Barcelona da codazos para volver a figurar en el panorama internacional como ciudad puntera, vanguardista y resituarse como referente internacional de las ideas más avanzadas. Para 2026, ha sido elegida capital mundial de la Arquitectura, una de las artes con mayor proyección artística de la actualidad.
La designación ha sido de la UNESCO, pero los prolegómenos van a empezar este año y continuarán en 2027 con una ristra de actuaciones culturales que englobarán tanto los festejos de la propia culturalidad como las semanas de Arquitectura de 2025 y 2027.
El año 2026 será la puesta de largo de Barcelona como referente mundial. El consistorio ha puesto a trabajar a la Fundación Mies van der Rohe y al Instituto Municipal de Paisaje Urbano para que, a lo largo de 10 meses (entre febrero y diciembre de 2026), desplieguen un amplio abanico de actividades en los 10 distritos de la ciudad.
“Es una oportunidad para promover nuestro patrimonio histórico y contemporáneo y proyectar la arquitectura catalana en todo el mundo”, argumenta el Ayuntamiento.
Ser de nuevo un tubo de ensayo
El contrato de organización y la logística de la capitalidad ha sido adjudicado hace pocas semanas a la empresa Hotaru. El monto de dicho contrato es de casi 3,1 millones de euros para que todo salga a la perfección.
Suya será la responsabilidad de los servicios de producción y logística durante esos 10 meses. Hotaru es una firma experta en la coordinación técnica, logística y organización y comunicación de eventos similares.
En este contrato también entra la coordinación y organización de la logística durante las semanas de arquitectura de 2025 (entre el 12 de mayo y el 29 de junio) y 2027 (del 10 de mayo al 27 de junio). En estos eventos también hay exposiciones, conferencias, visitas y una larga lista de eventos relacionados con la arquitectura y el urbanismo.
El nombramiento de la ciudad como capital mundial significa que en 2026 se celebra en Barcelona el Congreso Mundial de Arquitectos de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA). El folleto que Barcelona ha realizado para preparar el evento reza que la UIA exportó el modelo olímpico diseñado en Barcelona 92.
Se trata, pues, de imitar a Pasqual Maragall, que dio a la ciudad el vuelco internacional que Barcelona necesitaba en aquel momento. Sólo hay que actualizar el chip y estudiar las nuevas coyunturas sociales, económicas y medioambientales.
“Tras crisis inmobiliarias, sociales, sanitarias y climáticas, el paradigma de nuestra arquitectura se ha renovado profundamente: quiere formar parte de la solución y no del problema”, dice el texto.
La capital catalana está dispuesta a ser de nuevo tubo de ensayo. “Desde una ciudad socialmente diversa, de urbanismo denso, de recursos naturales limitados y de clima mediterráneo -dulce y soleado, pero con ciclos de sequía y largas olas de calor-, de los retos de sostenibilidad económica, social y medioambiental, la arquitectura, el urbanismo y el paisajismo los están convirtiendo en virtud. La ciudad puede releerse, avanzar y ser ejemplo”.
Concurso para jóvenes valores
Además, el consistorio ha convocado un concurso internacional de ideas para jóvenes arquitectos para la transformación de 10 paredes medianeras. Las medianeras son paredes anónimas que dividen propiedades y, en ocasiones, afean el paisaje y generan discontinuidad paisajística o ruptura de la trama urbana “que puede provocar graves problemas estructurales y de habitabilidad en los edificios afectados y vecinos, aparte del notable impacto visual que tiene sobre el espacio público”.
El concurso de ideas tiene como meta remodelar diez paredes distribuidas por los 10 distritos de la ciudad. En cada una, hay un ganador y un segundo y un tercer premio.
Las propuestas presentadas, así como una gran exposición de ciudad concebida de forma unitaria, pero que se pueda presentar también fragmentada, serán los protagonistas de la mayoría de actos socioculturales en ese periodo.
Barcelona ha atado también el apoyo a actos de un centenar de instituciones, entidades, asociaciones y expertos independientes vinculados a la arquitectura de la ciudad. Según el consistorio, “se trata de sumar su conocimiento y experiencia a la hora de acercar la arquitectura a la ciudadanía y ofrecerlos de forma amena, didáctica y atractiva”.
Un sinfín de actividades
La capitalidad mundial no sólo vivirá de exposiciones: habrá talleres, rutas, jornadas de puertas abiertas, instalaciones, conferencias, presentaciones de libros, proyecciones de películas y documentales, concursos, aulas abiertas y workshops organizados por escuelas de arquitectura o diseño, visitas guiadas y eventos relacionados con la arquitectura. Los responsables municipales intentarán implicar a sectores sociales en los eventos y, para ello, ha creado un programa de voluntariado con jóvenes y gente mayor, “buscando una participación intergeneracional y más enriquecedora”.
La Fundación Mies van der Rohe, haciendo honor a su nombre (heredado del insigne arquitecto que diseñó los emblemáticos edificios de la Exposición Universal de 1929), también ha realizado una convocatoria abierta para presentar propuestas sobre la programación de los eventos de la capitalidad.
Un legado que perdure
Se trata, en definitiva, de invitar “a todas las entidades e instituciones dedicadas a la arquitectura, el urbanismo, el paisajismo y el diseño de espacios, pero también del resto de disciplinas técnicas, científicas, sociales, humanísticas y artísticas a participar en la creación de propuestas para ser incluidas en una programación para la divulgación ciudadana de los valores y la capacidad transformadora de la arquitectura, el urbanismo y el paisajismo”.
Los responsables municipales han encargado también a la arquitecta jefa del Ayuntamiento una programación de divulgación arquitectónica dirigida a toda la ciudadanía, que será explicada ampliamente durante las semanas anuales de arquitectura.
“La capitalidad debe ayudarnos a hablar de arquitectura con todos los públicos”. Además, los responsables políticos del evento quieren hacer que la capitalidad no sea un elemento aislado y perecedero, sino que aspiran a que pueda “dejar un legado material e inmaterial en la ciudad y mantener vivos sus objetivos más allá de 2026”.
Uno de los beneficios que perdurarán, por ejemplo, será la remodelación de paredes medianeras. Quizá no haga falta tener el edificio más alto del mundo para estar en la cúspide de la arquitectura.