Todos recordamos qué estábamos haciendo el 17 de agosto. Cesc Roca se encontraba en un camping de Caldes de Montbui. Era su día libre, pero no dudó ni un momento. Se cambió de ropa, se despidió de la familia, cogió el taxi y puso rumbo a Barcelona. Una vez ahí, organizó a los taxistas rápidamente junto con otros compañeros. Nadie sabía qué estaba pasando exactamente. “Solo pensábamos en sacar a la gente”, recuerda emocionado en una conversación con Metrópoli Abierta. “Habían atacado al corazón de mi ciudad, de mi gente... ¡cómo no iba a estar ahí para ayudar!”, exclama.

Dicho y hecho: se pusieron manos a la obra. La movilización espontánea fue espectacular. Con la complicidad de la Guàrdia Urbana establecieron cuatro puntos clave: Gran Via con Rambla Catalunya, Pau Claris, Colón y Paral·lel. De forma gratuita empezaron a desplazar con sus taxis a los que estaban en la zona acordonada tras el atropello. “Agrupábamos a las personas dependiendo de dónde tenían que ir (hospitales, hoteles, estaciones de metro o tren) y los llevábamos”, relata.

AYUDA EN LOS HOSPITALES

Horas más tarde, cuando terminaron la tarea en la zona cero y ya no quedaba nadie sin atender, fueron a ayudar al siguiente punto: los hospitales. Algunos afectados habían recibido el alta y no tenían modo de volver a sus casas o alojamientos. Cesc llevó a una familia de holandeses a su hotel: dos padres con dos hijos. “En estos 21 años que llevo de servicio he transportado a mucha gente que no habla, pero esta vez el silencio era diferente, las miradas perdidas lo decían todo... sobraban las palabras”, rememora el taxista. El silencio más crudo se había apoderado del ambiente. En ese momento, y también en este.

Por la noche, cuando el panorama en el centro se había calmado, fueron a otra zona más colapsada: Ronda de Dalt. Compraron agua y fruta, y la repartieron a los pasajeros atrapados en la vía. “La respuesta de la gente es con lo que te quedas”, añade orgulloso.

UN SILENCIO ENSORDECEDOR

Después del ajetreo, volvió el silencio. Cesc llegó a casa a las tantas de la madrugada y recordó que estaba solo. “Ahí es cuando te derrumbas”, dice con voz temblorosa. Como él, varios testigos del atentado del 17A –que dejó 16 fallecidos en Barcelona y cientos de heridos– coinciden en algo: lo más duro son los días posteriores. “Volví a las Ramblas y no me lo podía creer... era el mismo escenario”, regresa Cesc.

HOMENAJE UN AÑO DESPUÉS

Un año después, las asociaciones de taxis del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) han convocado una marcha y una ofrenda floral en las Ramblas para conmemorar el aniversario del atentado este próximo viernes. Realizarán el acto por su cuenta, a las 16 horas. Ocuparán el carril de bajada y el de subida, harán una ofrenda floral y leerán un manifiesto "dedicado a las víctimas y a aquellos héroes anónimos" que prestaron su ayuda. Los taxistas –como muchos otros colectivos y personas– demostraron que la solidaridad, al fin y al cabo, es un arma cargada de futuro.