responsable también de Presidencia, Agua y Energía. Pero tantas polémicas le han pasado factura, y desde el partido --dirigido de forma hermética por la alcaldesa-- lo han relegado a un segundo plano.

La pérdida de confianza en Badia se vislumbró antes de celebrarse las elecciones municipales de 2019. A la hora de configurar las listas, los comunes colocaron al concejal en el noveno puesto, una posición que no le garantizaba la reelección. Sin embargo, las bajas de última hora de Gala Pin y Mercedes Vidal permitieron a Badia escalar en la lista hasta el séptimo puesto. 

FRACASO DE SUS PROYECTOS ESTRELLA

Obtuvo su acta como edil, pero en los comunes son conscientes del desgaste de Badia. Su gestión fue ampliamente cuestionada como responsable de Presidencia, Agua y Energía, cargo que le ha sido retirado en este mandato. Ahí fracasó con la remunicipalización del agua y con su proyecto de crear una funeraria pública. No logró ninguno de los dos objetivos que se había marcado.

Además, el dirigente de los comunes ha malgastado una gran cantidad de dinero tanto de las arcas públicas como de su partido en su particular cruzada contra Agbar, compañía gestora del agua de Barcelona y que Badia ya tenía en el punto de mira antes de acceder a su cargo público, cuando formaba parte de la cooperativa Enginyeria sense Fronteres.

¿FIN DE LA GUERRA DEL AGUA?

El pasado mes de noviembre, el Tribunal Supremo asestó un duro golpe a Colau y Badia al avalar la constitución de la empresa público-privada Aigües de Barcelona para gestionar el agua de la ciudad y su área metropolitana. Aun así, Badia sigue empeñado en hacer campaña mediática contra Agbar, pero desde el Ejecutivo local le han parado los pies. Con la llegada de los socialistas al poder, se quiere dar por finalizada la guerra del agua y respetar las sentencias judiciales. Según fuentes cercanas al Ayuntamiento, Badia se ha quedado "en una posición de marginación" en el gobierno. 

Tampoco ha prosperado otro de sus proyectos estrella del mandato anterior: la creación de una funeraria pública. El pleno del Ayuntamiento de Barcelona enterró su plan el pasado febrero de 2019, cuando la oposición tumbó la funeraria exprés. Finalmente, el Gobierno municipal se va a desprender del 15% de Serveis Funeraris de Barcelona, privatizando por completo la empresa público-privada. La nueva estrategia del Ejecutivo local, según fuentes del sector, es allanar el terreno a través de cambios normativos que faciliten la entrada de nuevos operadores privados en el mercado funerario. Una estrategia para la que no cuentan con Badia, según las mismas fuentes. 

En el sector funerario y entre la oposición política censuran también su gestión del hundimiento de 144 nichos en el cementerio de Montjuïc. Badia no asumió responsabilidades y se disculpó con la boca pequeña. 

SANZ TAPA A BADIA EN ECOLOGÍA

La marginación del polémico concejal no acaba aquí. En este mandato se encarga de la cartera de Emergencia Climática y Transición Ecológica. Pese a que el gobierno municipal ha potenciado las políticas verdes, Badia apenas aparece en los grandes anuncios del Ayuntamiento de Barcelona. Colau prefiere promocionar a Janet Sanz, regidora de Ecología, Urbanismo, Infraestructuras y Movilidad, para las cuestiones relacionadas con el cambio climático. 

Como responsable de Gràcia, Badia tampoco es una figura muy popular, donde los vecinos le echan en cara su desconexión con el distrito. En Gràcia le recuerdan que sus postulados favorables a las restricciones de vehículos contaminantes chocan con el uso que hacía hasta ahora de su furgoneta Volkswagen (de 1994) altamente contaminante. 

Sus constantes fiascos le han llevado a tener un papel residual en el Ayuntamiento de Barcelona. Los socialistas, socios del gobierno municipal, no lo quieren cerca, y los comunes aceptan dejarlo de lado.

Eso sí, desde el Consistorio han aceptado recolocar a Tatiana Guerrero, pareja de Badia, que fue apartada de su cargo como asesora en el mandato pasado tras el escándalo de los presuntos chivatazos a manteros de las redadas policiales. Ahora, Guerrero vuelve al Ayuntamiento como asesora de la tenencia de alcaldía de derechos sociales.

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