Más de 40.000 personas mueren prematuramente en la Unión Europea (UE) debido a la contaminación del aire y “millones más sufren problemas respiratorios y cardiovasculares” por este mismo problema. Son datos del Ejecutivo Comunitario, quien el pasado mes dio un tirón de orejas a cinco Estados miembros por su calidad atmosférica. Entre ellos, a España por superar de manera continuada los límites de dióxido en ciudades como Madrid y Barcelona.

Los grandes causantes de esa contaminación ya no son las industrias, sino los vehículos. Y España ostenta un dudoso honor: tiene uno de los parques automovilísticos más antiguo de Europa. Por ello, tanto la Generalitat como el Ayuntamiento de Barcelona y autoridades del Área Metropolitana han concretado este lunes un plan para vetar a los vehículos más contaminantes. Supuestamente, los más antiguos. Así, desde este año, los coches matriculados antes del 1 de enero de 1997 y las furgonetas previas a 1994 no podrán circular por la capital catalana ni por otros 40 municipios los días de mayor polución. En 2019, la medida será prohibitiva de forma permanente los días laborales. De esta forma, saldrán de la carreteras barcelonesas 106.018 coches, que suponen un 7% del parque móvil, y 22.049 furgonetas. En total, más de 128.000 vehículos afectados para cuyos propietarios se prevén ayudas, sobre todo para acceder al transporte público.

“Es una medida muy importante y positiva para la calidad del aire”, sostiene Josep María Valdesano, profesor de la UPC. Este experto en contaminación atmosférica celebra que el veto vaya a tener un carácter permanente ya que en estos momentos, Barcelona sufre entre 1 y 3 episodios de contaminación al año. O lo que es lo mismo, entre 10 y 15 días de polución en sus niveles más altos. Pero el resto de días, la situación no deja de ser “de alarma roja”. (Consulte aquí el estado actual de la contaminación del aire en Barcelona).

El plan acordado en la cumbre incluye el compromiso es alcanzar los niveles recomendados por la Organización Muncial de la Salid (OMS) reduciendo un 30% las emisiones vinculadas al tráfico en los próximos 15 años. En el próximo lustro, un 10% menos.

El experto ve plausible que con esta medida, la contaminación atmosférica se reduzca en tres años. Pero para que la medida no quede en papel mojado, pone el foco de atención en un frente muy diferente: el motor diesel. En Europa representa el 55% del parque automovilístico. En España, el 70%. Y no solo contamina, sino que es incluso más perjudicial que la gasolina por el dióxido de nitrógeno y el material particulado que desprende. “Es verdad que contamina menos, pero lo hace con partículas mucho más pequeñas que sí consiguen pasar al sistema respiratorio y tienen un efecto grave”, puntualiza.

LAS PROPUESTAS DE LOS EXPERTOS

El profesor e investigador de la Universitat de Barcelona (UB) Jerónimo Lorente, considera que la contaminación del aire es un problema endémico de la ciudad y que por ello, hay que tomar “medidas drásticas” para restringir el tráfico en la ciudad y su entorno más inmediato. “Si las autoridades no quieren que el problema se reproduzca, que no ponga pequeños parches. No haremos nada si sigue aumentando el número de vehículos”.



Su propuesta se basa en habilitar grandes espacios en la ciudad o en el área metropolitana donde los usuarios puedan aparcar su coche para moverse en transporte público. El problema, según Lorente, es que Barcelona “no tiene un transporte público adecuado para luchar contra la contaminación”.

La otra gran medida que sí reduciría drásticamente la contaminación atmosférica es el cambio de modelo automovilístico. “Si el 35% de los vehículos que circulan por Barcelona fueran eléctricos, tendríamos el problema solucionado”, sostiene el profesor de la UPC.

“No solo ganaríamos un aire más limpio, menos CO2 y menos ruido, sino que tampoco respirariamos los compuestos orgánicos volátiles (los gases) que salen cada vez que repostamos el coche”, puntualiza el experto. Pero la electrificación del parque automovilístico no está entre las prioridades del Gobierno central, lamenta Valdesano. Por ello las medidas, aunque positivas, siguen circulando a medio gas.

 

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