Una pendiente demasiado elevada, con muchos obstáculos, pero que Elsa Artadi ha aceptado asumir. El proceso de primarias en JxCat para elegir al candidato o candidata a la alcaldía de Barcelona tendrá poco éxito. Solo se ha presentado Artadi, que ya es precandidata, y los militantes del partido de Carles Puigdemont podrán votarla el fin de semana del 12 y 13 de febrero. No hay “más valientes”, como señalan desde JxCat, porque se entiende que la tarea es demasiado complicada.
Artadi, sin embargo, quiere contar con el apoyo explícito de Xavier Trias, como referente hasta el día de los comicios –mayo de 2023– para evitar un sonoro fracaso y buscar el gran objetivo: que JxCat pueda ser vital para un cambio de gobierno, para desalojar a Ada Colau del consistorio, dando por hecho que la líder de los comunes presentará, finalmente, su candidatura.
SIN MENSAJE IDEOLÓGICO CLARO
La figura de Trias se entiende como imprescindible, porque ha sido el único dirigente del nacionalismo conservador que ha logrado la alcaldía, tras la etapa del socialista Jordi Hereu. Las circunstancias de la política catalana en aquel momento, entre 2011 y 2015, imposibilitaron un segundo mandato de Trias, que abrazó, –forzado por la coyuntura– un independentismo que nunca había defendido. Su pasado como dirigente convergente práctico, capaz de conseguir la complicidad de muchos profesionales que procedían de la izquierda –del PSUC, en concreto– como conseller de Salut en los gobiernos de Jordi Pujol, le ha llevado a ejercer, todavía, una clara ascendencia en los círculos más prosaicos de JxCat. Artadi lo sabe y quiere contar con él, junto con Joaquim Forn, que ofrece su experiencia como gran hacedor en el Ayuntamiento de Barcelona durante el mandato de Trias. No se trata de que vayan en las listas –Forn no puede, porque sigue inhabilitado– sino que aparezcan en actos y colaboren directamente en la estrategia.
Con esos mimbres, Artadi se lanza a la carrera a la alcaldía, consciente del gran problema que existe en JxCat: los esfuerzos organizativos del secretario general del partido, Jordi Sànchez, no se traducen en una clarificación del mensaje, con la sombra permanente de Carles Puigdemont, cuyos fieles señalan que volverá a Cataluña antes del verano y pondrá patas arriba –otra vez– la política catalana. El mensaje que sí está claro y que repite Artadi una y otra vez es que JxCat “será la única fuerza política que no facilitará la gobernabilidad de Ada Colau”.
El resto de partidos están ligados a la suerte de los comunes. Esquerra Republicana ha establecido una especie de acuerdo estructural con ellos, tras facilitar la aprobación de los presupuestos del consistorio, como correspondencia al apoyo de los comunes a las cuentas de la Generalitat que dirige el republicano Pere Aragonès. Y el PSC gobierna con Colau, pese a las discrepancias internas.
¿APOYAR AL PSC?
Lo que Artadi intentará es superar los actuales cinco concejales de JxCat, en detrimento de Esquerra Republicana, y buscar un cambio en la alcaldía en función del resultado que obtenga el PSC que mantiene como candidato a Jaume Collboni. Eso sería emular el pacto de la Diputació de Barcelona. La otra posibilidad sería forzar a ERC y condicionar una alcaldía de los republicanos, pero estos ya cuentan con los comunes si eso fuera necesario.
Ese es el plan de Elsa Artadi, que renunció a ser vicepresidenta del Govern de Pere Aragonès tras una decisión en el último momento, provocada, según fuentes de JxCat, porque Jordi Sànchez “no se lo pidió de forma clara y precisa”. En el último año, sin embargo, Artadi ha cobrado peso y es respetada en el seno del grupo municipal de JxCat, que la ve convencida de lograr un buen papel. Pero el problema de su candidatura es el mismo problema que tiene su partido: la falta de un programa claro, de una orientación ideológica concreta. Por ahora, se reduce a un “anti Colau en todos los ámbitos”.