Jordi Hereu (Barcelona, 1965) fue alcalde de Barcelona entre los años 2006 y 2011. Fue nombrado primer edil de la ciudad el 8 de septiembre de ese año, ocho meses antes de las elecciones de mayo de 2007, en las que el PSC fue el partido más votado. En 2011, tras el fiasco de la consulta de la Diagonal que se hizo un año antes, perdió los comicios frente a Xavier Trias (CiU). Antes de ser alcalde, Hereu fue concejal de Seguridad y Movilidad, y de los distritos de Les Corts y Sant Andreu. Tras dejar la política activa, en 2012, fundó la consultora Idencity. Desde octubre de 2020, Hereu es presidente de Hispasat, el operador de satélites español. El líder del PSC en el Ayuntamiento, Jaume Collboni, lo ha nombradopresidente de su consejo asesor en la carrera hacia la alcaldía en las elecciones de 2023.
¿Dónde está ahora Barcelona respecto a cuando a usted era alcalde y a qué se debe la percepción de que la ciudad ha estado en decadencia?
Debido al gobierno de los comunes y al proceso independentista Barcelona se ha visto sometida a una prueba de estrés la última década. En positivo expresa la fuerza que tiene esta ciudad. El independentismo ha fragmentado. También hemos vivido muchas dosis de populismo retórico y poco operativo que no ha cumplido ninguno de sus objetivos. Pero Barcelona tiene un proyecto de ciudad muy potente. Estoy en contra del fatalismo. Barcelona está mejor de lo que expresan sus liderazgos políticos, la alcaldesa y la Generalitat. Cuando miras los liderazgos, éstos hacen un flaco favor a la proyección de Barcelona. La ciudad necesita un liderazgo abierto a la innovación, abierto a todos los sectores de la sociedad, sin sectarismos, y con ambición. Barcelona tiene ahora una de las mejores cifras de paro en una década. Yo estoy en contra del catastrofismo. No es operativo, ni funcional.
La alcaldesa Ada Colau no quiere que Barcelona crezca.
Nunca había pasado que tuviéramos un alcalde o alcaldesa que dijera que no quiere el crecimiento de sus infraestructuras. Tenemos que conectarnos con el mundo [en referencia a la ampliación del aeropuerto]. Ernest Maragall no se pronuncia. Colau dice muy claramente que no quiere crecer. Yo quiero a un alcalde que diga que quiere crecer. Necesitamos un aeropuerto que esté a la altura de los retos que tiene esta ciudad. Estoy convencido de que con Collboni Barcelona dará el salto que necesita.
¿En el contexto europeo, considera que Barcelona ha perdido?
En el balance hay de todo. El procés llevó a Barcelona y a toda Cataluña a perder potencialidad. Ha habido personas que por una causa política, no urbana, ha decidido irse. Esto nos ha debilitado. Por contra, en esta economía digital, de nuevos sectores económicos, Barcelona tiene muchas potencialidades. El atractivo de una ciudad es un gran factor de competitividad. Los nómadas digitales van a sitios donde se vive bien. Es un balance de claros y oscuros. Hemos de superar los oscuros. Hemos ganado el salón ISE (Integrated Systems Europe), captamos empresas, el Mobile lo hemos mantenido. Ahora ya estaríamos en condiciones de volverlo a ganar, pero han pasado muchos años en que mi sentimiento respecto al Mobile era que igual lo manteníamos, pero que en la situación en la que estábamos nunca lo hubiéramos ganado. Estamos recuperando la capacidad de ganar cosas. ¿Alguien cree que es por nuestra alcaldesa o lo hacemos a pesar de la alcaldesa? Creo que claramente lo hacemos a pesar de la alcaldesa. Quiero un alcalde del que podamos decir que hemos ganado algo por la ilusión y la pasión del alcalde. Nadie se cree que la Copa América o inversiones que puedan llegar se producen después de una conversación con la alcaldesa.
¿Y sobre el balance de Colau, qué nos puede decir?
Llegó en 2015 porque había ganado antes el centro derecha nacionalista. El centro derecha gobernó por primera vez en 2011 y cuatro años después tenemos como respuesta que irrumpe el populismo en Barcelona. Solo hay que leer lo que decían en 2015 y contraponerlo con la realidad. En 2019, los comunes tuvieron la excusa de decir que solo habían estado cuatro años y que les faltaba tiempo para completar su programa. Ahora van hacia los ocho años. Con ocho años ya se puede hacer un balance muy riguroso. ¿Cuánta gente hay en las calles de Barcelona? ¿Cuántos desahucios hay cada día en Barcelona? ¿Cuánta vivienda pública se ha construido? ¿Se han resuelto los problemas de Barcelona? Barcelona en Comú ha hecho una transición. Llegaron con un anhelo de más justicia social y ahora se centran en el tema ambiental. Con el mismo sectarismo y maniqueísmo, fruto de una cultura política de buenos y malos, que afrontaban los problemas de justicia social, ahora afrontan las cuestiones de la agenda ambiental. Los sectores populares de Barcelona ya han abandonado el proyecto de los comunes. Y ahora su agenda son temas que responden a un sector que no es el de las clases populares de la ciudad. El PSC se patea los barrios. A la gente le preocupa la seguridad y el bienestar personal y el de su familia, algo que es sinónimo de trabajo. Estamos ante una izquierda que se ha especializado en temas de un sector muy determinado.
