Como sobre el asfalto, en el terreno de las opiniones, a peatones y ciclistas los separa una línea tan fina como tajante. Ambos colectivos comparten objetivos: hacer de Barcelona una ciudad más sostenible y pacificar vías como la Avenida Meridiana para convertirlas en ejes cívicos libres del humo de tubos de escape. Sin embargo, el afán conjunto de reducir la cifra de vehículos de motor en Barcelona no frena los encontronazos a la hora de plantear cambios en la regulación de la movilidad en la capital catalana. Una divergencia a menudo magnificada por el altavoz mediático y monopolizada por las voces más radicales en la defensa de cada parte.
Y a medida que las bicicletas toman protagonismo en el entorno urbano de la ciudad, el debate se reabre cada vez con mayor asiduidad. El último capítulo llega ahora tras las declaraciones de la Síndica de Greuges de Barcelona, María Assumpció Vilà, que recoge las peticiones de algunos peatones y vuelve a poner en el ojo del huracán las diferencias que separan a los colectivos.
En este caso, las sugerencias de Vilà instan al Ayuntamiento a regular a favor de la obligatoriedad de un seguro a terceros con el objetivo de reducir la siniestralidad ciclista, que tal como apuntó, creció casi un 20% en la capital catalana durante el 2016. Una cifra que, como advierten las asociaciones a favor de este vehículo, debe contextualizarse dentro del gran aumento de los desplazamientos a pedales en Barcelona, donde el año pasado llegó a triplicar el incremento en el uso del transporte público y privado. Además, la Síndica también propone que las bicicletas incorporen una matrícula para su identificación, una medida que el servicio municipal de Bicing recuerda que ya cumple.
TRABAJO CONJUNTO
El portavoz del Bicicleta Club de Catalunya, Carles Benito, considera que estas medidas, probadas anteriormente en otros países europeos, no resuelven el problema que Vilà pretende paliar, la creciente sinestrialidad. En este sentido, Benito recuerda que imponer a los usuarios de las bicis -precisamente el transporte que menos accidentes causa anualmente-, que contraten un seguro a terceros solo contribuiría a desincentivar el uso de este vehículo.
Pero ante todo, el represetante de esta asociación pro-pedales insiste en que enfrentar opiniones de ciclistas y peatones es un debate estéril. Su apuesta es clara: buscar el consenso y facilitar el entendimiento.
Para eso, Benito considera clave el trabajo conjunto, especialmente en el área de educación vial. Y no solo dirigida hacia los más pequeños, remarca, sino también mediante el reciclaje de aquellos que no están familiarizados con la regulación vigente.
Un factor en el que es clave la concienciación a través de campañas como la que la agrupación que representa está poniendo en marcha con la ayuda de la Guardia Civil, una colaboración que hacía tiempo que buscaban y que esperan mantener.
LOS CICLISTAS ADMITEN DESCONOCER LA NORMATIVA
Y es que mientras algunos ciclistas contactados admiten haber quebrado las normas por cuestiones de comodidad en ocasiones puntuales, en lo que todos coindicen es que el principal motivo por el que se han saltado la ordenanza es el propio desconocimiento de la misma. Por ejemplo, la mayoría reconoce que no sabía que el uso de auriculares no solo está prohibido, sino también penalizado con multas de 200 euros.
“Pero el desconocimiento se convierte en algo muy peligros cuando hablamos de normas como la obligatoriedad de llevar las luces durante la noche”, apunta Benito. Y es que este es precisamente uno de los factores que más incrementa el peligro de accidente, por lo que el portavoz insiste en la necesidad de garantizar que tanto los usuarios que se inician en el transporte como los que hacen años que se desplazan conocen este tipo de regulaciones.
EMPATÍA ENTRE COLECTIVOS
Sondeando a ciclistas y a peatones, lo primero que se advierte es que ambos demandan que cada uno se ponga en la piel del otro. Los que apuestan por las dos ruedas insisten en que la falta de carriles bici en algunas zonas de Barcelona y la poca seguridad que se les brinda en las principales vías del centro les obligan a invadir las aceras.
Por ejemplo, Abel Cobos, usuario asiduo de Bicing, remarca la necesidad de que los peatones muestren solidaridad y reclamen también la habilitación de más carriles bici para que los dos colectivos puedan circular con seguiridad por las vías apropiadas. Una opinión que comparte Cristina Martin, ciclista habitual, que también apuesta por fortalecer la empatía entre colectivos y presionar conjuntamente para mejorar sus derechos y garantizar una ciudad más sostenible. El enemigo común debe ser el exceso de vehículos de motor privados, apunta la barcelonesa.
Desde el otro lado de la acera, Raquel Olivera, repartidora de Correos, confiesa que como peatón a veces tiene la sensación de que los ciclistas tienen prioridad. Sin embargo, recula, también es consciente de que pese a los avances urbanísticos de la ciudad, las bicis no tienen las mismas facilidades que los viandantes. Pero Olivera no duda en exigir que, ante todo, los afines a los pedales reduzcan la movilidad en los momentos en que se vean obligados a compartir vía y, especialmente, que tengan en cuenta que hay colectivos más sensibles -como la gente mayor y los niños- que pueden percibirlos como una amenaza.
SEMÁFOROS, FOCO DE CONFLICTO
Otro de los principales focos de conflicto entre peatones y ciclistas son los semáforos. Los viandantes critican que las bicis no acostumbran a esperar a que la señal se ponga en verde mientras que los partidarios de las dos ruedas consideran que sus carriles deberían tener otro tipo de indicador que les facilitara la movilidad.
Pero este es también un punto en el que Benito considera que ambos colectivos pueden -y deben- ponerse de acuerdo. Así demuestra el hecho de que considera totalmente oportunas las sugerencias de Vilà en este aspecto, que instaban hacer los carriles bici más ágiles a través de la instalación de un semáforo ámbar para que los ciclista no tengan que detenerse innecesariamente, siempre que el tráfico lo permita. Quizá sea este el punto de partida que permita a ambos colectivos tender puentes.