Sobre el papel, la agroecología queda muy bien. Pero en la realidad, es un concepto que pocos entienden. Que se lo pregunten al Ayuntamiento de Barcelona, que convocó un concurso para el “fomento de la transición agroecológica de Barcelona a través del asesoramiento y formación para las entidades y apoyo a la transversalidad y territorialización municipal”. Ese prolijo enunciado no fue del agrado ni de los acólitos comulgantes de los comunes: el concurso quedó vacío. Un “lote desierto”, en lenguaje técnico.

El fomento de la “agroecología” es un producto pensado para que alguien afín ideológicamente se lo lleve y luego lo pueda subcontratar a “empresas de economía social”. Así lo reseña un documento interno del Ayuntamiento de Barcelona, en el que detalla el procedimiento de aplicación para las unidades promotoras y para las empresas contratistas. Si algo no falta en el actual consistorio es imaginación ecológica. Y eso es lo que imprimió el Ayuntamiento en este concurso, que consta de dos vertientes: el fomento de la agroecología y la gestión del Espacio Participativo Agrópolis. En otro documento, se especifica que “se entiende por agroecología una ciencia que combina elementos biofísicos y socioeconómicos, basados en los tres pilares del desarrollo sostenible: el social, el económico y el ambiental, proponiendo un enfoque sistémico e integral en relación con el sistema alimentario”.

UN SISTEMA ALIMENTARIO MÁS SANO

Por un lado, pues, el consistorio pensaba encargar la apuesta por el fomento de la “transición agroecológica”. Por otro, la gestión del espacio Agrópolis, que ya tiene adjudicatario hasta dentro de un año y tres meses. Todo entra dentro del esquema ideológico de los comunes: se pretende “impulsar estrategias y acciones que tengan por objetivo caminar hacia un sistema alimentario más sano, justo, sostenible y resiliente en Barcelona”. Aprovechando que Barcelona será este año la capital mundial de la Alimentación Sostenible, el comisionado de Economía Social, Desarrollo Local y Política Alimentaria sacó a concurso la licitación para esta tarea.

En base a ello, los técnicos municipales diseñaron un concurso que debería basarse en una integración de las políticas alimentarias urbanas “con una mirada de ciudad y metropolitana”. Ahí deberían confluir el plan de impulso de la economía social y solidaria, la estrategia de impulso de la política alimentaria y la estrategia de impulso del consumo responsable. Todo ello, combinado con la estrategia de la agricultura urbana de Barcelona. el Plan Clima y la declaración de emergencia climática, el plan Alimentem Collserola, el Plan de Actuación Municipal, el Pla de Barris, el plan director de Vallbona y los planes de desarrollo económico y acciones de impulso sociocomunitario.

Huerto urbano en Barcelona / AJ BCN



NI UNA SOLA OFERTA

Un informe municipal destaca la apuesta de la “transición agroecológica del Ayuntamiento, un proceso que pasa por acompañar y fortalecer al sector, cada vez más amplio”.  En un capítulo bajo el lema de las necesidades detectadas, se explica que para conformar ese nuevo sistema alimentario es preciso “promover la intercooperación entre iniciativas del sector en marcos específicos de subvenciones (y otras), ofrecer un servicio de asesoramiento y formación especializada y acompañar al Ayuntamiento en la territorialización y transversalización de la agroecología en proyectos con participación municipal, así como en la programación de actividades divulgativas de sensibilización para la ciudadanía”. Se trataba, en definitiva, de contratar expertos “con vasta experiencia en la temática (agroecología, con enfoque de la economía social y solidaria) y en la dinamización de espacios participativos”.

Tanta literatura agroecológica quedó en agua de borrajas porque nadie acudió a la llamada del consistorio. Bien por la proliferación de planes, por la confusión de términos o por falta de la progresía necesaria, al proyecto, de casi 50.000 euros, no se presentó ni una sola oferta, por lo que el concurso se declaró desierto.

GESTIONAR AGRÓPOLIS

El Ayuntamiento, no obstante, sí que logró que una cooperativa se haga cargo del espacio Agrópolis, un proyecto nacido en marzo de 2019 “con el objetivo de consolidar y fortalecer los proyectos e iniciativas relacionados con el desarrollo de un sistema agroalimentario que camine hacia la soberanía alimentaria, establecer conexiones y mejorar la coordinación entre diferentes actores y ámbitos de trabajo relacionados con la alimentación, promover, evaluar, revisar y coordinar políticas públicas en torno a la alimentación sostenible”.

Agrópolis surgió como un espacio público-comunitario para impulsar una impulsar una alimentación sana en Barcelona. Ese órgano debe velar por “renovar las relaciones entre pagesia y consumo urbano, hacer investigación, promover y revisar políticas públicas alimentarias, impulsar proyectos, generar vínculos entre actores y ámbitos relacionados con la alimentación; y fomentar circuitos cortos de comercialización”. Su cometido es poner en contacto a técnicos de las administraciones, huertos, proyectos comunitarios, productores, distribuidores y comercializadores. Es un espacio que se articula en 7 sectores, cada uno especializado en un área concreta de la cadena alimentaria.

YA ORGANIZÓ LA ‘NAVIDAD ALTERNATIVA’ DE COLAU

El pliego de prescripciones técnicas de este proyecto sí especifica que el espacio participativo Agrópolis es de carácter inclusivo y en él participan más de 150 personas de un centenar de entidades. Su objetivo es promover y coordinar políticas públicas de política alimentaria, identificar retos para el desarrollo de iniciativas que apuesten por un sistema alimentario saludable, sostenible y responsable, generar discurso y convertirse en punto de referencia para los proyectos de nueva creación en el ámbito de los circuitos cortos de comercialización de la capital de Cataluña. Asimismo, deberá consolidar grupos de trabajo por ámbitos temáticos siguiendo el modelo Compromiso de Barcelona por el Clima, consolidar espacios de encuentro y generar mecanismos de representación y colaboración entre diferentes espacios.

Para ese cometido, el Ayuntamiento sí encontró una empresa idónea: se trata de la cooperativa Espai Ambiental, que el pasado mes de diciembre ya se ocupó de otro proyecto de consumismo ideológico municipal: organizó las actividades de la ‘Navidad alternativa’ que Ada Colau diseñó en el marco de la Fira del Consum que tuvo lugar en la plaza de Catalunya. Para la gestión de Agrópolis, Espai Ambiental cobrará 45.905 euros.

Noticias relacionadas