¿Cuál es este sector?
Es un sector para el que la lucha por el progreso económico es menos importante que otros temas. Les preocupa más lo que respiran que lo que comen. Quiero que se me interprete bien. Hagamos una aproximación seria a cómo se respira. Afrontemos de forma seria el debate de la movilidad sostenible. He sido concejal de Movilidad. Pusimos en marcha el área verde, las peatonalizaciones de los cascos antiguos, las zonas 30 y el Bicing. A los comunes y a ERC no les ganará la derecha. Les ganará una fuerza progresista. Esta candidatura progresista está ante la oportunidad histórica de contar con el apoyo de otros muchos sectores que en otra situación más normal encontrarían encaje en otros partidos.
Si tiene que hacer crítica de una área gestionada por el PSC durante los últimos cuatro años, ¿de cuál la haría?
Desde hace 10 hay una crítica sistemática que yo hago, y que es que la movilidad no puede estar subordinada al urbanismo. En una ciudad hay forma y función. Los que modifican la forma han de tener presente el criterio de los de la función, y los de la función tienen que tener presentes a los de la forma. Con la llegada de la democracia, los ingenieros de tráfico dialogaban con la gente de Urbanismo, para que entre forma y función hubiera consenso. Lo que ha pasado los últimos 10 años es que se ha puesto la función en manos de los que diseñan. Ya empezó con Trias. Se ha hecho de una forma absolutamente subordinada, no con diálogo. En el Eixample no puedes modificar unilateralmente las formas, con un nivel estético más que criticable, pero además sin tener en cuenta la función. Hay que volver a un nuevo pacto de Movilidad. No puede ser un campo de confrontación permanente. Hay que volver al pacto entre iguales, también con la gente que va en coche. La gente del coche abonó la peatonalización, el área verde. Hicimos una modificación profunda. Han convertido la movilidad en una lucha entre buenos y malos.
Todo lo que dice a nivel práctico, ¿como se traducirá? ¿Qué comportará la superilla del Eixample?
Lo que harán no será superilles, serán ejes verdes. También Salvador Rueda dice que no lo es. Superilla es lo que yo hice en Les Corts, que peatonalicé todo el casco antiguo. No le llamábamos superilla, sencillamente peatonalizamos todo el casco antiguo. También se hizo en Gràcia, en Ciutat Vella, o en Sant Andreu. En el Eixample hay que hacerlo con más consenso, con más análisis y teniendo en cuenta a todo el mundo. El desarrollo económico implica movilidad. Esta movilidad hay que administrarla, no la puedes obviar, a no ser que decidas que bajarás la movilidad porque bajarás la actividad.
¿Prevé usted un colapso circulatorio los próximos meses?
Las tesis de que ciertas movilidades las tienes que restringir siempre se había dado si tenías otras alternativas. Creo que se está restringiendo sin una contrapartida de oferta potente de transporte público. Los tiempos y los ritmos son importantes. En el Pacto por la Movilidad uno de los principios era la fluidez, al lado de la seguridad. Ir a machacar la fluidez, ¿qué efectos tiene a nivel ambiental? Tener un embudo para salir de la ciudad, esto, en términos de congestión, contaminación y pérdida de tiempo, qué consecuencias tiene. Quiero el balance científico de todo esto una vez que pase la etapa de la propaganda. Tenemos que ir a una gestión con datos. Una cierta izquierda ha decidido que solo gobierna para su tribu. Y un alcalde gobierna para todo el mundo. Tenemos que recuperar al alcalde para todo el mundo. Trias tuvo voluntad de ser un alcalde para todo el mundo. Yo puedo ser muy socialista, pero cuando soy alcalde, lo soy para todos. No tengo buenos y malos. Éste es el espíritu que tenemos que recuperar. Los comunes han traído la semilla de la discordia. Venían de una trincherita en la que se pensaban que ellos eran los buenos.
¿Es usted muy crítico con Barcelona en Comú?
No hay nada más sobado que el código ético de los comunes. Ahora podríamos hacer la expresión estás más sobado, más manoseado, que el código ético de los comunes. Qué dejen de hacer el ridículo. Una de las cosas más manipuladas de los últimos años es el código ético de los comunes. Creo que expresa el aterrizaje de un movimiento que venía de un pensamiento muy utópico. En su confrontación con la realidad ya se ha visto que sus supuestos no se han ido cumpliendo y han tenido que ir modificando lo que pensaban 2015. En lugar de decir que se han ido adaptando, hacen ver que lo van cumpliendo. El código ético de los comunes es una de las cosas más incompletas que he visto nunca. Bienvenidos al mundo en el que nadie es perfecto. El proceso -en referencia a la validación de la bases para que Colau pueda optar a un tercer mandato- es muy ridículo. Ellos lo que no aguantan es que los comparen con aquello que no querían encarnar. Necesitamos pasar a una etapa no de gente que viene a salvar el mundo, sino que viene a mejorar Barcelona, y mejorando Barcelona se está haciendo una contribución a mejorar el mundo. Esta gente no aguanta ni una audiencia pública. Les molesta cuando les viene una señora con un tema de ruidos. Cuando estás destinado a salvar la humanidad, tener que aguantar la gestión municipal, que es tan prosaica y hecha de tantas pequeñas cosas... No está hecha para ellos. Estoy convencido de que la solución es Collboni. Mucha gente se irá decantando, también creo que hay que romper con la idea del procés como generador de votos. El procés nos dividió. Los catalanes ya han superado esa lógica. El municipalismo y Barcelona también tienen que servir para superar el procés.
