Bajo las calles bulliciosas de Barcelona, lejos de la mirada de turistas y del ritmo cotidiano, se esconde otra ciudad: un entramado subterráneo de túneles, estaciones y pasadizos que también guarda su propia historia.
Más allá de los monumentos visibles y las plazas con encanto, el metro ha sido testigo silencioso de transformaciones urbanas, cambios de época e incluso de decisiones políticas. Entre raíles y andenes, algunas estaciones esconden relatos olvidados, otras han cambiado de nombre o de función, y todas forman parte de una memoria urbana que late, aunque no siempre se vea.
Pero pocas estaciones del suburbano barcelonés cuentan con una historia tan curiosa y transformadora como la actual Artigues/Sant Adrià.
Origen
Ubicada en la frontera entre Badalona y Sant Adrià de Besòs, esta parada no solo ha cambiado de nombre a lo largo del tiempo, sino también de línea y de color en el mapa del metro.
Metro en circulación en la L2
La estación nació con otro nombre: Joan XXIII, como la avenida sobre la que se asienta. Inaugurada en 1985, formaba parte del tramo La Pau–Pep Ventura de la Línea 4 (la amarilla), una ampliación de 4,1 km que marcó la llegada del metro a Badalona y Sant Adrià.
Sin embargo, en 2002, coincidiendo con los planes del Pla de Metros de 1984, este tramo cambió oficialmente de línea y pasó a integrarse en la Línea 2 (la lila), modificando además su denominación por la actual: Artigues/Sant Adrià.
Motivo
Este cambio no solo respondía a criterios técnicos, sino también geográficos y sociales, ya que la estación, aunque administrativamente pertenece a Badalona, presta servicio a una amplia zona de Sant Adrià.
La transformación no fue únicamente nominal: el traspaso de línea vino acompañado de obras de adaptación a personas con movilidad reducida, así como de mejoras en accesos y señalización. La estación mantiene hoy su doble referencia territorial, reflejando la confluencia entre dos municipios históricamente conectados.
Metro en circulación en la L2
L2
Aunque es una línea relativamente joven, la línea 2 ha vivido algunos cambios de nombre significativos que reflejan la evolución urbana y social de los barrios que atraviesa.
El caso más destacado es el de la estación Joan XXIII, rebautizada como Artigues / Sant Adrià a principios de 2000, pero otro ejemplo es el debate en torno a algunas estaciones como Pep Ventura, que si bien no ha cambiado oficialmente de nombre, ha sido objeto de discusión por su significado y ubicación.
Esto demuestra cómo los nombres de las estaciones van más allá de una función práctica: son elementos simbólicos que conectan las infraestructuras con la memoria colectiva y el sentimiento de pertenencia de los ciudadanos.