El pasado fin de semana fue crítico en Barcelona. Después de que los Mossos d'Esquadra hayan detenido a una persona por una pelea que acabó con tres heridos por arma blanca en las Fiestas de Gràcia, además del apuñalamiento en la plaza de la Barceloneta, el gobierno de Jaume Collboni muestra su preocupación por el aumento del uso de este tipo de armas. "No permitiremos que se normalice llevar armas blancas en Barcelona, especialmente cuando hay grandes acontecimientos o fiestas”, ha asegurado, contundente, el alcalde.
El cuerpo de la policía catalana ha confirmado que este tipo de agresiones han aumentado en los últimos años. Como ya avanzó el teniente de alcaldía de Seguridad de Barcelona, Albert Batlle, se prevé incrementar las medidas policiales para combatir la "cultura de la navaja" a través de más inspecciones con detectores cuando se considere que puede haber riesgos en fiestas multitudinarias, como pueden ser las Fiestas de la Mercè.
El PP, crítico contra la inseguridad
El debate sobre la "cultura de la navaja" siempre ha estado presente en el debate político y social de Barcelona. Uno de los grupos municipales más críticos es el PP, que durante este año ha presentado varias propuestas para incrementar la seguridad, como aumentar el número de agentes y patrullas en aquellas zonas más conflictivas y en las horas de más afluencia, la creación de un servicio municipal de ayuda a las víctimas y una actuación municipal ante las okupaciones.
La semana pasada, el líder de los populares, Daniel Sirera, solicitó equipar a toda la Guardia Urbana con palas de cacheo para "poner fin al uso de navajas". El dirigente popular lamenta que solo haya una treinta disponibles en el cuerpo, una cantidad "insuficiente" y que su uso esté restringido únicamente a las tardes y noches. Según Sirera, en 2023 se registraron en Barcelona 2.497 denuncias relacionadas con armas blancas, lo que representa un aumento del 20% respecto a 2022.