Gemma Tarafa, con Ada Colau durante un acto en el Ayuntamiento de Barcelona / EUROPA PRESS

Gemma Tarafa, con Ada Colau durante un acto en el Ayuntamiento de Barcelona / EUROPA PRESS

Información municipal

Tarafa, del Ayuntamiento a la cúpula de los comunes: ver y oír en nombre de Colau

La ex alcaldesa de Barcelona busca cómo influir en la nueva etapa de los comunes, con la vista puesta en su propia candidatura en 2027

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Ada Colau no estará en la futura cúpula de Catalunya en Comú (CeC), pero tendrá igualmente controlado al partido. Sus ojos y oídos en la cima de los comunes será Gemma Tarafa, la persona de su mayor confianza en el Ayuntamiento de Barcelona. Tarafa tiene la consigna de vigilar de cerca lo que hace su compañera Janet Sanz. A partir del próximo mes, también vigilará lo que hace otra dirigente que proviene de las filas de ICV, como Sanz: Candela López. Y es que las dos, Tarafa y López, serán las coordinadoras de los comunes a partir de la Asamblea que el partido celebrará los días 16 y 17 de noviembre.

El control de Colau en el partido contará también con la presencia de Gerardo Pisarello, exteniente de alcalde de Barcelona, hombre de confianza de la exalcaldesa (fue quien la acompañó a participar en la campaña de las elecciones generales y municipales de México en abril pasado), que tendrá la responsabilidad de ser el portavoz de los comunes, junto a Aina Vidal, activista proveniente también de ICV.

Control a distancia

Con el tándem de Tarafa y Pisarello, Colau controlará a distancia lo que sucede en la cúpula del partido, aunque ella no tenga cargo orgánico alguno. Y a Tarafa se le acumula el trabajo: además de sus responsabilidades como concejala, también debe vigilar a Janet Sanz en el consistorio y a Candela López en los comunes. Ser la mano derecha de la lideresa tiene estos inconvenientes.

La concejal Janet Sanz, junto a Gemma Tarafa y Frederic Ximeno / EUROPA PRESS

La concejal Janet Sanz, junto a Gemma Tarafa y Frederic Ximeno / EUROPA PRESS

Lo cierto es que, como ha contado Metrópoli, el control de ICV sobre la estructura de los comunes se ha incrementado en los últimos años. La retirada a sus aposentos de Ada Colau, que quiere renovar mensajes y prepararse para volver a ser candidata a la alcaldía de Barcelona en 2027, le supone perder cuota de poder. Provisionalmente, la dirigente suplirá este menor peso con el control estricto de Tarafa y Pisarello: el sector más próximo a ella sólo intervendrá cuando sea preciso presionar al gobierno de turno (sea el español, el catalán o el barcelonés) y evitar que el sector de ICV, más proclive a pactos, termine cediendo en algunas cuestiones.

Tarafa, del extremo duro

Fuentes oficiales de los comunes relatan a Metrópoli que lo que se abordará en la Asamblea de noviembre es un reparto de funciones dentro del partido. “No es que haya desconfianza entre sectores, lo que pasa es que vamos a reasignar tareas y distintos estamentos tendrán diferentes responsabilidades”. Pero sí admiten que Gemma Tarafa y Gerardo Pisarello “con las dos personas más próximas a Colau, eso todo el mundo lo sabe. Tarafa es la actual mano derecha de Ada en el Ayuntamiento y es la persona de su plena confianza”.

La labor de coordinadora del partido llevará implícito un estricto control de los dirigentes de ICV. “Tarafa es del círculo más íntimo de Colau. Es más: en la votación que hubo de los comunes sobre la composición de la cúpula municipal cuando había el pacto comunes-PSC, fue una de las más batalladoras para que se votase echar a los socialistas del equipo de gobierno”, relata una de las fuentes consultadas. Esta actitud, que recogía las prioridades del espectro más extremista de los comunes, dibuja bien a las claras al personaje.

En aquellos momentos, el sector de ICV era partidario de una mayor flexibilidad y de posturas más moderadas. No en vano ICV había gobernado con los socialistas durante varias legislaturas y disponía de una cultura de pacto de la que carecían los arribistas de los comunes concentrados en el núcleo duro de la formación.

“Una talibana" 

Un dirigente de los comunes explica que “en los comunes puede haber sectores, pero no hay ninguna guerra. Ni Janet Sanz ni los dirigentes de ICV traicionarán la confianza o se volverán contra Colau. Todos confiamos en ellos y en el partido se habla mucho. Hay diálogo. ¿Que Colau quiere un cierto control? Es posible, pero eso no quiere decir que estemos en guerra. Es cierto que tanto Tarafa como Pisarello son personas de su absoluta confianza y que tendrán lugares clave en la cúpula del partido. Pero es normal. No pasa nada por el hecho de que haya un reparto de poder o de influencias dentro del aparato de los comunes”.

Las ediles de los comunes Janet Sanz y Ada Colau durante un pleno municipal

Las ediles de los comunes Janet Sanz y Ada Colau durante un pleno municipal EUROPA PRESS

En ciertos sectores de la izquierda barcelonesa, se apunta a Tarafa como “una auténtica talibana”. Otra fuente, por ejemplo, señala que fue una de las dirigentes que se opuso a que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ubicase su sede en Barcelona. La EMA es el organismo de laUE que garantiza la evaluación científica, la supervisión, la comercialización y la seguridad de los medicamentos de uso humano y veterinario en todo el territorio comunitario.

Un contrasentido

Colau se oponía con uñas y dientes a que esta importante institución de la UE se aposentase en la capital catalana. Hubiese sido una de las mayores plataformas científicas del mundo, con al menos 600 grandes investigadores trabajando en ella, además de los miles de puestos de trabajo indirectos que hubiese provocado. Pero Colau decidió que no era santo de su devoción ni tampoco era el modelo de control de medicamentos que ella quería y, subrepticiamente, trabajó para boicotear su implantación en Barcelona. Algunos estamentos empresariales y científicos jamás le perdonarán a la exalcaldesa haber echado a perder una operación de prestigio como ésta, que se presenta una vez cada 100 años.

Fue el entonces teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, el que viajó a Bruselas e intentó que Barcelona fuese la sede de la EMA (era la ciudad que más puntos tenía). Pero entre la desidia de Colau y la situación derivada del procés independentista, los mandatarios europeos decidieron que la prestigiosa agencia se instalaría en Amsterdam (Países Bajos).

En ese proceso, la comisionada de Salud de la ciudad era Gemma Tarafa, pero también era la principal valedera del rechazo de la EMA. Que la comisionada de la salud, y en la actualidad presidenta de la Agència de Salut Pública de Barcelona, vicepresidenta del Consorci Sanitari de Barcelona (CSB) y delegada de Salud Pública en la Diputación de Barcelona, sea contraria a la medicalización de la salud no deja de ser un contrasentido. Uno más en la política catalana y en la propia organización de los comunes.