Núria Parlon y Jaume Collboni quieren afrontar la situación de inseguridad que vive Barcelona con determinación. En su primera reunión, este miércoles, la nueva consejera de Interior de la Generalitat y el alcalde de Barcelona, se centraron en cuatro cuestiones: los pequeños delitos (hurtos, principalmente), la multirreincidencia, el auge de armas blancas y los narcopisos. Y tienen un plan.
Los datos del último balance trimestral de criminalidad del Ministerio de Interior indican que la criminalidad ha bajado en Barcelona. No obstante, la nueva consejera asegura que, a pesar de que los datos son "positivos", se debe ser "realista con aquellos delitos que han aumentado", como lo son el tráfico de drogas y las riñas tumultuarias. "Hay que revertir la curva de delincuencia", asegura la exalcaldesa de Santa Coloma de Gramenet.
Puntos clave de la reunión entre Collboni y Parlon
Precisamente este fue el motivo del encuentro con el alcalde de Barcelona, en el que también participaron el director de los Mossos, Josep Lluís Trapero; el comisario jefe, Miquel Esquius; el jefe de la Guardia Urbana, Pedro Velázquez, y el teniente de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Albert Batlle.
Una de las medidas cruciales que se quieren implementar es la creación de un sistema conjunto entre la policía catalana y la Guardia Urbana, formado por 60 agentes de cada cuerpo y que estará centrado en acabar con la "pequeña criminalidad", la multirreincidencia, la "cultura de la navaja", y los narcopisos.
En el primer semestre del año, se han identificado 265 delincuentes multirreincidentes en la ciudad de Barcelona, a quienes se les atribuyen un total de 4.676 delitos, en su mayoría relacionados con hurtos y robos violentos en la vía pública. Según los datos presentados en una rueda de prensa tras la Junta Local de Seguridad de Barcelona, los cinco delincuentes más activos suman un total de 274 antecedentes.
La multirreincidencia, el "punto más oscuro de la ciudad"
La multirreincidencia es, según Collboni, "el punto negro de la ciudad". El problema viene de lejos. En agosto de 2022, se aprobó una reforma del Código Penal para conseguir un carácter más disuasorio para este tipo de delitos, con penas de entre seis y 18 meses de prisión para aquellos que cometan hurtos leves que supongan importes inferiores a los 400 euros de forma reiterada.
No obstante, esta modificación no tuvo los efectos esperados. Albert Batlle manifestó en múltiples ocasiones que el Ayuntamiento, que ha impulsado reformas, "se ha sentido solo" cuando esos cambios se llevaban al Congreso.
"Son necesarias las reformas del marco legal porque no pueden ser juzgados con la celeridad con la que se tendría que hacer para que acaben en prisión, que es donde muchos tendrían que estar. Es un tema que nos tomamos muy seriamente", señaló el primer edil socialista.
Esa posición llega un día después de que el Congreso de los Diputados haya aprobado una propuesta de Junts per Catalunya que plantea penas de hasta tres años de cárcel para aquellos delincuentes que hurten reiteradamente móviles.
Los juzgados de Barcelona, colapsados
De esta manera, se conseguiría descongestionar los juzgados, que se encuentran colapsados a causa de la multirreincidencia. La jueza decana de Barcelona, Cristina Ferrando ha pedido seis nuevos juzgados y más medios para evitar el colapso y, con ello, la prescripción de los delitos leves pendientes, que se extinguen penalmente al cabo de un año. Por tanto, hasta que no se solucione este problema, seguirá habiendo ladrones con múltiples detenciones policiales, pero que, a efectos judiciales, no se podrán considerar multirreincidentes, ya que las infracciones habrán prescrito sin ser juzgadas.
En referencia al tráfico de drogas, en julio de 2022, los Mossos d'Esquadra crearon una nueva unidad centrada en acabar con los narcopisos en Barcelona. Trabajaban conjuntamente con la Guardia Urbana hasta que, a principios de 2024, la comisaria regional Montserrat Estruch, comunicó a la policía local de la ciudad que la gestión de estos delitos volvería a ser exclusivamente de los Mossos, algo que acabó desencadenando una grave crisis institucional entre ambos cuerpos.
Tras la reunión entre Collboni y Parlon, se acordó retomar la colaboración entre Mossos y Guardia Urbana, ya no solo para erradicar el tráfico de drogas, sino para combatir las armas blancas y la multirreincidencia. Estos equipos trabajarán de manera "permanente", asegura Batlle. La consejera de Interior, por su parte, destacó que estos operativos servirán para compartir inteligencia policial para la prevención y para abordar las problemáticas y las sensaciones de impunidad de los multirreincidentes.
Otro de los puntos clave de la reunión ha sido el conflicto con las armas blancas. El teniente de Prevención y Seguridad del Ayuntamiento ya hace tiempo que se refiere a este problema como "la cultura de la navaja", una tradición, según sus palabras, "importada de otros países" y contra la que hay que destinar los recursos necesarios para acabar con ella.
A pesar de que el auge de armas blancas es un tema que viene de lejos, en las últimas semanas, ha vuelto a coger protagonismo, ya que temen que, con la Mercè, aumenten los apuñalamientos. De hecho, en las fiestas del año pasado, hubo 19 detenidos y seis agresiones con arma blanca, un escenario que Barcelona no quiere volver a repetir.
Es por este motivo que tanto la Guardia Urbana como los Mossos montarán dispositivo de seguridad con palas detectoras de metales en entornos con gran afluencia de gente, Además, destinarán 2.500 guardias urbanos para velar por la seguridad de las fiestas, divididos en diferentes turnos --450 agentes por turno-- y se ubicarán en puntos concretos de vigilancia.