¿Tiene Barcelona un problema de básicos?, ¿no se están gestionando bien temas como la seguridad, la movilidad, la limpieza o el civismo?
Vayamos a los datos y a la realidad percibida por los ciudadanos. El barcelonés es muy exigente, y es bueno que haya exigencia. Desde el punto de vista de la seguridad se está incrementando el número de agentes de la Guardia Urbana. La coordinación con Mossos también funciona bien, lo que no sé si va tan bien es la dotación de Mossos. Lo que no está bien es que estamos pagando unos años de una cultura social y mediática del se m'en fot. Un ejemplo: ahora los grafitis ya no respetan ni el patrimonio. Alguna cosa tendrá a ver con el mensaje de tibieza de los últimos años. Nos está liderando gente que estaba en contra de la Ordenanza de civismo. La hicimos nosotros. No es una varita mágica, pero era un mensaje de que ciertas cosas no se podían hacer. Creo en Albert Batlle [concejal de Seguridad y Prevención], se cree la seguridad pública. Pero, venimos de un entorno... A mí de Cataluña me preocupan dos cosas, una que somos el epicentro de producción de marihuana. Y otra que somos el epicentro de la okupación. Solo hace falta mirar el porcentaje de lo que representa la okupación en el conjunto de España. Tendríamos que llegar a un gran pacto de país sobre la seguridad, que significa el refuerzo de la autoridad democrática.
¿Cuál es el principal problema de seguridad que tiene Barcelona?
En términos internacionales, Barcelona aguanta cualquier comparación. En homicidios aguantamos y superamos a cualquiera. Tenemos una tipología de faltas, ligadas a la multirreincidencia, que hace mucho daño a la proyección de la ciudad y a la tranquilidad de los ciudadanos y de las personas que nos visitan. Hemos intentando atacar este tema, con modificaciones del Código Penal, para minimizar a aquellos que viven cada día de robar un reloj o una pequeña cosa. No es la expresión más grave de inseguridad, pero sí hace mucho daño. Es muy importante que las leyes capten lo que pasa, como en el campo de la okupación.
Y la limpieza de Barcelona, ¿cómo la ve?
Tenemos buenos profesionales y no creo que el problema sea presupuestario. Quiero apelar al civismo. Mantener Barcelona limpia es cosa de todos. Hace falta civismo y servicio público. Se tiene que usar más la manguera y hay que evitar temas como el Puerta a puerta. Se hizo una mala implementación. Sant Andreu es un barrio muy denso. Espero que la limpieza mejore. No es por falta de recursos. Lo que no podrás evitar nunca es la foto de un lugar, las mil anécdotas de una ciudad de casi dos millones. ¿Qué pido? Que si en un solar hay ratas, que se actúe. Si hay un punto negro, que se actúe. Hay que estar atento a la quejas. Es gracias a su denuncia que finalmente se interviene en un solar que está lleno de ratas. En temas como seguridad y limpieza hay que estar muy atentos. No puedes ir a otros temas si no tienes solucionados los temas básicos. En seguridad, ni los comunes ni la Generalitat, nunca han expresado fuerza, siempre han expresado desconfianza hacia las fuerzas de seguridad. Nos ha gobernado gente que cree que quemar Urquinaona estaba muy bien, con doble razón de esquizofrenia. Enviaban a la policía a reprimir y por otro lado lanzaban el mensaje de apreteu, apreteu. Hemos vivido esto. Y fuera daba una imagen rara. En cualquier caso, a nivel internacional, no se puede decir que Barcelona sea una ciudad insegura.
El Barómetro municipal lleva años indicando que el principal problema para los ciudadanos es la inseguridad.
Es compatible. Evidentemente, tenemos problemas, y si el ciudadano lo percibe como un problema, hay que resolverlo. Tenemos una buena tradición de barómetros. Dediquémonos a resolver lo que preocupa a la gente. Seguridad, limpieza y movilidad son temas muy urbanos. Algunos son expertos en hablar de los temas que están en el número 27 o 28 de los problemas. Es evidente que el agua no es un problema. Lo es si hay sequía, pero no lo es el modelo. Es así. Y algunos por ideología te están dando la tabarra con un tema que no es una preocupación para la mayoría de personas. Es un delirio. También lo veo con otro tema, con el castellano y el catalán. He estado 14 años y nadie me dijo nunca nada.