Un golpe en la mesa. Moderado. Fiel a su estilo, aunque en el partido le reclamen más contundencia. Jaume Collboni, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, líder del PSC en el consistorio, ha levantado una bandera: la Copa América de Vela, para que la ciudad la pueda acoger en 2024, pese a todos los prejuicios expresados por los comunes de Ada Colau. Ese acontecimiento deportivo, el tercero más seguido del mundo a través de las televisiones, es el símbolo que quiere exhibir Collboni para aseverar un “sí” a Barcelona y una apuesta por el crecimiento económico.

Lo lleva haciendo Collboni en los últimos meses, con reuniones con las principales entidades económicas de la ciudad, con intercambio de ideas con los actores económicos, y escuchando también los reproches que le formulan por su bajo perfil a la hora de clarificar todo lo que se desarrolla desde el consistorio en clave económica. Pero esa labor se ha intensificado en las últimas semanas, con reuniones como la del pasado viernes, con la ayuda de la Fundación Olof Palme, que dinamiza sesiones con ese mundo económico ávido de tener un representante en el consistorio.

MIRAR AL FUTURO

Collboni se dirigió a todos ellos, con dos claros mensajes: él y el PSC defienden un modelo económico basado en el crecimiento y en la distribución de renta posterior, porque otra cosa es “repartir la miseria”. El otro mensaje es que Barcelona debe ser la “ciudad del sí”, y no se puede ver arrastrada, con un enorme pesar, a partir de proyectos que quieren otros. ¿Qué quería decir el primer teniente de alcalde, que, por ahora, es quien más posibilidades tiene de ser, de nuevo, el alcaldable por Barcelona?

La apuesta de los socialistas es buscar “grandes acontecimientos” en distintos ámbitos, rechazando la idea de que una ciudad no debe optar a ellos, con el argumento de que defiende un determinado modelo. Para eso está Pau Solanilla, comisionado para la promoción económica de la ciudad. Y la primera gran oportunidad debería llegar el próximo año, en 2024, con la Copa América de Vela, tras atar ya la apertura de la Vuelta Ciclista a España desde Barcelona. El equipo de gobierno municipal socialista ha buscado esa candidatura en los últimos meses con cautela, pero con toda la pasión. Se trata de una competición que arrancó en 1851, con una gran tradición, y que es el tercer evento deportivo más seguido en los cinco continentes, tras los Juegos Olímpicos y los mundiales de fútbol. Pero la Copa América de Vela se celebró en Valencia, en 2007, y eso se asocia, por parte de los comunes, a un modelo de crecimiento desbocado y, por tanto, poco conveniente. Collboni señala que el evento se celebrará, y que toca mirar al futuro sin esos prejuicios del grupo municipal de Ada Colau.

Collboni, con vecinos y comerciantes de Sant Antoni / TWITTER JAUME COLLBONI

Las iniciativas, dentro del seno de gobierno municipal, son del PSC, que busca cómo levantar cabeza y romper una percepción negativa que se ha instalado sobre la ciudad, pese a una serie de buenos datos sobre inversión en oficinas y compañías tecnológicas. Collboni ha logrado ser el interlocutor de todo ese tejido económico, aunque es consciente de que todo ello no le garantiza erigirse en la palanca de cambio en el Ayuntamiento. En sus últimos contactos han asistido Alejandro Goñi, presidente de Pimec Comercio; Antonio Belmonte, director general de operaciones de Sacyr o Joan Ramon Barrera, presidente del Cercle Tecnològic, además de otros representantes más vinculados con la órbita socialista, desde el mundo de la cultura o la educación. El mundo del turismo, de los colegios profesionales, de la tecnología, del deporte o el urbanístico e inmobiliario escuchan a Collboni y a él formulan sus quejas, que repite una y otra vez que “no se puede gobernar desde el sectarismo”, en una clara alusión a los comunes de Colau.

La prueba de que los consensos son posibles la muestra Collboni con la reforma del distrito del 22@, que ha comportado la construcción de vivienda pública, --cuando inicialmente se trataba solo de un área económica—junto con la ampliación de un millón de metros cuadrados adicionales de techo económico. Pero las negociaciones fueron complicadas.

Otra de las medallas que exhibe Collboni frente a ese mundo económico, que lo escucha, pero siempre con la sospecha de que podría “hacer mucho más”, es el acuerdo sobre los horarios comerciales. El PSC ha logrado imponerse, frente a los recelos de los comunes, y patronales y sindicatos firmaron un acuerdo para que los comercios puedan abrir los domingos entre los meses de mayo y octubre.

Jaume Collboni y Montserrat Ballarín junto a los representantes del comercio en Barcelona / FUNDACIÓ BARCELONA COMERÇ

Y la bronca se ha producido, sin disimulos, en la reforma de usos en el distrito del Eixample, con las ‘superillas’, el gran símbolo de la gestión de los comunes. Collboni ha insistido, junto con la concejal de Comercio, Montserrat Ballarín, en que no se puede ofrecer un proyecto homogéneo para todo el comercio y en que es poco comprensible que se quiera regular el tipo de negocios que se puede o no implementar.

Es la particular ‘Copa América’ de Collboni, que dispone de algo más de un año para imponerse de cara a las elecciones municipales de 2023. Otros, sin embargo, más atrevidos en el seno del PSC le señalan que la opción debería ser la ruptura del gobierno y expresar con toda libertad, desde fuera del consistorio, las diferencias con los comunes. Collboni mantiene la mirada e insiste en que marcará ese perfil distinto a su manera, my way, como diría Sinatra.