La llegada inminente del verano ha obligado al Gobierno a dar solución definitiva al caos en los controles de pasaportes del Aeropuerto de Barcelona. Con el objetivo de enterrar en las hemerotecas las colas de hasta 3 horas del pasado puente del 1 de mayo, la administración central finalmente se ha decidido a multiplicar los efectivos humanos y técnicos de la infraestructura. En total, el delegado del Gobierno español, Enric Millo, ha anunciado que se incorporarán 144 nuevos agentes de la Policía Nacional y 50 nuevas máquinas verificadoras a lo largo del próximo mes de junio.
UNA SOLUCIÓN QUE LLEGA TARDE
“Lo optimo sería haberlo hecho antes”, le ha recriminado el conseller d'Infraestructuras de la Generalitat, Josep Rull. Tal como ha recordado Rull, la medida de seguridad antiterrorista y extraordinaria impuesta en todo el espacio Shengen entró en funcionamiento el pasado 7 de abril. Crítica ante la supuesta falta de previsión que Millo ha excusado.
Según el delegado del Gobierno, el Prat ha superado la actividad prevista. Una circunstancia a la que ha sumado la imposibilidad de poder actuar antes, ya que la maquinaria técnica se fabrica bajo demanda. “Los verificadores no están en una tienda de stock”, ha ejemplificado Millo. Un apunte que queda lejos de lo que Collboni ha puesto sobre la mesa: “Hemos tenido un decalaje de mes y medio con esta circunstancia”.
Sin embargo, la reunión ha conseguido poner fin (aparente) al caos en los accesos a las aeronaves. “Parece ser que la solución está a tocar”, ha apuntado Collboni. Ahora bien, tal como ha anticipado el conseller Rull, la primera “prueba de fuego” será este próximo domingo; jornada en la que se prevé el cruce de multitud de pasajeros, ya que coincide con una mañana de alta actividad en el puerto de Barcelona y una gran cantidad de vuelos de bajo coste a la tarde.
144 NUEVOS AGENTES DE POLICÍA
Tal como ha detallado del Gobierno, más allá de la veintena de agentes de la Policía Nacional que ya llegaron como refuerzo durante el último puente de mayo, en los últimos días se han incorporado otros 30. Además, se espera el aterrizaje de otros 50 nuevos efectivos que actualmente se están formando, junto a otras 14 personas que hasta ahora desarrollaban tareas en extranjería. A partir del 1 de junio, 50 agentes nacionales más pasarán por las aulas y antes de principios de julio todos ellos ya se situarán en los controles de pasaportes.
A estos recursos humanos cabe sumar nuevas 'chaquets verdes'. Personal civil que ayudará a los funcionarios en el control de de las máquinas verificadoras, las cuales pasaran de ser 46 a 96. Por último, las máquinas automáticas ABC, a las que se pueden dirigir los pasajeros si no requerien ser atendidos por la policía, también se doblarán en cada una de las dos terminales. Si hasta ahora habían 12 en cada una de ellas, en las próximas semanas serán 24. Nuevo personal del aeropuerto también ayudará a los viajeros a hacer uso de ellas para aligerar la cola, ya que, hasta ahora, las que había en cada terminal estaban “infrautilizadas”, según Millo.
MANETENER LA REPUTACIÓN
Collboni ha insistido en la necesidad de proyectar una buena imagen de Barcelona a través de su aeropuerto. De hecho, en los 10 últimos años se han doblado las conexiones con otras capitales internacionales gracias a la eficiencia de la infraestructura, ha recalcado el teniente de alcalde. Tal como ha recordado el presidente de la Cambra de Comerç de Barcelona, Miquel Valls, “primero la seguridad, y después el resto”, pero garantizando a los pasajeros “la confortabilidad máxima en sus accesos y en sus salidas”.
Los estandartes europeos señalan que un funcionamiento óptimo de un aeropuerto se calcula en buena medida a partir del rato que tardan sus usuarios en entrar o salir de la instalación. Un criterio que el de Barcelona quiere asegurarse cumplir e incluso rebajar. Todas las administraciones han coincidido que, como mucho, un viajero puede invertir 20 minutos en llevar a cabo una operación de salida y 40 minutos en una operación de llegada. Cifras que, el próximo domingo, harán vivir al aeropuerto su primer test de eficiencia.